Eugenia García y FOTOS: DAMIÁN ARIENZA
Gijón
Miércoles, 7 de abril 2021
El puerto es ese lugar cercano y desconocido al tiempo donde la actividad no cesa y sin el cual la ciudad, la región, no habrían prosperado hasta convertirse en lo que son hoy. En su día a día actual convive la tradición de los oficios ... con las tecnologías, las exigencias modernas con el buen hacer de toda la vida. Pero igual que ocurre desde hace más de un siglo, antes de ver un barco aparecer en el horizonte de la bahía gijonesa han pasado muchas cosas fuera y dentro del recinto portuario, un ecosistema activo las 24 horas del día.
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Aún no ha amanecido y en el muelle del Rendiello descargan los barcos de pesca. Falta poco para la llegada de un buque y el agente consignatario así lo comunica ante la comisaría del puerto, poniendo en marcha un engranaje que la digitalización ha facilitado sobremanera gracias al documento único electrónico. En él se recogen las características básicas del buque –nombre, eslora, manga, calado, tonelaje de registro bruto, bandera...–, pero también los últimos diez puertos en los que ha hecho escala, los certificados internacionales que le permiten navegar, su ETA o tiempo estimado de llegada, información sobre su tripulación, el certificado Marpol y la declaración sanitaria, entre otros. Esta detallada documentación se transmite a la Capitanía Marítima, que autoriza la entrada del buque en aguas españolas, y a la Autoridad Portuaria, que le asigna un atraque y le permite hacer las operaciones. Con este documento intervienen, además, Sanidad Exterior y la Policía Nacional, antes de que se dé aviso a la Corporación de Prácticos.
El barco está ya en la rada. Sale a buscarlo el práctico y, por las condiciones meteorológicas y las características del buque, asisten la maniobra cuatro remolcadores asisten la maniobra. Esperan en el muelle de la EBHI, para hacerlo firme a los norays, los amarradores. También la Policía Portuaria vigila la operación para supervisar que los cabos se encapillen en los norays asignados y prevenir posibles daños al muelle.
Antes de que llegue la primera mano de estiba, toca despachar la mercancía de aduana. Se añaden tres figuras: un despachante de aduanas, un funcionario de la Agencia Tributaria y un confronta guardiacivil. A las nueve llegan los trabajadores portuarios: capataz, manipulantes de medios mecánicos, especialistas, controladores. Mientras trabajan, un 'surveyor' perita la carga a bordo, en las bodegas, y la descarga efectuando un cálculo de calados en el caso de los graneles; sumando en el de las mercancías siderúrgicas. Entretanto, en el muelle Olano, en la ampliación, en la terminal de contenedores se recepcionan y entregan mercancías de todo tipo. Por las vías férreas entran y salen trenes con siderúrgicos y cereales, por sus carreteras transitan camiones en ambos sentidos. Pintando, soldando, se completa casi en el propio muelle el acabado de piezas para carga de proyectos.
Eficaces, acaban las operaciones portuarias. El tiempo es oro en los puertos. Ya casi ha anochecido cuando el consignatario prepara el 'ship's clearance' ante Capitanía Marítima y la Autoridad Portuaria. Y vuelven al costado del barco los policías portuarios, amarradores y remolcadores. El práctico es el último en decir adiós a bordo.
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La actividad del puerto se puede pensar como un 'time-lapse'. Su transcurrir quizás se perciba lento, pero es en realidad dinámico; un frenesí solo aparentemente manso. En realidad, es tranquilo solo cinco días al año. Durante las 24 horas de los otros 360 es el hervidero descrito.
El Colegio de Ingenieros de Minas propone sumar fuerzas para que el Puerto de Gijón sea una referencia en el transporte marítimo
El futuro que afronta El Musel tiene gran relación con el de la Ingeniería de Minas. Las instalaciones del puerto no son ajenas a la transición ecológica, con la mirada puesta en alcanzar la neutralidad en carbono en el horizonte del 2050, y deberán invertir para reducir sus emisiones de CO2 con proyectos que aseguren su sostenibilidad. También es necesario reducir las emisiones en el transporte, hacia el puerto y en las instalaciones, considerando la electrificación como una alternativa.
