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Arcelor confirmó ayer los peores augurios: aparca sus proyectos de construcción de plantas de reducción directa del mineral de hierro (DRI) en Europa, ... incluido el de Asturias, y solo abordará algunos relacionados con la electrificación de las acerías. La multinacional llevaba alertando meses de que sus planes necesitaban ir acompañados de un entorno favorable que no se estaba dando y había retrasado la aprobación de la inversión, pero la noticia oficial de que suspende su proyecto supone un duro golpe para la economía regional, ya que pone en peligro el futuro de la siderurgia integral, ya no solo en Asturias, sino en España, y con ella, miles de empleos.
En un comunicado adelantado por EL COMERCIO, la empresa explicó que estos proyectos se basaban en la premisa de una combinación favorable de avances en el plano político, tecnológico y de mercado, de forma que se compensaran los sobrecostes que conllevan. Ello incluía la posibilidad de utilizar gas natural hasta que el hidrógeno verde resultase competitivo. Sin embargo, «los entornos político, energético y de mercado en Europa no han avanzado en una dirección favorable». El desarrollo del hidrógeno «se está produciendo de manera sumamente lenta» y el empleo de gas natural no es competitivo.
En este contexto, el CEO del grupo, Aditya Mittal, asegura que «ArcelorMittal mantiene su pleno compromiso con la descarbonización. Es la línea de actuación correcta, tanto para la empresa como para el planeta». De hecho, apunta que sigue «plenamente convencido» de que se puede lograr el objetivo de cero emisiones netas con el horizonte 2050, «aunque la manera en que lo conseguiremos podría ser diferente de lo anteriormente anunciado».
En este sentido, en el comunicado, realizado a nivel mundial, solo se citan dos inversiones concretas que seguirán adelante en materia de descarbonización en Europa, ambas en España y para la división de largos: el horno de arco eléctrico que se construye en Gijón, que permitirá producir 1,1 millones de toneladas de acero y reducir un millón de toneladas de emisiones de CO2, y las actuaciones en la factoría de Sestao, que cuenta con dos hornos eléctricos y donde destaca «notables avances».
La planta de DRI asturiana, con una inversión prevista de más de mil millones de euros, al igual que las anunciadas en Francia, Bélgica y Alemania, contaba con potentes ayudas públicas que, desde el punto de vista de la empresa y en el contexto actual, no son suficientes. En el caso español, eran 450 millones de euros. «Agradecemos sobremanera el apoyo ofrecido hasta la fecha por los diversos gobiernos para ayudar a acelerar este proceso», señaló Mittal, «sin embargo, la magnitud del reto que ello supone requiere nuevas iniciativas de ámbito político para asegurar la viabilidad de mayores inversiones». Falta el marco regulatorio «necesario para apoyar la justificación económica de las inversiones» y hay carencias en otros aspectos, como el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM, por sus siglas en inglés), que no está permitiendo frenar la entrada de acero barato y con alta huella de carbono en Europa. A ello se añade que no se espera demanda suficiente para ese acero verde, mucho más caro.
Arcelor es responsable de forma directa del 12% del Producto Interior Bruto de Asturias, pero su influencia va mucho más allá. Es el principal motor económico de la región, hasta el punto de que se suele decir, aunque con algunas variantes, que cuando la multinacional estornuda, todo el Principado se constipa. De ahí la gravedad de la noticia. Están en riesgo miles de puestos de trabajo tanto directos como indirectos.
De momento, hasta el 31 de diciembre de 2025, Arcelor puede seguir funcionando con sus dos hornos altos, pero está previsto que a partir de esa fecha el 'A' se cierre y con él, el sínter 'B'. Podría ser incluso antes, según las condiciones de mercado, sumido en una grave crisis, pero todo apunta a que, al menos hasta el verano, seguirán activos, en parte gracias a la parada por reparación de una instalación similar en Dunkerque (Francia).
A partir de ahí pintan bastos. Con la planta de DRI y el horno eléctrico híbrido que sí se está construyendo en la acería de Gijón ya se preveía una drástica reducción de la plantilla, al contar con unas instalaciones mucho más modernas y automatizadas. De hecho, incluso con el plan verde completo, el recorte se llegó a cifrar en alrededor de un millar de trabajadores, un 20% del total, y un descenso de la capacidad productiva de alrededor de 1,2 millones de toneladas. Las perspectivas sin acometer la inversión de la planta de DRI son mucho peores. Están en riesgo miles de empleos directos e indirectos e incluso la mitad de la capacidad de producción de la instalación. Algunas fuentes sindicales ya temen una merma de la mitad del personal, un ajuste de más de 2.000 empleos.
