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N. A. ERAUSQUIN
GIJÓN.
Jueves, 20 de abril 2023, 01:32
Durante años fueron grandes rivales en materia de renovables. TSK y Abengoa competían en numerosos concursos internacionales por suculentos contratos. Entonces, el grupo andaluz era ... un gigante difícil de batir. Con un crecimiento sin control durante los años de la Gran Recesión, su brillo se empezó a apagar a partir de 2013 y todo estalló en 2014, cuando reconoció una deuda neta de más de 9.000 millones de euros. Desde entonces han sido muchos los intentos de rescate, hasta la resolución del concurso de acreedores dada a conocer el martes, que adjudica sus activos a Cox Energy, que dentro de su oferta presentó una alianza con TSK para abordar proyectos conjuntos por 4.000 millones en los próximos tres años. La ingeniería gijonesa ha pasado de ser un duro rival a un apoyo clave para lograr que Abengoa pueda resucitar. El presidente de Cox, Enrique Riquelme, aseguró ayer que no solo llegan para mantenerla, «sino con actitud de hacerla crecer hasta ser un referente mundial».
No será la primera vez que TSK y Abengoa se relacionen. Hace seis años, la empresa asturiana sustituyó al grupo andaluz, ya en crisis, en la ejecución de dos proyectos: una termosolar de 110 megavatios en Israel y un ciclo combinado de 200 en Jamaica. Esa experiencia de TSK en el sector, tanto en energía convencional como renovable, hace atractiva para Cox la alianza.
Está previsto que TSK y Abengoa creen un equipo conjunto para analizar oportunidades. De hecho, ya se ha identificado una lista de potenciales proyectos en países del norte de África, pero también en Arabia Saudí o Emiratos Árabes. Juntas, las dos empresas aspiran a ser líderes mundiales en plantas híbridas y de almacenamiento de energía; a desarrollar importantes proyectos de desalación -ya están presentando propuestas conjuntas- y a posicionarse en la industria, llamada a descarbonizarse, como en el sector cementero y el siderúrgico.
El corazón de la multinacional andaluza seguirá en Sevilla, donde mantendrá su sede, pero tendrá ramificaciones asturianas, como ya las tuvo en el pasado, aunque de otra forma. Cuando era aquel gigante que sorprendía en medio mundo, controló más del 50% del capital social de Rioglass Solar, que llegó a tener alrededor de 200 trabajadores en la región, entre sus plantas de Mieres, ahora prácticamente sin actividad, y Lena, ya cerrada. Incluso su filial Befesa, vendida por 1.075 millones en 2013, tenía oficinas en Asturias. Ocupó uno de los chalés situados frente al Grupo de Cultura Covadonga, ahora reconvertido en restaurante.
No obstante, antes de que esa alianza fructifique, debe confirmarse la adjudicación. Y ya sobrevuela el temor de que se presenten recursos que dilaten el proceso y puedan suponer la tumba definitiva para los activos de Abengoa y para los puestos de trabajo que aún genera, más de 9.000. Entre aquellos que pueden dar la batalla legal se encuentra uno de los pretendientes de la multinacional andaluza, Urbas, que trasladó ayer que esperará a recibir el auto del juez antes de tomar una decisión sobre un posible recurso. También hay acreedores dispuestos a dilatar el proceso, en concreto varios fondos, cuya deuda se reduce ahora a cero.
De momento, la adjudicación ha recibido el parabién del Gobierno, que ha trasladado que «pondrá todos los medios a su alcance para apoyar el proyecto elegido, con el objetivo de garantizar la viabilidad de la nueva empresa y la permanencia de los puestos de trabajo». El ministro de Industria, Héctor Gómez, presidió ayer la Comisión de Seguimiento de Abengoa, a la que asistió Riquelme, y anunció que el Ejecutivo otorgará una línea de avales de al menos 150 millones para facilitar la expansión exterior del grupo.
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