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N. A. E.
GIJÓN.
Viernes, 4 de diciembre 2020, 01:54
El proceso por el que Arcelor decretó ayer el cierre patronal en la acería de Gijón es largo y tiene más aristas que la mera negociación del plan de largos que desencadenó los paros de CC OO y CSI, la paralización de la acería ... y la decisión de la multinacional. Así lo subrayaron ayer la Federación Asturiana de Empresarios (Fade) y la patronal del metal de la región, Femetal, en sendos comunicados en los que piden que no se alcance una situación irreversible, que tendría dramáticas consecuencias para la economía asturiana.
«Más allá de los motivos puntuales que hayan conducido a la empresa a tomar esta decisión, ArcelorMittal lleva años reclamando estabilidad para mantener la actividad siderúrgica en nuestro país y meses advirtiendo con voz más alta aún sobre los riesgos que atenazan a sus plantas en Asturias», explican desde Fade, problemas que pasan por el aumento sostenido del precio eléctrico y la retirada de incentivos a la siderurgia regional para cerrar el diferencial de la factura con otros centros europeos, la falta de medidas de protección del mercado de la UE frente a importaciones de terceros países y, finalmente, el espectacular descenso de la demanda, originado por la pandemia. Todo ello ha colocado a sus empresas en unos ratios de rentabilidad negativos, explica la patronal regional. Y a esto se ha sumado la sobrecapacidad instalada a nivel europeo y la protección del mercado norteamericano, que han provocado un descenso de las exportaciones europeas y una «reestructuración exprés».
«Este desafortunado marco exigía tener una visión industrial nacional clara de defensa del acero producido en Asturias, para desarrollar alternativas innovadoras y evitar el cierre o la venta de las instalaciones de largos», subrayan desde Fade, pero consideran que «desafortunadamente, la escasa sensibilidad y atención política y la falta de diálogo social eficaz han conducido a esta situación».
Pese al complicado momento que vive la siderurgia asturiana, con la división de largos, de la que dependen la mitad de las factorías, amenazada de cierre, Fade confía en que esta coyuntura «no sea irreversible» y se pueda encontrar, como ya sucedió hace quince años en la misma empresa, un plan de sostenibilidad para las instalaciones de Gijón.
El presidente de Femetal, Guillermo Ulacia, también es crítico sobre cómo se ha llegado a esta situación. «Es un claro ejemplo de incomunicación y falta de conocimiento geopolítico industrial», argumenta el representante del sector metal asturiano, que recuerda también cómo la compañía llevaba tiempo anunciando las dificultades económicas que arrastraba la fabricación del acero en Asturias y, especialmente, la división de largos. Esta situación se ha visto agravada por la pandemia.
«Las iniciativas para encontrar puntos de acuerdo y colaboración entre los agentes sociales e institucionales no han dado resultados positivos», se lamenta Ulacia, que recalca también que se desea evitar llegar «al punto de no retorno», dados los efectos «inasumibles» que tendría en la actividad económica y en el empleo, no solamente en las empresas auxiliares. En este sentido, el presidente de Femetal ofrece su organización para colaborar con la Consejería de Industria para trabajar alternativas de solución «a una situación crítica y urgente, sin precedentes desde la implantación del proyecto Arco en 2005».
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