De momento, se prescindirá del horno alto 'A' y del sínter 'B' sin una alternativa. La acería de Gijón podrá funcionar con DRI importado y abastecer a los trenes de carril y alambrón de acero descarbonizado, pero ya se perderá buena parte de la producción.
Por otro lado, el horno alto 'B', que podría extender su vida útil hasta 2030 o incluso más allá, suministraría arrabio a la acería de Avilés. El problema, que se daba igualmente si se abordaba la inversión en la planta de DRI, es que esta última tiene una mayor capacidad que la de Gijón y si funciona al máximo requiere más arrabio que el de un horno alto. Sin otro horno eléctrico híbrido para Avilés, la producción de planos –hojalata, chapa gruesa y bobina– se verá también reducida.
Siempre cabe la posibilidad de importar desbastes que luego se puedan laminar aquí. Es una posibilidad a la que se ha recurrido en algunas ocasiones, ante problemas en la cabecera o para no sobrepasar ciertos niveles de emisiones. Se trataría de traer productos semiacabados de países como Brasil, en el que la multinacional está realizando una fuerte apuesta, para terminarlos en Asturias. En el fondo, se trata de deslocalizar parte de la producción, aunque sí se consigue el objetivo de reducir las emisiones.
Con todo ello, en unos seis años, España corre el riesgo de quedarse sin siderurgia integral –aquella que produce el acero desde el mineral de hierro– a medio plazo, una industria estratégica para sectores como el del automóvil, las renovables o la defensa.
No obstante, la multinacional espera que haya cambios que permitan avanzar. «Confío en que se introducirán nuevas políticas que favorezcan una transición más rápida», señaló Mittal, en relación a las decisiones que adopte la nueva Comisión Europea.
A largo plazo, Arcelor mantiene su compromiso con respecto a todas las tecnologías que ofrecen el potencial de impulsar la transición del proceso siderúrgico, como la de captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS, por sus siglas en inglés), aunque al igual que en el caso del hidrógeno verde, avisa de que «es probable que esta tecnología no suponga un efecto significativo hasta después de 2030». De momento, desde 2018, ha recortado en un 28,2% las emisiones en Europa, pero no por medidas de descarbonización, sino por un descenso de la producción.
El 13 de julio de 2021, en un acto con los máximos responsables de la siderúrgica y la primera plana política del país y la región, Arcelor dio a conocer el plan de descarbonización para sus plantas asturianas, asentado en la transformación de la acería de Gijón en una de carácter eléctrico e híbrido y la construcción de una planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) para abastecerla. Con ello –mediante una inversión superior a los mil millones de euros–, se podría mantener la siderurgia integral cuando la vida útil del horno alto 'A' llegara a su fin. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se comprometió a prestar el apoyo necesario al proyecto, que se materializó, en abril de 2023, en la aprobación, por parte del Consejo de Ministros, de una ayuda de 450 millones para la construcción de la planta de DRI.
Este apoyo se integra en el PERTE de Descarbonización Industrial y supone la mayor subvención de la historia de Asturias e, incluso, de España. En junio del pasado año, el Ministerio de Industria recibió la notificación oficial de solicitud de la subvención, presentada por Arcelor, trámite obligatorio para poder acceder a dicha ayuda. Pero el comité de inversiones de la multinacional de la familia Mittal nunca llegó a dar luz verde a esta parte del plan verde, que es, de hecho, la pieza clave. La compañía agradece la concesión de esta elevada cuantía, pero insiste en que los costes de operación son inviables para ofrecer un acero a precios competitivos, sobre todo, por el costoso precio de la energía, la debilidad de la demanda y la competencia global.
Ya en el inicio de las obras de la acería eléctrica de Gijón, el pasado mayo, el entonces presidente de Arcelor en España, el asturiano José Manuel Arias, advirtió de las dificultades para «conseguir que las condiciones económicas sean sostenibles y que no sean ficticias». «No tiene ningún sentido que carguemos nosotros con una fabricación aquí más cara que la que se puede obtener fuera de Europa», justificó, para asegurar que el primer paso y más relevante es que las acerías estén electrificadas.
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