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La dirección de Arcelor en Asturias reunió ayer en el Teatro de La Laboral de Gijón a varios centenares de mandos para dibujarles un panorama complejo para la siderurgia regional en el que será vital que las plantas asturianas mantengan su competitividad de ... cara a captar nuevas inversiones que permitan mantener la actividad. Con el consejero delegado de la multinacional en España y también del Clúster Asturias, Philippe Meyran, a la cabeza, los responsables del grupo trazaron una ruta para las factorías por la que habrá que pelear. No es un proyecto, advirtieron, sino un plan por la supervivencia en la actual coyuntura adversa, marcada por la debilidad de la demanda, la descarbonización y la importación masiva de acero extracomunitario. Para ello, según ha podido saber EL COMERCIO, se plantea tener que operar con un solo horno alto a partir de 2026, con el objetivo de lograr convencer a la ejecutiva de ArcelorMittal a nivel internacional de que aprueben la inversión que permita electrificar la acería de Avilés.
La cuestión clave es que las instalaciones asturianas mantengan su posición competitiva dentro del grupo. Tras estar durante años en la parte media-baja, si se tienen en cuenta los distintos clústeres de la multinacional enEuropa, las plantas de Gijón y Avilés han logrado escalar a una meritoria segunda plaza que hay que conservar. De hecho, no es casualidad que el horno eléctrico que se construye en la acería de Gijón sea el único proyecto que se está ejecutando de todos los planes verdes que Arcelor presentó a partir del verano de 2021.
La multinacional no esconde que sus preferencias de inversión están lejos de Europa, en países en desarrollo como India o Brasil, y solo abordará iniciativas en territorio comunitario en las factorías más competitivas y si las políticas de la Unión Europea consiguen proteger su mercado interno y también sus exportaciones. De ahí que se espere con ansia el plan para el acero que el Ejecutivo comunitario se comprometió a presentar en sus primeros cien días de mandato. Si no convence, habrá poco que hacer.
Mientras, en Asturias toca fajarse para conseguir mantenerse en esas posiciones de cabeza, para lo que la dirección española abogó por mejorar la productividad, la fiabilidad, las paradas programadas, reducir el absentismo, implementar medidas relacionadas con la inteligencia artificial, con la flexibilidad laboral y, sobre todo, controlar los costes operativos. Se necesita el esfuerzo de todos, recalcaron.
Con la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) aparcada por su falta de viabilidad económica, no solo en España, sino en toda Europa, desde Asturias, la prioridad –al igual que traslada el Gobierno regional y el central– es ahora conseguir captar la inversión en un horno eléctrico híbrido para la acería de Avilés. Es lo que se ha denominado 'proyecto Elena', aunque más que un proyecto es un estudio para convencer a la dirección en Luxemburgo de la idoneidad de que la factoría asturiana cuente también con una ruta eléctrica para abastecer las instalaciones de planos. Se trataría de un horno híbrido mayor que el de Gijón. De hecho, la acería de Avilés actual también lo es y no puede funcionar a plena capacidad con el arrabio de un solo horno alto. Además, también se incorporarían un segundo horno eléctrico de cuchara y todo el equipamiento aparejado, como una nueva acometida eléctrica o un nuevo parque de chatarra.
A la vez, también se plantea cómo operar para que esa inversión pueda ser una realidad. Y el futuro próximo, a partir de 2026, pasa por trabajar con un solo horno alto y un sínter. Arcelor había previsto apagar el horno alto 'A' y el sínter 'B' antes del 31 de diciembre de 2025. En el caso del segundo, por sus deficiencias en materia medioambiental, tiene la obligación de hacerlo. Sin embargo, el primero podría extender su vida útil aún durante parte del año que viene. El problema es que el mercado no acompaña para ello y cada vez se ve esa posibilidad como más compleja. Además, con un solo sínter, los costes de mantener los dos hornos altos se elevarían y hace falta, como sea, mantener esa posición competitiva. De ahí que la dirección ya se prepare para operar con solo el horno alto 'B' y el sínter 'A', lo que implicará un drástico recorte de la capacidad productiva, al menos de momento, de cara a mantener bajos los costes operativos y optimizar recursos. Porque, además, si todo marcha bien, el horno eléctrico de Gijón no comenzará a funcionar hasta el primer trimestre de 2026, pero incluso cuando ya esté en marcha serán necesarios entre seis meses y un año para homologar su producción.
Europa parece decidida a defender su industria y para ello acaba de presentar la Brújula para la Competitividad, en la que la siderurgia tiene un especial protagonismo por ser «más vulnerable en este periodo de la transición». Pero es necesario agilizar la protección a este sector clave, como pusieron de manifiesto los eurodiputados que participaron en la reunión conjunta mantenida el miércoles de la Comisión de Comercio Internacional y la de Industria, Investigación y Energía. Así lo dio a conocer la patronal siderúrgica europea, Eurofer, a la que pertenece Arcelor. «Frente al exceso de capacidad mundial, los altos precios de la energía, la transición ecológica y la competencia desleal, el acero de la Unión Europa necesita un salvavidas. Rápido», expuso esta organización, una postura con la que coincide la amplia mayoría del Parlamento comunitario.
Uno de los aspectos que consideran prioritarios es que la Comisión Europea «arregle» urgentemente el Mecanismo de Ajuste en Frontera de Carbono (CBAM, por sus siglas en inglés). «La UE debe colmar las lagunas, evitar la elusión, simplificar la aplicación y ampliar el mecanismo a los productos finales con un uso intensivo del acero», apuntaron los europarlamentarios en dicho encuentro monográfico. De lo contrario, la producción de la UE «no será competitiva» frente a las importaciones extranjeras que no están sujetas a los mismos estándares. La Brújula para la Competitividad incluye el refuerzo de este arancel ambiental, que la CE estudiará ampliar a otros sectores, pero el sector reclama la máxima celeridad.
Según Eurofer, hubo consenso entre los eurodiputados para exigir la adopción de «una solución fuerte y duradera tras su expiración en junio de 2026, ajustada a las realidades actuales del mercado». Así como aplicar instrumentos de defensa comercial 'antidumping' y antisubsidios más estrictos. También hubo acuerdo sobre la necesidad de reducir la factura energética y conservar la chatarra de acero dentro de la UE. «Necesitamos lo antes posible un Plan de Acción del Acero sólido que genere un cambio genuino».
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