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Bobinas de acero en una planta europea de ArcelorMittal.
Bobinas de acero en una planta europea de ArcelorMittal. MARIETA

Arcelor apura el plazo que fija la UE para reducir a cero sus emisiones de CO2 y lo sitúa en 2050

Apuesta por su captura, el hidrógeno, la electrolisis y los biocombustibles, pero advierte de un aumento de costes

NOELIA A. ERAUSQUIN

GIJÓN.

Domingo, 2 de junio 2019, 03:45

Arcelor apurará los plazos que da la Unión Europea (UE) para reducir su huella de carbono a cero, pero asume el objetivo fijado por la Comisión el pasado mes de noviembre y que pone como fecha límite 2050. Así se desprende del primer 'Informe de Acción por el Clima' que publica el grupo, en el que refleja su ambición de «reducir sustancialmente las emisiones de CO2 a escala mundial y alcanzar un balance cero» en las plantas europeas con el horizonte puesto en la mitad del siglo XXI.

El camino no será sencillo, ni tampoco barato, como reconoce en el documento, que cifra hasta en un 90% el incremento de los costes para conseguirlo, según las tecnologías que se adopten. El planteamiento pasa por avanzar en tres frentes distintos: las energías 'limpias', principalmente hidrógeno y electrólisis; el carbono circular, con la reutilización de residuos; y el mantenimiento de combustibles fósiles con el uso de métodos de captura y almacenamiento. Además, también cuenta con mejorar la eficiencia energética. En los últimos años ya se ha conseguido bajar el consumo un 61% y, según la World Steel Association, aún queda potencial para disminuirlo entre un 15% y un 20%.

La ruta está trazada, pero no es definitiva. Asegura Arcelor que estará vinculada a la evolución del marco político y a los avances en el desarrollo de la tecnología. De hecho, en los últimos meses, ha advertido de que está en peligro el proceso siderúrgico primario en Europa, precisamente por los sobrecostes que representan los derechos de CO2, combinados con la apertura de las fronteras a las importaciones de acero extracomunitario, cuyas fábricas no pagan por esas emisiones.

En este contexto, el presidente de la compañía, Lakshmi Mittal, defiende que para conseguir ese objetivo se necesitará «un marco de competencia en igualdad de condiciones a escala mundial, acceso a una cantidad suficiente de energía limpia a precios competitivos y acceso a financiación». El año que viene, la empresa establecerá su objetivo hasta 2030, que sustituirá al actual que era reducir su huella de carbono en un 8% en el periodo 2007-2020.

El informe de Arcelor recuerda que, incluso con las mejores técnicas disponibles, el proceso siderúrgico contamina - esta industria representa en torno al 7% de las emisiones globales-, pero también que, según sus cálculos, al menos hasta 2100 seguirá siendo necesario producir acero primario, con mineral de hierro, frente al reciclado de chatarra, y para ello se necesitan hornos altos.

La multinacional fija así su hoja de ruta con cambios ya en un plazo de cinco a diez años, en los que espera aplicar tecnologías de captura de CO2. También en ese periodo aspira a conseguir combinar el uso de hidrógeno y carbón en la producción de acero, con el desarrollo de biocarbón, biocok y biogases, cuyo uso se complementaría con métodos de captura de emisiones. Esta transformación, según sus estimaciones, tendrá un incremento de los costes de entre el 30% y el 50%.

En un plazo más alejado, entre diez y veinte años, algunas factorías siderúrgicas de Arcelor en Europa podrían funcionar únicamente con hidrógeno. Para ello espera desarrollar la producción de hidrógeno azul a partir de gas natural y combinarlo de nuevo con infraestructuras de captura de CO2, lo que incrementaría los gastos entre un 35% y un 55%, y a la vez incorporar el llamado hidrógeno verde, procedente de renovables, para lo que es necesario reducir sus costes, ya que calcula que el incremento estará entre el 60% y el 90% sobre el proceso actual.

La última fase que plantea Arcelor tiene que ver con la incorporación de la electrólisis procedente de energías renovables al proceso siderúrgico, para lo que se marca un plazo de 20 o 30 años y un sobrecoste indeterminado. «La infraestructura energética existe, pero necesita expandirse para ser acomodada a las necesidades del proceso siderúrgico», explican en el informe.

Algunas de estas tecnologías ya se están probando, aunque ninguna en sus plantas asturianas, ni siquiera en España, aunque la multinacional insiste en que se trata de ensayos que tienen la vocación de extenderse al resto de factorías si se consigue que funcionen y se pueden rentabilizar. El año pasado impulsó en Gante (Bélgica) su proyecto Torero, en el que invertirá 40 millones de euros. El objetivo es convertir 120.000 toneladas de residuos de madera en biocarbón para reducir el uso de combustibles fósiles. Además, también se está construyendo allí una planta piloto de 120 millones de euros para recuperar los gases industriales de los hornos altos y tratarlos para convertirlos en etanol. Sería capaz de producir 80 millones de litros anuales, con el potencial de reducir anualmente el CO2 equivalente a 600 vuelos transatlánticos. Por otro lado, en Dunkerque (Francia) cuenta con otro proyecto desde 2017 para recuperar los gases industriales y transformarlos para que puedan ser utilizados en vez de carbón en la producción de acero.

En materia de hidrógeno y electrólisis, Arcelor lanzó en marzo un proyecto de 65 millones en Hamburgo (Alemania) para probar la fabricación de acero al hidrógeno a escala industrial, con una producción anual de 100.000 toneladas, a la vez que explora la reducción directa de mineral de hierro usando electrólisis durante varios años, mediante el proyecto Siderwin, financiado por la Unión Europea.

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