NOELIA A. ERAUSQUIN
GIJÓN.
Domingo, 12 de diciembre 2021, 00:42
El empleo se sitúa en Asturias en niveles prepandemia. Así lo revelan las cifras de afiliación a la Seguridad Social, con 368.116 cotizantes en noviembre, o las de la Encuesta de Población Activa (EPA), que para el tercer trimestre señalan que en el ... Principado había 393.500 ocupados. No son cifras homogéneas, pues no miden lo mismo ni tampoco igual periodo, pero en ambos casos apuntan a que la situación del mercado laboral ha dejado atrás los efectos de la covid. Sin embargo, si se baja al detalle se comprueba que la crisis ha agravado problemas estructurales que ya afectaban a los puestos de trabajo. La recuperación llega con más temporalidad y más jornadas a tiempo parcial. «Lo que antes hacía una persona, ahora lo hacen dos», resumen los sindicatos, en vísperas de que se apruebe una contrarreforma laboral que, entre otros aspectos, pretende mejorar la calidad del empleo y evitar que España siga siendo el país europeo con la segunda mayor tasa de temporalidad, tras Países Bajos.
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El aumento de la inestabilidad laboral es uno de los argumentos que se emplean para explicar por qué la economía en su conjunto no avanza al mismo ritmo que el empleo. Porque aumenta la ocupación, pero bajan las horas efectivas de trabajo (127 al mes en el segundo trimestre) en relación a antes de la pandemia, con una evolución al alza de los contratos a tiempo parcial, que ya suponen el 14,6% del empleo en la región -el 13,5% a nivel nacional-, cuando en el mismo periodo previo al coronavirus, en el tercer trimestre de 2019, eran el 13,2%. De hecho, el 39% de los contratos registrados hasta septiembre fueron a tiempo parcial, apunta UGT en un informe de coyuntura. Y esa parcialidad se ceba, sobre todo, con el colectivo femenino. Casi el 25% de las trabajadoras no tienen jornada completa por apenas el 5,3% de los hombres.
Y mientras crece la parcialidad, también lo hace la temporalidad. El 26,8% del empleo en la región no es indefinido, frente al 26% nacional, y de nuevo afecta más a mujeres que a hombres. El 30,4% de las trabajadoras tiene un contrato de duración determinada frente al 23,2% de los varones.
Así, el 43% de los contratos que se firman en la región tienen una duración inferior a un mes y la mayoría de estos son de menos de una semana, según los datos que maneja UGT. Incluso se detectan numerosos casos de contrataciones que van de lunes a viernes, para no tener que pagar fines de semana. De ahí que entre las medidas que contempla el Gobierno se incluya que las empresas paguen una penalización de 25 euros por cada empleado temporal que den de baja.
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«El mismo trabajador va encadenando contratos temporales y computa como varios empleos», señala la secretaria de Política Sindical de UGT, Mar Celemín, que subraya un incremento en la rotación del personal a lo largo del año. Y todo ello ya no solo derivado de la pandemia, sino que hay un cambio iniciado incluso previamente, con la anterior crisis. En 2019, «un trabajador firmaba de media tres contratos frente a los 2,1 de 2009», apunta este análisis.
El responsable de Empleo de CC OO, Severino Menéndez Minas, asegura que existe un exceso de inestabilidad laboral que no se ajusta a la situación de las empresas. «Por poner una cifra, en octubre, el 45% de los contratos temporales fueron a tiempo parcial», afirma, con «un encadenamiento brutal» de contratos. Por ello, ante la posibilidad de un uso fraudulento de estos, la Inspección de Trabajo ha impulsado un plan de choque que supuso en noviembre la conversión de 2.703 puestos temporales en fijos, una actuación que Menéndez Minas agradece para finalizar con «un abuso muy grande». De este modo, el 14,24% de los contratos firmados el mes pasado, 4.425, fueron indefinidos, pero una gran parte estuvieron forzados por la autoridad laboral. «En realidad, solo el 5,46% han sido nuevos contratos indefinidos», matiza el portavoz de USO-Asturias, Miguel Rivero.
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En conjunto, del total de contratos firmados en Asturias hasta el 31 de octubre (235.396), menos del 5% fueron indefinidos (4,83%) y más de la mitad de los temporales se firmaron bajo la clasificación de 'circunstancias de la producción', 131.973 (56,06% del total de los contratos), según los datos que maneja USO.
Y esta contratación, de nuevo, muestra cómo el colectivo femenino se lleva la peor parte: el 70,03% de los contratos a jornada parcial (de 3.590) los firmaron mujeres. Sin embargo, las jornadas completas llevan sello masculino (58,24%).
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Rivero explica que son las profesiones eminentemente feminizadas las que tienen más trabajos por horas o medias jornadas, como los cuidados o la limpieza, sector que lleva un mes de movilizaciones ante la propuesta de las patronales de subir 0,57 euros al mes el salario bruto. Y apunta también a la «falta de corresponsabilidad: las mujeres se recortan la jornada para atender a hijos y mayores». En este sentido, aboga por actuar para favorecer la maternidad sin penalizar a la mujer en el mundo laboral y en su futura pensión. «Nos hemos olvidado muy rápido de qué sectores han llevado la carga de la pandemia», censura.
En lo que se refiere a los jóvenes, han caído notablemente los tipos de contratos que garantizaban un relevo generacional con buenas condiciones laborales. De hecho, en pleno conflicto en Arcelor por el contrato relevo, en Asturias solo se han firmado este año 233 de este tipo y 713 para cubrir una jubilación parcial o la anticipada a 64 años. «Además, la mayoría de los contratos en prácticas, 1.009 de 1.772, duran menos de seis meses», apunta Rivero, sobre una precariedad laboral que ve «íntimamente ligada con la demografía». «La mayoría de los contratos no da ni para emanciparse ni para pensar en una familia», critica.
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«Los desequilibrios se intensifican», reconoce Mar Celemín, que recuerda, además, que el 60% de las jornadas a tiempo parcial son involuntarias. «Tenemos que preguntarnos qué tipo de empleo se está creando y si esto genera una economía competitiva», señala, sobre un tipo de mercado laboral que no potencia el compromiso de los trabajadores con sus empresas y que tiene una incidencia directa en la siniestralidad laboral.
Con todo ello, se dan más efectos indeseados para la economía, como la brecha salarial entre hombres y mujeres -Asturias sufre la mayor del país-, que luego tiene su deriva en las pensiones, o las bajas prestaciones por desempleo. «En época de crisis todo se agrava», coincide Menéndez Minas.
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Y todo ello se produce en plena negociación para abordar cambios en la reforma laboral entre Ejecutivo, empresarios y sindicatos. Las tres partes siguen mostrando públicamente su esperanza de que puedan llegar a un acuerdo, aunque tengan que ceder en sus líneas rojas. El plazo dado por Bruselas finaliza el 31 de diciembre, también el fijado por la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, que apuesta por una reforma «ambiciosa» que hará excepcional la temporalidad, precisamente el principal escollo para el consenso. La próxima semana tendrán lugar reuniones diarias para intentar llegar a un acuerdo.
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