Arcelor desconfía de sus inversiones en Europa, entre ellas su plan verde para Asturias, mientras da un paso al frente en otros territorios. Esta misma semana, el presidente de la multinacional, Lakshmi Mittal, anunció que el grupo construirá en India la mayor siderúrgica del mundo, ... capaz de producir 24 millones de toneladas anuales. Por ponerlo en perspectiva, en el Principado se rondan en un buen año los 4,5. La primera fase de la nueva planta, ampliación de una ya existente en Hazira, se completará en 2026, mientras que la segunda se finalizará en 2029. Esta noticia contrasta con la situación en el Viejo Continente, donde no acaban de arrancar los proyectos de reducción directa del mineral de hierro (DRI) anunciados en Alemania, Francia, Bélgica o España, entre ellos el de la planta de Gijón. A este bloqueo se suman las reticencias de la compañía a asumir las inversiones que requiere reflotar la italiana Ilva, la mayor factoría de este tipo de Europa, a pesar de las presiones del Gobierno de Meloni, dispuesto a asumir la mayoría del capital.
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La incertidumbre que rodea los proyectos en Europa, y aún más en España, en cuanto a ayudas públicas, plazos, costes energéticos, las dudas sobre futuros desarrollos como el del hidrógeno o los condicionantes medioambientales y laborales suponen una traba importante en la actualidad para la gran industria, que teme no poder amortizar esas inversiones o se plantea desarrollarlas en otros países con mayores beneficios y menos dificultades.
La industria recela de invertir en Europa por los condicionantes que supone, pero la situación no es igual en todos los países. El sector en España denuncia que existe una ruptura del mercado único, debido a que Bruselas ha relajado la posibilidad de otorgar ayudas de Estado a las empresas, pero no todos los países tienen la misma vocación industrial ni las mismas posibilidades. Así, mientras El Musel se postula para acoger la planta de baterías de Umicore, Alemania acaba de recibir el plácet de Bruselas para otorgar una ayuda de 900 millones a la sueca Northvolt para una factoría de este tipo y evitar el «desvío» de esa inversión fuera del continente. El problema que se abre es doble: se entra en una puja por proyectos en la que países como Alemania o Francia, con más músculo financiero e interés por el sector, salen ganando y se da alas a cierto chantaje por parte de las empresas.
Así, la única planta de DRI que Arcelor está construyendo en el mundo también está lejos de Europa: es la de Dofasco, en Ontario, Canadá. El proyecto se presentó prácticamente a la par que el asturiano y la obra ya se inició en octubre de 2022, hace más de un año.
La estrategia de inversión de la multinacional se basa en dos pilares: aumentar la producción en países en desarrollo y descarbonizar los procesos en aquellos con mayores restricciones ambientales y más ayudas. Sin embargo, cada vez va ganando más el primer eje, con el foco puesto en México, Brasil o India. En este último país, también anunció estos días que colaborará en la construcción de la primera instalación de pruebas Hyperloop de Asia. Además, allí también desarrolla proyectos de renovables, así como en Argentina y Brasil, donde adquirió en 2022 la Companhia Siderúrgica do Pecém (CSP) por 2.200 millones.
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El desarrollo de la Ley de Reducción de la Inflación en EE UU, dotada con 400.000 millones de dólares, que impulsa inversiones relacionadas con la transición energética y ofrece ingentes ayudas, también le ha hecho poner el foco en ese mercado, en el que ya compró el 80% de la planta de Voestalpine de briquetas de hierro en caliente (HBI) por más de 900 millones e intentó hacerse con US Steel, aunque finalmente se impuso Nippon Steel por unos 13.000 millones de euros.
Precisamente, esa compañía japonesa es socia de Arcelor en la planta de productos planos de Calvert, en Alabama, y también en AMNS India, propietaria de la factoría india de Hazira que ahora se va a ampliar. Allí, en 2019, la 'joint venture' formada por los dos grupos siderúrgicos logró hacerse con la quebrada Essar Steel, tras un pago de 5.200 millones de euros en concepto de deuda y una inyección de 1.000 más para financiar su gasto operativo, apuesta que después elevó con la compra de puertos y activos energéticos por otros 2.400 millones de euros.
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En cuanto a los planes de descarbonización, la volatilidad de los costes energéticos derivada de la guerra de Ucrania y los condicionantes de la Unión Europea para el desarrollo de los proyectos están suponiendo una importante traba para que salgan adelante, algo que no ha sucedido en Canadá. En el caso asturiano, más allá de las negociaciones con Bruselas para permitir la ayuda, que finalmente se cuantificó en 450 millones de euros, los requisitos establecidos en relación a los plazos se consideran inviables y hay muchas dudas sobre los costes que implicará operar la planta de DRI. De ahí su bloqueo.
En este contexto, Carlos Reinoso, portavoz de la Alianza por la Competitividad de la Industria Española, habla de una «deslocalización silenciosa» en la que las empresas van dejando de invertir en ciertas plantas, mientras lo hacen en otros lugares. Esto deriva finalmente en una falta de competitividad que aboca al cierre. En ese mismo sentido se expresaba el pasado fin de semana en una entrevista en este periódico el director general de la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (Aege), Pedro González, que advertía de que el entorno de incertidumbre frena las decisiones de inversión y, en un entorno global como en el que se mueven las multinacionales, se acaba favoreciendo que esas inversiones de descarbonización se lleven a otros países. Ese es el gran riesgo que amenaza a las factorías siderúrgicas asturianas, pero es extensible a otras compañías.
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En Aege se integran, entre otras empresas, Arcelor y Asturiana de Zinc, así como Alcoa, cuyo futuro en España sigue en duda. El grupo estadounidense, tras deshacerse de sus plantas de Avilés y La Coruña -que acabaron cerrando-, ha mantenido parada durante dos años la factoría de alúmina de San Ciprián, en Lugo, pero, ahora que toca el arranque de las cubas de electrólisis planeado, la empresa ha anunciado un retraso sin fecha para la principal inversión y pide ayuda al Gobierno y a la Xunta ante «las condiciones comerciales insostenibles». Por el momento, los parques eólicos que debían suministrarle electricidad renovable y a un precio competitivo siguen bloqueados en la maraña burocrática de las autorizaciones. El presidente del comité de empresa, el asturiano José Antonio Zan, asegura que este es «el problema más gordo» para su viabilidad.
Son empresas distintas con producciones diferenciadas, pero problemas comunes que dibujan unas perspectivas negativas para la industria básica española en general y la asturiana en particular.
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