Antonio Tajani, ex vicepresidente del Parlamento Europeo y ex comisario de Industria, cuenta con una calle en Gijón. El político italiano fue pieza clave para dar a la histórica empresa Tenneco, que bajo diversas denominaciones lleva más de cincuenta años en la ciudad, una nueva ... oportunidad ante la decisión de cerrar. Pero ni los esfuerzos de los trabajadores ni el apoyo de las instituciones ni las maniobras de los dos nuevos propietarios que llegaron detrás de la multinacional estadounidense han servido para que la firma asentada en Gijón retome el vuelo y mantenga su actividad, viéndose ahora abocada a una liquidación de la que solo se salvará si en las próximas semanas aparece un comprador solvente que quiera seguir produciendo amortiguadores y piezas de magnesio para la industria del automóvil.
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Por el medio quedan ocho años en los que la histórica firma gijonesa ha tenido más protagonismo en las calles y los despachos que en la planta de producción.
Los que parece serán los últimos capítulos de Tenneco comienzan a escribirse el 5 de septiembre de 2013. La multinacional estadounidense decide entonces echar el cierre a las instalaciones gijonesas y plantea el despido colectivo de toda la plantilla, que en ese momento contaba con 221 empleados. Los trabajadores comienzan un camino de protestas y búsqueda de apoyos que tiene en el expolítico y abogado Antonio Masip a una de sus personas clave, según explican fuentes sindicales.«Nos reunimos con él y nos hizo una hoja de ruta con las personas con las que debíamos entrevistarnos. Tenía relación con Antonio Tajani y sabía de su postura contraria a las deslocalizaciones», sostienen estas mismas fuentes.
El hecho de que Diego Canga, su jefe de gabinete, fuera asturiano, contribuyó a recabar el apoyo del político italiano y, junto a él, llegaron los demás. «Contamos con el apoyo de todas las fuerzas en el ayuntamiento, en la Junta, en el Congreso y en el Parlamento Europeo. Nos reunimos con todos», explican las mismas fuentes.
Las negociaciones desde el ámbito institucional dieron sus frutos y Tenneco, que por sentencia judicial se había visto obligada a readmitir a los trabajadores despedidos, firmó un acuerdo por el que se comprometía a seguir dos años más en Gijón. Por el medio, un Expediente de Regulación de Empleo que incluía prejubilaciones y bajas voluntarias redujo la plantilla de los 221 a los 117 trabajadores. La planta gijonesa volvía a tener vida.
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Eran momentos de alegría entre los trabajadores, pero, tras dos años de actividad, Tenneco decidió poner la fábrica en venta, tal y como le permitía el acuerdo de reapertura firmado con anterioridad. Algunas fuentes apuntan a que la beligerancia de una parte «minoritaria» de los trabajadores estaría detrás del movimiento de la multinacional estadounidense, que decidió, de entre 41 potenciales compradores, que Quantum Capital, un fondo alemán, se hiciera con la compañía en 2016.
El nuevo dueño entra con fuerza en la empresa. Una inversión de en torno a tres millones de euros permitió poner en marcha una línea de fabricación de piezas de magnesio destinadas a la industria del automóvil. El incremento de la carga de trabajo llevó también a que la plantilla se alargase hasta llegar a los 134 trabajadores. Pero la alegría duró poco. Quantum, que decidió vehicular su actividad a través de la empresa Vauste, decide en noviembre de 2019 salir del negocio y vende la planta gijonesa al fondo DSA, cuya titularidad no está clara y que tiene sede en Dubái y Suiza.
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Los nuevos propietarios, con un cambio de nombre comercial de por medio, GrahamCorporate, tampoco consiguen reflotar la compañía y en junio del pasado año, en plena pandemia, solicita el concurso voluntario de acreedores. Por si la situación no era lo suficientemente dura,Tenneco, que se mantenía como cliente, decide romper las negociaciones para la prórroga de su contrato.
En un proceso de caída en picado, el pasado mes de octubre Vauste firma con la mayoría sindical la salida de 60 trabajadores para tratar así de mantener la actividad. Pero las cuentas siguen sin salir.Su director, FernandoSáez, decide dimitir en marzo y en julio la empresa entra en liquidación. El administrador ya ha diseñado los lotes de venta mientras activó un ERE para toda la plantilla. A los trabajadores de la antigua Tenneco solo les puede salvar ahora un milagro.
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