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Arcelor ve en el futuro varias amenazas, pero la mayor es el sistema de comercio de emisiones. Así lo aseguró ayer el consejero delegado del clúster de Asturias de la multinacional, Oswaldo Suárez, que advirtió de «una deslocalización a gran escala» si no ... hay cambios en la normativa. «Se llevará a muchas empresas por delante y no cambiará nada en relación a la capa de ozono», advirtió en la última sesión del ciclo de coloquios ‘Perspectivas de la industria asturiana II’, organizado por el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea), y en la que el directivo del gigante siderúrgico y el gerente de PMG Asturias Powder Metal, Néstor Martínez, analizaron la importancia del sector del automóvil para la economía de la región.
Sin embargo, más allá de la influencia que tiene esta industria en Asturias también se abordaron otros temas, como la importancia que adquiere la productividad en un mercado cada vez más global y el hecho de tener que competir con países como China, que no cuentan con las mismas restricciones, una competencia «no justa», según Suárez, no solo en materia medioambiental, sino también laboral o social. De hecho, aseguró que a través de Eurofer, la patronal del metal europea, «se ha luchado mucho» para lograr que la UE pusiera en marcha medidas ‘antidumping’ para defender la producción del viejo continente de los precios, incluso por debajo del coste de producción, de los aceros chinos. «Pero el sistema no es perfecto, ni es eterno», alertó también Suárez, aunque sí ha permitido a la industria comunitaria respirar, en parte también porque China, que intenta ser una economía de mercado, «ha dejado caer industrias muy contaminantes, y eso ha reducido su capacidad de exportación y, automáticamente, se ha beneficiado el comercio global». «Los precios han pasado de ser ruinosos, como eran a finales de 2015, a ser razonables», declaró.
«Nuestro gran reto, para ArcelorMittal global y para ArcelorMittal Asturias, es ganar competitividad en este margen de tiempo», aseguró Suárez, algo que, sin modificaciones, no será suficiente. «La tonelada de CO2 puede llegar a costar 30 euros y nuestros márgenes son poco más», explicó, lo que le lleva a augurar la desaparición de muchas empresas, «si no se regula razonablemente». Y, lo peor, es que tampoco habría un beneficio medioambiental para el planeta. «A la capa de ozono van a llegar gases desde Gijón o desde Pekín», recordó el consejero delegado del clúster Asturias, en referencia a una advertencia habitual de Eurofer en los últimos años, que si la restricción de las emisiones lleva al fin de la siderurgia europea, se dará la paradoja de que se acabe consumiendo acero chino, producido en factorías mucho más contaminantes. Además, defendió los esfuerzos realizados por la industria siderúrgica, de la que dijo que ha conseguido unos datos que no tienen parangón en otras. «Lo normal es que te digan, ponte al nivel del mejor, pero las referencias que se están poniendo para el acero son más duras que las del mejor», se lamentó.
Por ello, Suárez también hizo una defensa a ultranza del aprovechamiento de los gases siderúrgicos, un esfuerzo, «no lo bastante reconocido por parte de la UE», aunque también criticó la labor de España en esta materia, porque su papel está siendo «‘light’, muy débil en este proceso», por lo que reclamó al Gobierno más ayuda para potenciar la reutilización de estos gases y que no lleguen a ser quemados libremente.
Pero, durante el coloquio, Suárez también abordó la importancia que tendrá en el futuro de Arcelor los aceros con alto valor añadido, entre ellos los de alta resistencia utilizados en el chasis y la carrocería de los automóviles, unos productos ya muy demandados por este sector, del que la multinacional es un proveedor privilegiado. Solo para el clúster Asturias, la industria del motor supone un tercio de las ventas de Planos, precisamente, el área de negocio que el año pasado, con un mal comportamiento de la sección de Largos, impulsó los resultados de las factorías de la región. De las plantas de Avilés y Sagunto salieron en 2017 1,26 millones de toneladas de acero con destino a las fábricas de automóviles y su industria auxiliar, al que se suman otros productos, como son recubrimientos especiales al aluminio y al silicio para determinadas piezas, sin olvidar transformados del alambrón, de los que el gigante del acero que dirige Suárez sirvió 130.000 toneladas el año pasado con el mismo destino.
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