NOELIA A.ERAUSQUIN
GIJÓN.
Miércoles, 23 de junio 2021, 05:24
Arcelor ofrece para sus plantas asturianas «un proyecto de futuro» con el que garantizar la actividad de la multinacional en Asturias más allá de 2030, cuando el grupo ya se ha comprometido a reducir el 30% de sus emisiones en Europa. Será «un plan ... industrial con el que abordar el proceso de descarbonización» en las factorías de la comunidad, según fuentes de la compañía, que llevará aparejados grandes cambios en la plantilla y en la forma de trabajar. Habrá inversiones millonarias, nuevas instalaciones con las mejores tecnologías disponibles y mucho menos contaminantes, pero conllevarán un importante recorte de personal. En este sentido, el grupo reclama poner las luces largas y analizar la situación con perspectiva.
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El Gobierno regional, de momento, ya ha apuntado que el proyecto en el que trabaja Arcelor, de confirmarse, «será muy positivo», ya que asegura la continuidad de la siderurgia en la comunidad. El tema no es baladí, después de que en más de una ocasión desde el Principado se reconociera el temor a una posible deslocalización del gran motor de la economía regional, ahogado por el sobrecoste energético que afronta en España y la cotización disparada de los derechos de emisión. «Será una buenísima noticia que permitiría asentar la compañía para los próximos años», apuntó ayer el consejero de Industria, Enrique Fernández, en Parres, donde participó en unas jornadas sobre empleo.
Desde la Federación Asturiana de Empresarios, su presidente, Belarmino Feito, subrayó, por su parte, «que cualquier buena noticia como la que parece que va a anunciar Arcelor, siempre es bienvenida», aunque hasta que se presente el proyecto no se dispone de suficiente información para realizar otro tipo de análisis.
En los encuentros mantenidos hasta ahora con los sindicatos o la Administración, Arcelor insiste en que no hay otra opción. El gigante siderúrgico se ha comprometido a ser neutro en carbono para 2050, al igual que la meta fijada por la Unión Europea, y si no se aborda un proceso de este tipo, la única posibilidad que queda es el cierre. De hecho, no es descartable que, igual que se ha hecho desde Bruselas, que ha aumentado el objetivo de reducción de emisiones al 55%, la multinacional incremente también el recorte previsto. La compañía tiene pendiente la publicación de una actualización de su Informe de Acción por el Clima en la que podría incluir un cambio en ese porcentaje.
En este contexto, los directivos de la empresa piden a los representantes de la plantilla que piensen en el medio y largo plazo, conscientes de los problemas que está generando el bloqueo del contrato relevo, pero insistiendo en la justificación de que se quiere evitar una salida traumática de empleados en un futuro próximo. Este es el motivo por el que están reteniendo a estos operarios de más edad, los nacidos en 1960 y 1961, que de salir a través del contrato relevo deberían ser sustituidos por otros más jóvenes. Son en total unos 300, que no solo tienen que seguir trabajando, sino que temen quedar afectados por un ERTE, jubilaciones anticipadas u otras alternativas con las que saldrán perdiendo dinero.
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La multinacional no ha dado aún detalles de las inversiones que acometerá o cómo realizará la reorganización laboral que tiene prevista, pero de una u otra forma todo apunta a que el personal afectado, entre salidas y recualificaciones, superará ampliamente los 700 trabajadores. No significa, por tanto, que esa sea la cifra de empleados que quiera recortar la multinacional, pero sí que puede ser personal directamente implicado en los cambios.
Se trataría de los trabajadores de las instalaciones que se verán afectadas en mayor medida por el plan de descarbonización de Arcelor, en principio, las más contaminantes y obsoletas. Esto es el horno alto 'A', que la compañía descarta remodelar y por tanto finalizará su vida útil, y un sínter que lo alimenta, previsiblemente el 'B', que no cuenta con filtro de mangas y al que se culpa de la mayoría de los niveles de partículas PM10 registrados en la zona de El Lauredal, en Gijón. En cada una de estas instalaciones hay entre 150 y 200 empleados. A ellos, habría que sumar más de 300 de la acería de Gijón. Por último, también habría una cuantía indeterminada de operarios afectados en el parque de minerales y el parque de carbones. De estos centenares de empleados, una parte vería cómo sus puestos desaparecen, mientras que para otra se transformarían radicalmente sus funciones.
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Este proceso, en el fondo, no es nuevo. Ya sucedió con el cambio de las baterías de cok de las viejas de Avilés a las recién construidas de Gijón. Por el camino se perdieron un centenar de empleos. De hecho, en los últimos tres años la plantilla de trabajadores activos de la multinacional en la región ha descendido en medio millar de personas, cerca de un 10%, y, según el último censo de las elecciones sindicales, por primera vez se ha bajado de 5.000 empleados.
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