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Arcelor ha apagado un horno alto en Asturias y mantendrá parados otros cuatro. ARNALDO GARCÍA
España importa 10 millones de toneladas de hierro y acero mientras paraliza la siderurgia

España importa 10 millones de toneladas de hierro y acero mientras paraliza la siderurgia

Las compras al exterior y el aumento de costes lastran la actividad ante una demanda débil por la incertidumbre

NOELIA A. ERAUSQUIN

GIJÓN.

Domingo, 2 de octubre 2022, 01:19

Arcelor ha parado esta semana de forma indefinida uno de sus hornos altos asturianos y mantendrá detenidos también otros cuatro en Europa (dos en Francia, uno en Alemania y otro en Polonia). No hay un único factor que haya llevado a la multinacional a tomar esta drástica decisión, ni siquiera la situación es idéntica en cada uno de estos países, pero sí hay argumentos similares: los precios energéticos disparados y la entrada de importaciones de países extracomunitarios con costes medioambientales más bajos. Y esto coincide, además, con una demanda cada vez más débil ante la incertidumbre económica actual y afectada también por la crisis de suministros que está lastrando industrias fundamentales para el sector, como la de la automoción.

Según los datos de la aplicación Data Comex, de la Secretaría de Estado de Comercio, en los primeros ocho meses del año España importó diez millones de toneladas de fundición, hierro y acero y sus manufacturas. En un buen año, de las plantas asturianas salen alrededor de 4,5 millones. Ya ha llegado de fuera más del doble y faltan por contabilizar cuatro meses de este 2022. Los principales compradores son empresas transformadoras que logran en el extranjero precios más económicos para el acero que necesitan, gracias a que esos países cuentan con normativas medioambientales y laborales más laxas. Ahora también costes energéticos inferiores. No hay que irse muy lejos. Hay compañías asturianas que recurren a las importaciones para abastecerse, puesto que encuentran productos siderúrgicos más competitivos fuera, aunque también se fabriquen al lado en Arcelor.

En otros casos, son empresas del mismo sector, como Network Steel, el grupo asentado en Cubillos del Sil (León) tras el cierre de Vestas. Importa chapa a través de El Musel para luego someterla a un proceso de galvanizado. Se salta así la parte de la producción de acero de la cabecera, la más contaminante y más intensiva en energía, como sería la que corresponde a las baterías de cok, los hornos altos, los sínter y las acerías. Las factorías asturianas de Arcelor han llegado también a laminar desbastes procedentes de otros países, como Brasil.

La siderurgia europea lleva tiempo alertando de que ese puede ser el camino: cerrar en Europa los hornos altos, la producción primaria de acero, para quedarse solo con la parte final del proceso, menos costosa y menos contaminante, pero también menos intensiva en personal. Es lo que sucedió, por ejemplo, en la factoría francesa de Florange. Arcelor mantiene allí un tren de laminación en caliente y distintas líneas acabadoras tras cerrar sus hornos altos de forma definitiva en 2012. En 2011, hizo lo propio en Lieja (Bélgica).

«No somos competitivos»

El acero producido seguiría contaminando igual, incluso más. Habría que transportarlo hacia Europa, con más emisiones aún, pero saldría más barato al no pagar por ese CO2. A ello hay que añadir que ahora el Viejo Continente tiene los costes energéticos desbocados. «Con los precios del gas multiplicados por diez y los de la electricidad, hemos tenido que aceptar que ya no somos competitivos en un mercado que está abastecido en un 25% por importaciones», lamentó Reiner Blaschek, director ejecutivo de ArcelorMittal Alemania y responsable de la planta de Bremen al anunciar el apagado de uno de sus hornos altos. En Hamburgo, donde han parado su planta piloto de reducción directa del mineral de hierro (DRI) por el alto precio del gas, ya compran este producto a Estados Unidos, que con el 'fracking' se autoabastece de ese combustible. A pesar del transporte y de que resulta más contaminante, el coste es más competitivo.

Aunque la Unión Europea mantiene algunas medidas de salvaguarda comercial, estas no son suficientes para limitar los flujos de fuera del continente. En concreto, de las compras españolas en los primeros ocho meses del año, 8,6 millones de toneladas correspondieron a fundición, hierro y acero, por un importe de 9.185 millones, y 1,3 millones de toneladas a sus manufacturas, por 3.520 millones. Se incluyen aquí, no obstante, también las compras a países de la Unión Europea.

Fuentes empresariales de la industria transformadora asturiana explican que los márgenes se estrechan, sobre todo en la actual coyuntura económica, y que en la mayoría de ocasiones se toma la decisión únicamente por una cuestión de costes, ya que su mercado también es global. Necesitan ser más competitivos y ellos también sufren la entrada de productos procedentes del exterior o el desvío de contratos hacia países como China.

De hecho, cuando el acero aumenta de precio en Europa, como sucedió durante 2021, Arcelor se beneficia, pero las compañías transformadoras sufren para ser rentables. De ahí que la caída de la cotización de este material -más de un 33% en los últimos doce meses- suponga un respiro para ellas.

No todo es ni blanco ni negro y lo que beneficia a unos perjudica a otros. De hecho, ese es uno de los problemas que hay para establecer el arancel ambiental que diseña la Unión Europea para compensar el sobrecoste que suponen los derechos de emisión para los productores locales. Países con menos industria básica, pero con potentes empresas transformadoras, tienen menos interés en penalizar el acero que llega de fuera. Según los datos que maneja la patronal siderúrgica europea, Eurofer, las importaciones de acero extracomunitario se han duplicado en los estados miembros en la última década, al pasar de 15,2 millones de toneladas en 2012 a 30,3 en 2021, último ejercicio cerrado.

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