Por su ubicación, además, dispone de recursos eólicos que se podrían aprovechar con plataformas eólicas 'offshore' que, a su vez, podrían alimentar plantas de electrolisis para obtener hidrógeno verde que poder usar en el transporte de materiales pesados.
Se podría estudiar, también, el proyecto de la actual regasificadora para convertirlo en almacenamiento de futuros combustibles verdes y, en su caso, un hub para la exportación por barco.
Gijón, además, dispone de instalaciones industriales y, junto a Avilés, forman un polo industrial capaz de realizar todos los proyectos necesarios para convertirse en un puerto moderno y sostenible ambientalmente.
En este contexto, los ingenieros de minas podemos aportar conocimientos y experiencias en el campo de la ingeniería, el desarrollo y la puesta en marcha de proyectos, la operación y el mantenimiento de las instalaciones, el desguace y reciclado de las instalaciones obsoletas y el control del medioambiente.
Es el momento de sumar fuerzas para poner a Asturias en el lugar que le corresponde y al Puerto de Gijón como su máxima referencia en el transporte marítimo.
La minería: pasado, presente y futuro
El balance de El Musel en 2020 deja un millón de contenedores desembarcados y unos 15 millones de toneladas de graneles recibidos, en un complicado año que, sin embargo, no ha empañado su gran actividad.
El Colegio de Ingenieros de Minas del Noroeste de España quiere destacar la importancia que la minería tiene, tanto para mantener la actividad del Puerto, como para el mantenimiento de la actividad industrial de Asturias.
De los graneles recibidos, gran parte corresponde a minerales que, incluyendo la producción autóctona, hacen posible el mantenimiento de la calidad de vida que gozamos, en todas sus facetas, y de la actividad industrial, que genera decenas de miles de puestos de trabajos en nuestra región.
Además, su papel es básico en cualquier aspecto de nuestra vida diaria. Si hablamos de movilidad de población y mercancías, necesitamos los combustibles para los motores térmicos y litio para las baterías de los eléctricos. Si todo el parque de vehículos se electrificase, como se pretende en el futuro, se precisarían 8 millones de toneladas de litio, multiplicando por 10 su producción actual. Si queremos carreteras y ferrocarril, hay que saber que cada kilómetro de autovía consume 30.000 toneladas de áridos y cada kilómetro de AVE, 10.000. Si hablamos de viviendas y hospitales, hablamos de millones y millones de toneladas de áridos necesarias.
El desarrollo del siglo XXI no sería posible sin teléfonos móviles y ordenadores, que necesitan ingentes cantidades de cobre, cobalto, tantalio, oro y plata para su fabricación y funcionamiento.
Y, ¿qué decir de la economía verde?, una exigencia actual y futura. Ahí van algunos datos. Un parque eólico convencional necesita 2,7 toneladas de cobre por megavatio instalado y, si es marino, entre 8 y 15 toneladas. Un aerogenerador de 5 megavatios contiene dos toneladas de imanes permanentes, de los que el 12% es neodimio y otras tierras raras. Los paneles fotovoltaicos convencionales utilizan grandes cantidades de silicio y, si son de capa fina, también minerales escasos como el teluro, indio y galio.
Podríamos seguir con la demanda de la industria 4.0, la cuarta revolución industrial o industria inteligente, que necesitará la utilización de minerales muy escasos.
El Colegio de Ingenieros de Minas del Noroeste de España defiende la necesidad de mantener, potenciar e impulsar las explotaciones mineras y las industrias asociadas, pues han sido para Asturias pasado, son presente y serán mucho más necesarias en el futuro, cuando los países emergentes demanden la misma calidad de vida de que gozamos los desarrollados.
Es necesario favorecer el desarrollo de los proyectos industriales y mineros y, para ello, es necesaria la colaboración de la Administración pública para impulsar el aprovechamiento integral de todos los recursos mineros situados en su territorio, exigiendo con todo rigor el cumplimiento de la legislación vigente, pero tratando de reducir los plazos para evitar tramitaciones interminables.
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