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PILAR GUTIÉRREZ
OVIEDO.
Domingo, 28 de enero 2024, 00:27
Pequeña, tradicional y con producto de calidad. Así es la conocida Zapatería Pepe, negocio que lleva ocupando el número 27 de la ovetense avenida de Pumarín desde 1962. Eloína Fernández -dueña de la tienda desde el año 2000, pero que trabaja en ella desde ... 1980- es la tercera generación familiar en sentarse al otro lado del mostrador, sin embargo, también será la última. A punto de cumplir 62 años, el mes que viene, le quedan tres para jubilarse, motivo por el que «el final del camino» para ella está muy cerca.
Su tienda disponía de lo que ella llama «un popurrí de variedad de zapatos» cuando abrió: modelos de caballero, de señora, «de neno», incluso «los curiosinos para Semana Santa». Fue ella, al tomar la batuta y relevar a su madre, Rosario González, la que decidió centrar el negocio en zapatillería, viendo que el cliente potencial no se encontraba en la juventud, sino «en las personas mayores».
Su razonamiento resulta lógico sabiendo que «Asturias no tiene población joven». Es más, la realidad para el pequeño comercio -además de «vivir aplastados por impuestos que nos van matando porque son una brutalidad»- es que «hay mucha competencia con internet». La compra 'online' «va a terminar acabando con todo. La gente joven no compra absolutamente nada en las tiendas de barrio y, desde mi punto de vista, las ciudades sin comercios son tristes», matiza Fernández.
¿Cómo sobrevivir al cambio? Especializándose, «echando horas y aportando seriedad». Como resultado, su zapatillería sigue vendiendo y «capeando el temporal» del mismo modo que hace años, manteniéndose como una de las últimas tiendas de este tipo en Oviedo y que se dirige a una clientela que, generalmente, «no tiene el mismo acceso a las redes que los más jóvenes».
De hecho, bajo su criterio, lo que es contraproducente «para la economía nacional» es «comprar por internet a empresas que pagan impuestos en otro país; así lo que haces es llevar el dinero fuera cuando lo bueno del pequeño comercio es que, si compras en él, el dinero se mueve en el propio barrio». La consecuencia, el futuro inmediato que ve venir como profesional del sector, es que, de seguir así, «el pequeño comercio está abocado a cambiar mucho y yo ya no estoy en disposición de hacer nada».
Aunque valora la modernización con las redes sociales e internet, ella no lo ve para su producto. Aun así, «sería una pena que la zapatería se cerrara, porque es un negocio con el que se vive», lamenta. Guarda la esperanza, cuando llegue el momento, de que su tienda encuentre un nuevo dueño.
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