Ana María Llopis.

La guía del bosque blanco

La compra de supermercados Árbol por el Grupo Dia refuerza el liderazgo de Ana María Llopis, una de las dos únicas mujeres al frente de una empresa del Ibex

BORJA OLAIZOLA

Jueves, 3 de julio 2014, 03:05

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En el bosque cada vez más tupido de las llamadas marcas blancas no es fácil orientarse. Hay caminos cuya traza se pierde en medio de los arbustos o que desembocan directamente al borde de un precipicio. Por eso contar con un buen guía es tan importante. Y a tenor de los resultados, los supermercados Día han encontrado uno de los mejores en la persona de Ana María Llopis, su presidenta desde hace tres años. A los buenos números de los últimos ejercicios Día cerró el año pasado con un 32,5% más de beneficios hay que sumar la incorporación al grupo de los supermercados El Árbol, una operación que se dio a conocer ayer y que consolida a la empresa que preside Llopis como una de las grandes del sector de la distribución en España.

A diferencia de Esther Koplowitz, la otra mujer que está al frente de una compañía FCC que cotiza en el Ibex 35, Llopis nunca ha formado parte de la aristocracia financiera. Hija de un médico que durante el franquismo tuvo que partir al exilio, el epidemiólogo Álvaro Llopis, nació hace 64 años en Venezuela y se crió entre Caracas, Londres y Roma siguiendo la estela de los destinos que le asignaban a su padre, que asesoraba a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estudió Físicas en Maryland, en Washington, y se doctoró en Física Aplicada en Materiales en la Universidad de Berkeley, en California.

Cuando llegó a España, descubrió que sus flamantes titulaciones estadounidenses eran poco más que papel mojado porque no era posible convalidarlas. Tras probar suerte en el mundo académico, vio un anuncio en el periódico y entró a trabajar en la multinacional Procter & Gamble, que produce y distribuye marcas como Gillete, Duracell o Tampax. Allí diseccionó con óptica científica las claves del mundo empresarial y aprendió a pie de calle las estrategias de venta surtiendo de detergentes y productos de limpieza a tiendas de barrios como Carabanchel, Alcorcón o Móstoles. Asimiló y metabolizó esas experiencias con tanto provecho que en unos pocos años se convirtió en una de las ejecutivas más demandadas entre las grandes empresas.

Conoció como directiva los entresijos de Playtex, Schewepps, Banesto o Banco Santander, donde Emilio Botín le dio un cheque en blanco para crear el primer banco online de España, Openbank, y se sentó en los consejos de administración de British American Tobacco, ABN Amro y Reckitt-Benckiser. Tan deslumbrante trayectoria hace más tentadora que nunca la idea de dibujar un retrato de pincelada gruesa de una ejecutiva que coloca su carrera profesional por encima de cualquier cosa, pero la realidad suele estar reñida con los estereotipos. Cuando los síntomas del Alzheimer que padecía su padre empezaron a ser preocupantes, dijo adiós a la vicepresidencia de Indra que entonces ocupaba y se volcó por completo en su cuidado. No era la primera vez que hablaba de tú a tú a la enfermedad, ya que ella misma había padecido unos años antes un cáncer que se le extendió por el útero y los pulmones y al que consiguió derrotar con grandes dosis de determinación.

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Ideas por la ventana

Tras el fallecimiento de su padre, al que estuvo cuidando durante seis meses, puso en marcha su propia empresa, Ideas4all, una red social que recopila propuestas de emprendedores susceptibles de encontrar financiación y transformarse en negocios. «Al fallecer mi padre pensé que se perdían demasiadas cosas en la memoria, que en toda nuestra vida tenemos muchas ideas que se tiran por la ventana y que había que intentar aprovecharlas». Luego se reincorporó al mundo empresarial y desde 2011 es la presidenta de Dia (siglas de Distribuidora Internacional de Alimentación), un grupo que ha sabido aprovechar la crisis para experimentar una importante expansión mediante las marcas blancas y el modelo de supermercado de descuento.

La empresaria tiene claro que nunca ha sido una mujer florero y que las responsabilidades que ha desempeñado en su carrera tienen más que ver con su valía que con la manida cuota femenina. «Nunca he tenido la sensación de que me diesen trabajo por ser mujer para cubrir la cuota. Sé que no lo he sido porque tenían pensado coger a un hombre y, cuando me entrevistaban, cambiaban de opinión. No dudé en aceptar ni medio segundo. A ninguna mujer le debe preocupar si es o no cuota, nadie va a coger a una mujer tonta. Hoy todas las que están es porque valen».

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Mantiene una estrecha relación con sus cuatro hermanas y sobre todo con su gemela Regina, que es directora de una empresa que desarrolla software y aplicaciones informáticas en California. Ambas están casadas con dos físicos españoles a los que conocieron en Berkeley. La debilidad de Ana María es su único hijo, que estudió arquitectura y que tiene problemas para encontrar trabajo en España debido al derrumbe del sector de la construcción. Su madre siempre le ha animado a irse fuera por mucho que le duela perderlo de vista. Cuesta dejar a un lado el instinto de guía que lleva dentro.

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