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La cementera de Aboño cuenta con una planta de cogeneración. JOSÉ SIMAL

España frena la cogeneración que impulsan Francia y Alemania en su descarbonización

El cambio en las retribuciones ha desplomado un 15% la producción eléctrica de este tipo y amenaza a plantas asturianas

NOELIA A. ERAUSQUIN

GIJÓN.

Sábado, 14 de marzo 2020, 04:50

El Gobierno alemán defiende la necesidad de instalar 17.000 MW de nueva cogeneración mediante gas para poder hacer frente a la transición energética. El 'boom' de este sistema para generar electricidad, que emplea al mismo tiempo energía térmica y eléctrica, también se da en Italia, Francia o Austria. Sin embargo, el Gobierno central prevé reducir su peso en el mix del 11% actual al 6% este mismo año. Los pasos ya se están dando.

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España lleva siete años de moratoria sin marco regulado para nuevas plantas o renovar las existentes. Un problema al que se añade ahora un recorte en el sistema de retribución de estas instalaciones con el que la industria ya augura cierres. Cerca de treinta empresas de la región disponen de este tipo de centrales y ya advierten varias de ellas que su viabilidad queda comprometida. Entre los principales afectados se encuentran lácteas como Ilas o CAPSA, también Cementos de Tudela Veguín o Nestlé. «El momento es grave», asegura Javier Rodríguez, director general de la patronal del sector, Acogen, sin contar con el efecto del coronavirus, que también cree que se notará. En marzo ya hay una caída de la producción del 15%.

«Los alemanes saben muy bien que la cogeneración apareja inversión energética con una mayor inversión industrial», señala Rodríguez. Por su parte, el ministro de Energía germano, Peter Altmaier, defiende que «la descarbonización en Alemania no será posible solo con viento y solar». Pero esta situación no se da únicamente en el país germano. Italia cuenta con un marco de certificados blancos que permiten que cualquier industria pueda instalar cogeneración. Ya tiene 1.700 plantas y 13.200 MW. Solo en 2018 los italianos invirtieron 400 millones de euros en estos sistemas.

En Francia, las empresas cuentan también con un marco regulatorio favorable. De hecho, estas instalaciones se promueven en la mayoría de países europeos. «Aquí no, aquí somos más listos y no lo hacemos», se lamenta Javier Rodríguez.

Mientras, el fantasma de Sniace, que cesa su actividad por los recortes a la cogeneración, enciende los temores en otras industrias. 50 plantas con 500 MW terminan su vida útil sin alternativas en diciembre. En dos años serán otras 200.

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