N. A. E.
GIJÓN.
Domingo, 23 de abril 2023, 01:45
«Las empresas asturianas, al igual que las españolas, actualmente deben enfrentarse a un entorno extremadamente complejo, con más de 700.000 normas vigentes, además de miles de sentencias interpretativas», denuncia la Federación Asturiana de Empresarios (Fade). Son normas antiguas, otras nuevas, modificaciones de las ... anteriores, correcciones...
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Los propios juristas dan la voz de alarma sobre un exceso de producción legislativa que va a más y que viene acompañada también por un incremento en la Unión Europea. Leticia del Estal, socia de Compliance y Mercantil de Vaciero, cree que esta tendencia sí genera «cierta inseguridad jurídica», ya que es complicado poder estar al día de la regulación que afecta a una actividad determinada. Pero va más allá, y advierte también de que cada vez hay más fallos. «La premura con la que suelen redactarse supone que, en ocasiones, hay errores que van desde simples erratas hasta descoordinación o incoherencia con otras normas, y esto lleva a nuevas modificaciones».
Pero, por si esto fuera poco, «otro problema que se observa es la continua referencia en los nuevos textos legales a otras normas ya vigentes, por lo que es necesario la consulta de fuentes dispersas, complicando enormemente el conocimiento del marco jurídico aplicable a cada circunstancia o sector», explica Del Estal, que también critica que se esté legislando a golpe de real decreto ley, a pesar de ser un instrumento excepcional, que solo debería utilizarse en caso de extraordinaria y urgente necesidad, como prevé la Constitución. Además, se está empleado como «un contenedor» en el que se incluyen normas de distintas materias que no guardan relación entre sí.
«La falta de funcionarios la están supliendo a base de cargar a las empresas con trámites que luego nos derivan a consultores externos», denuncia, por su parte, Marcos Óscar Martínez, presidente del Colegio de Graduados Sociales de Asturias, que afirma que esta profusión normativa está «causando un perjuicio muy importante» a su colectivo. «El papel cero, la tramitación digital, conlleva una sobrecarga telemática sobre la presencial y esta recae en nosotros, porque las pymes no tienen capacidad para hacerlo por sí mismas». Y lamenta el estrés creciente al que se les somete, cada vez más sobrecargados, sin conexión digital y con temor a equivocarse con tantos cambios y tanta burocracia. «Hacemos más trámites ahora 'online' que antes de forma presencial».
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