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«Este es el único plan que puede sacar adelante a la compañía tal y como la conocemos». Con estas palabras el consejero delegado de Duro Felguera, José María Orihuela, pedía esta mañana durante la junta de accionistas un apoyo cuádruple para la compañía: de la Administración pública, de la banca, de los inversores actuales y también de los futuros, que vayan a confiar en una empresa «viable y estratégica» una vez logre estabilidad y genere confianza, algo que el actual consejo espera que consiga gracias al respaldo público.
Todo pasa para Duro Felguera por el rescate del Fondo de apoyo a la solvencia a empresas estratégicas, diseñado por el Gobierno ante los efectos de la pandemia, una «opción de último recurso», como reconoció Orihuela, pero que espera que permita el relanzamiento de la sociedad y que llegue lo antes posible. Por tanto, que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), de la que depende la decisión, no agote los seis meses de plazo que tiene para responder y que vencen en febrero del año que viene.
El futuro de Duro ya está diseñado y en él se espera un crecimiento sostenible del negocio tradicional y la incorporación de las energías renovables y los sistemas inteligentes, divisiones que, de cumplirse sus previsiones, supondrían entre el 25% y el 30% del negocio en menos de un lustro.
De hecho, el consejero delegado confía en que el plan estratégico, que calificó de «realista y prudente», pueda multiplicar la cifra de ingresos casi por cuatro para 2025, al pasar de los 161 de 2020 hasta 622 y lograr para entonces un ebitda positivo de 48 millones, frente a unas pérdidas de 120 en el ejercicio actual.
El plan de viabilidad pasa por cuatro fases. La primera recibir el apoyo de 100 millones de euros solicitado al fondo de solvencia, 70 en forma de préstamo participativo, que se devolvería con una ampliación de capital por unos 80 millones, y 30 con la entrada del Estado en el capital de la empresa, cantidad que se retornaría con la llegada de nuevos inversores, una vez Duro esté estabilizada.
Con ese respaldo público, se confía en que la banca refinancie la deuda del grupo y libere nuevas líneas de avales para seguir contratando y todo ello haga más atractiva la empresa para una tercera fase, con la llegada de nuevos inversores. La cuarta pata de este proyecto se basa en la actualización del plan industrial, con una apuesta decidida por esos nuevos negocios (renovables y sistemas inteligentes) y para lo que se trabaja también en otras líneas de financiación para la ampliación de El Tallerón para participar en proyectos de eólica marina e, incluso, poder contar con nuevas instalaciones en El Musel.
Pensando en esa reinvención, Duro Felguera ya ha creado la filial Green Tech, con la que se espera despegar en el negocio de las renovables, sector que moverá 1,5 billones de euros en el mundo hasta 2030, y también apuesta por Epicom y Felguera TI en materia de sistemas inteligentes. Además, se plantea reforzar el negocio tradicional de servicios y se espera reducir el peso del sector EPC, que tiene mucho más riesgo. El objetivo es seguir siendo «una referencia internacional» y hacerlo desde Asturias, como empresa tractora que es.
Por otro lado, Orihuela repasó las principales magnitudes de 2019, que fue «un buen año», al lograr abandonar los números rojos, con un ebitda de 4 millones, un beneficio neto de 1,4 y un crecimiento de la contratación del 35%. «Todos los resultados de 2019 confirman el camino que se debe seguir», aseguró. Sin embargo, advirtió del fuerte impacto que ha tenido la pandemia en sus negocios, con avales ejecutados por sus clientes, proyectos paralizados y otros ralentizados. Todo ello ha provocado unas pérdidas de 114 millones de euros en el primer semestre, una cifra que coincide aproximadamente con los 100 millones solicitados al fondo de solvencia.
La presidenta de Duro Felguera, Rosa Aza, insistió también en «el gran impacto» que ha tenido la pandemia en su negocio, lo que les llevó a plantear un ERTE para la plantilla y alabó su esfuerzo. Recordó también que ya se ha completado la concentración en Asturias de los trabajadores, tras el cierre de la sede de Madrid, para que «la cabeza y el cuerpo de la empresa» estén en la comunidad. En este sentido, pidió unidad para abordar los retos futuros y defendió el »cambio total en la gestión y transparencia» que se ha dado para recuperar la confianza de todos. De hecho, también habló de «comportamientos y actitudes del pasado», que llevaron a la empresa a presentar una querella contra el antiguo presidente y consejero delegado, Ángel Antonio del Valle, y encargar un análisis forense para detectar otros comportamientos censurables.
Asimismo, destacó el papel estratégico de la compañía, avalado por un informe de la Universidad de Oviedo que confirma a Duro Felguera como empresa tractora de la comunidad -en 2019 supuso casi el 1,2% del PIB- e insistió en la necesidad de apoyo estatal, como sucede en otros países con otras compañías, y de las entidades financieras para poder relanzarse. «Duro Felguera ha sabido ir leyendo cuanto tocaba cambiar de rumbo y en esta ocasión puede volver a hacerlo», subrayó Aza, recordando los más de 160 años de historia de la sociedad.
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