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«Estamos entrando en los grandes problemas de la siderurgia». Lo decía este jueves el Diego Díaz, experto en inteligencia artificial en ArcelorMittal a escala mundial. Ingeniero industrial avilesino, participó en el Foro Asturias Digital 2023, organizado por el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales del ... Principado este jueves en Oviedo. En su ponencia habló de los usos actuales de esta herramienta en la siderúrgica, pero también de los futuros en no tan corto plazo, como «la descarbonización» de las plantas asturianas y los retos que plantea. Entre ellos, «los cambios de materias primas para usar el horno eléctrico», una transformación que implica «una variabilidad que hay que controlar».
La multinacional ya trabaja con inteligencia artificial (IA) en ese desafío y en otros como «la eficiencia y fiabilidad» de las instalaciones. No es una herramienta en absoluto nueva en ArcelorMittal. Díaz -que procede del equipo de digitalización del centro de I+D de Avilés (en el que trabajan 60 personas que dan servicio a la empresa, con 170.000 empleados)- hizo alusión a cómo se emplea para decidir la compra de materias primas «no solo mirando el precio, sino también sus efectos en los procesos industriales. La inteligencia artificial acelera muchísimo el análisis a los compradores, a los que se les facilita la información desglosada». Las primeras versiones de este uso se remontan a hace diez años. También se emplea en la programación de líneas ante las inmensas posibilidades que hay de ordenar bobinas, «algo que afecta a la productividad, calidad y costes». O en las subastas del material no asignado (el pequeño porcentaje que no cumple las expectativas del pedido y que se pone a la venta) para fijar su precio, hacerlos homogéneos por cuestiones de logística, relevantes para el comprador...
Previamente abrió la jornada el director académico del Programa de Transformación Digital del IE Business School, Bernardo Crespo. En un momento en el que la IA ha despertado una tremenda inquietud, insistió en que «hay que convivir con ella, no es negociable. Hay que dejar el mundo binario (máquinas-humanos) para trabajar en simbiosis, con nosotros controlándola y supervisándola». Tras insistir varias veces en que «del corpus de datos del Chat GPT 4 no sabemos nada», subrayó «la obligación que tenemos de presionar para pedir transparencia».
El GPT3, «integrado en un 66% por el histórico de páginas web, bibliotecas digitalizadas y Wikipedia», presenta «un sesgo geográfico y de diversidad. No representa a todo el planeta», con el correspondiente «efecto en la neutralidad del algoritmo». De ahí que recalcara la importancia de tener «pensamiento crítico». Y avisó, como lo han hecho los padres de la IA, de los riesgos de extinción del planeta ante su uso en soluciones bélicas o proporcionar autonomía con decisiones contrarias al humano. «Los riesgos dependen de lo que hagamos. Como sociedad civil hemos de denunciar los usos inaceptables por parte de los gobiernos» y abogó por armonizar la regulación internacional. Asimismo, se mostró a favor de «no dejar la IA solo en manos de expertos de datos», sino «trabajar de manera colaborativa».
Intervinieron también el profesor Elías Fernández-Combarro, que habló de los ordenadores cuánticos, que utilizan explícitamente propiedades de la física cuántica para hacer cálculos de manera diferente. Su grupo de la Universidad de Oviedo y otro del CINN de El Entrego construirán uno de los tres ordenadores previstos en el proyecto Quantium Spain. Sobre sus desafíos, comentó «la mejora de la tecnología para tener más cúbits, desarrollar nuevos algoritmos y formar el talento para saber usar» dicho sistema.
Alberto Delgado, de la Consultoría de Transformación Digital Seidor, abordó las competencias de las empresas más competitivas (centradas en el propósito, en la simplicidad (también tecnológica), con organización en células autónomas y ágiles, obsesionadas por el cliente, disruptivas, responsivas y conectadas... ) y Enrique Jáimez, del Asturias Digital Innovation HUB, trató las oportunidades de financiación para que las pymes accedan a la digitalización, como es el caso del programa estatal PADIH, con ayudas de hasta 30.000 euros. El consejero de Industria, Enrique Fernández, apuntó que «la mayor amenaza es no actuar ante la transformación tecnológica y ecológica, refiriéndose a avances como el incremento de los centros de I+D o la Agencia de la Ciencia.
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