José Antonio Bravo
Martes, 9 de junio 2015, 21:57
El mercado parece confiar, y mucho, en el futuro de AENA. Solo así se explica su ascenso fulgurante, pues en apenas cuatro meses ha pasado de estrenarse sobre el parqué de la Bolsa de Madrid a ser admitido en el selecto club del Ibex-35, el que reúne a las grandes empresas cotizadas del país, según se conoció este martes. Y lo ha hecho, además, a costa del propio gestor bursátil (BME) y de Acciona, uno de los principales grupos de construcción y servicios, que por tener un volumen de operaciones más reducido en los últimos seis meses han quedado fuera del índice, al menos, hasta la próxima revisión periódica que se realizará a finales de año.
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AENA accederá al Ibex a partir del próximo 22 de junio y lo hará de la mano de Acerinox, el gigante siderúrgico. No obstante, Acciona aún tendrá una segunda oportunidad de volver al índice en apenas tres semanas, pues el próximo 8 de julio el comité asesor del mismo ha decidir de forma extraordinaria qué valor sustituirá a Jazztel, recientemente adquirida por Orange, aunque no se descarta que la propia filial española de la operadora francesa termine reclamando ese puesto.
Desde su bautizo bursátil el pasado 11 de febrero, los títulos de la compañía semipública que gestiona los aeropuertos de la red estatal (46) y dos helipuertos se han apreciado casi un 65%, lo que supone que su valor en conjunto ha pasado de los 8.700 millones de euros con que empezó esta andadura a los 14.300 millones actuales. Solo en el día de su debut la cotización se disparó un 21% y las acciones se revalorizaron en 1.755 millones.
Sin embargo, el Estado, que es el principal accionista con el 51% del capital (que, además, esta fuera de la Bolsa), no ha obtenido provecho económico alguno por ese trayectoria ascendente, más allá del prestigio que puede aportarle de cara a estudiar en el futuro una segunda operación pública de venta (OPV) en la propia AENA ya plantearon en un principio la posibilidad de vender hasta el 60%, frente al 49% que está privatizado en la actualidad-. Los fondos de inversión han sido los grandes ganadores de esta partida, hasta el punto de hay quien en el seno del Gobierno sospecha que pudieron llegar a manejar algún tipo de información privilegiada.
Un precio muy bajo
La explicación puede ser más simple, aunque de nuevo genera dudas. ¿Por qué se puso en su día un valor tan aparentemente bajo para las acciones del operador aeroportuario, sobre todo a la vista de su evolución posterior? Cuando se iniciaron en octubre pasado los trámites de la primera OPV se apuntó un precio de referencia de 41,5 euros por acción frente a los 58 con que terminó debutando. De hecho, apenas 24 horas después ya se había encarecido un 69% respecto a aquella primera estimación.
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La cifra inicial fue propuesta por la dirección de AENA, encabezada por su presidente José Manuel Vargas y fue el Gobierno sobre todo, la Oficina Económica de Presidencia que dirige Álvaro Nadal- el que le forzó a elevarla. Es más, en la suspensión durante unos meses de la operación no solo peso el error administrativo con uno de los informes del auditor, sino también que la valoración que se pretendía sacar adelante era bastante inferior a la que en el Ejecutivo estimaban real a la vista de distintos informes. Y aún así todavía terminó quedando un margen apreciable respecto a las estimaciones que daban algunas entidades financieras.
Sea como fuere, el fondo británico The Childrens Investment Fund (TCI) el único socio del núcleo duro original que terminó acudiendo a la OPV- es el que mayor ganancia ha sacado, pues compró 10 millones de acciones (invirtió 749 millones que hoy valen casi un 65% más) y es el segundo accionista de referencia (con el 7,7%), sólo superado por el Estado. Otro ejemplo es la entidad financiera estadounidense Morgan Stanley, que adquirió 5,4 millones de títulos (el 3,6%) por 405 millones de euros y luego vendió la mitad (un 1,5%) con un beneficio de 50 millones.
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Algo parecido hizo el Bank of América, que a través de Merry Linch compró más de un 4% de las participaciones de AENA y luego redujo su peso por debajo del 3% tras liquidar sus primeras ganancias. A su vez, el fondo Fidelity se hizo con el 1,3% de los títulos a cambio de 150 millones. El Estado, mientras, solo ingresó 4.262 millones por la privatización parcial, sin posibilidad de sacar tajada de su revalorización.
AENA cerró el primer trimestre con un beneficio neto de 479 millones, un 20% menos que en 2013, un ejercicio «anormalmente alto» para su balance según la compañía- porque pudo anotarse unas deducciones fiscales de 247 millones. Los ingresos, no obstante, sí crecieron un 8% hasta sumar 3.165 millones. Y también aligeró un 8,3% la pesada losa de su pasivo financiero neto, que al cierre de 2014 quedó en 10.733 millones. Con ello, la ratio de endeudamiento de la empresa aeroportuaria se redujo de 6,9 a 5,6 veces el ebitda (1.875 millones).
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