La industria asturiana clama por soluciones que mitiguen la escalada actual de los precios energéticos que amenaza directamente su supervivencia. Hay poco margen para actuar por su parte, menos aún en el corto plazo, de ahí que las empresas estén vigilando la evolución del ... mercado y se planteen paradas, al menos selectivas, para evitar los picos más caros.
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De hecho, ayer hubo una cascada de anuncios de cese de la actividad por toda España. Asturiana de Zinc (AZSA) señaló en un comunicado que junto al grupo Glencore, al que pertenece, «siguen evaluando distintas opciones para hacer frente al impacto de la crisis energética en Europa de manera más amplia, incluyendo reducciones de producción más significativas».
La compañía lleva desde septiembre ralentizando la actividad en los momentos en los que la electricidad es más cara, con horas en las que la reducción alcanza el 50%. Esto ha implicado que en 2021 redujo su producción por primera vez en trece años. La compañía reclama al Gobierno central y a la Unión Europea que se unan para apoyar a las industrias electrointensivas durante este período de crisis y para garantizar la continuidad del suministro de los metales que se producen, que es esencial para la transición verde de la UE.
La planta asturiana, con una producción de 510.000 toneladas de cinc vendible, más de 1.000 trabajadores y 300 proveedores, ha suscrito dos contratos de suministro de energía eléctrica renovable (PPA), pero resultan insuficientes para abastecer a la factoría.
Sin hablar de una posible parada indefinida, sí recuerda AZSA que Glencore ha detenido la producción en su planta italiana de Portovesme, con una capacidad de 100.000 toneladas de sulfuro de cinc. Critica, además, que a pesar de que el peso del gas en el 'mix' ronde el 20%, por el sistema empleado, este afecta al precio de toda la electricidad.
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Sin embargo, AZSA no es la única que se plantea ajustes. DuPont admite que si esta situación se prolonga en el tiempo tendrá también que «adaptar la producción para mantener nuestra rentabilidad». La compañía reconoce «un impacto muy importante» en las operaciones de sus plantas, que han visto triplicado el coste de la electricidad, sextuplicado el del gas natural y sufrido subidas diversas en el transporte y en los precios de las materias primas. Todo ello, sin incluir aún el impacto de la guerra en Ucrania. Mientras, se trabaja en planes de eficiencia energética y autoconsumo para sus instalaciones en el valle de Tamón.
Fertiberia es otra compañía que sufre un importante efecto de esta escalada. Hasta el momento, el grupo ha mantenido un alto grado de actividad, pero ante los «niveles exorbitantes» se plantea también «adaptar» sus operaciones, en función de la evolución de los precios, «con el objetivo de proteger a la compañía y a los clientes en el corto y medio plazo». Por otro lado, en Bayer, su planta de Lada sigue funcionando con normalidad, aunque «desde finales del año pasado nos hemos visto especialmente afectados por el incremento de costes energéticos».
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La situación es generalizada, pero ayer fueron sobre todo las siderúrgicas las que informaron de ajustes. Arcelor tiene paradas sus plantas de Olaberría y Sestao, mientras mantiene las de Asturias activas «de momento». Las plantas basadas en horno eléctrico están viviendo una debacle. Han anunciado paradas, entre otras, Acerinox, Roda, Ferroatlántica, Reinosa Forgings & Castings, Megasa y Celsa. Esta última es propietaria de la gijonesa Moreda Riviere Trefilerías, donde se trabaja normalmente, aunque existe incertidumbre por la mala situación del grupo, que ha pedido el rescate a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales.
Por otro lado, la Federación Asturiana de Empresarios (Fade) aseguró ayer que la energía «está llevando al límite» a las compañías de la región y reclamó «medidas extraordinarias y urgentes para frenar esta emergencia energética», tras lo que calificó de un «brutal, inesperado y repentino» incremento de los costes que impacta en cualquier actividad económica. «Se trata de subidas que pueden alcanzar hasta un 800% anual, que comprometen la continuidad de buen número de empresas y de autónomos y que afectan a la competitividad de todos ellos», indicó. «A Fade ya le constan no pocos casos de empresas que se están planteando paralizar su actividad» y exhortó a las administraciones a impulsar herramientas extraordinarias, desde ERTE a mecanismos de flexibilidad y estabilización del empleo, así como una reducción, en general, de las cargas fiscales y, sobre todo, las relacionadas con la energía.
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Asimismo, criticó el sistema marginalista de fijación de precios y se sumó a la petición del Principado de poner en marcha la regasificadora de Gijón «de forma inmediata».
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