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'Tariff man', es decir, 'hombre de aranceles'. Así es como se ha definido Donald Trump en la campaña electoral norteamericana que encara sus últimos momentos para elegir al próximo presidente de Estados Unidos entre el republicano y la demócrata Kamala Harris ... . Su experiencia previa en la Casa Blanca lo avala, cuando sus tasas al acero y al aluminio supusieron un terremoto en el comercio mundial de estos productos, con efectos indirectos que impactaron en Europa y en la producción asturiana. Sus propuestas se han convertido en una bandera que puede afectar de lleno a las empresas de la región que exportan a Estados Unidos. En 2023, en total, lo hicieron 378 y, de ellas, 88 venden sus productos en ese país de forma regular.
Pero más allá de eso, también hay que tener en cuenta el impacto indirecto de las medidas que puede adoptar, como ya sucedió con los aranceles al acero y que, durante los años de Joe Biden en la Casa Blanca, no se han llegado a retirar –sí hubo acuerdos para relajarlos entre la UE y EE UU–. Aquellas tasas llegaron en un momento, además, en el que la producción de alambrón asturiana se estaba intentando introducir en el país americano y provocaron que el mercado comunitario se viera invadido de acero que iba a ir destinado a EE UU y que, con las barreras comerciales, se desvió a Europa muy barato. Las plantas locales sufrieron ante esa competencia, que planteaba precios incluso por debajo de los de producción, y hubo una oleada de paradas de hornos altos, incluido uno en Asturias.
Pero, además, el país norteamericano, con un crecimiento económico del 3%, se ha convertido en un mercado creciente para muchas compañías. En una década, la cifra de exportaciones asturianas ha pasado de rondar los 100 millones de euros a superar los 241 en 2023. Más de la mitad, 148, corresponden a bienes de equipo. Aunque aún se mantiene lejos de ser un destino preferente de las compañías de la región, sí va en aumento. Entre las empresas que han exportado en los últimos años sus productos allí están la propia Arcelor; Windar, de la mano de Iberdrola, que incluso llegó a ser investigada por un presunto caso de 'dumping'; Astufeito; Valle, Ballina y Fernández; Adaro Tecnología; TKE o la antigua Hiasa, ahora rebautizada como Gonvarri Asturias.
Para todas ellas, el mercado americano es una oportunidad por su pujanza y las ayudas que se están promoviendo para el desarrollo de infraestructuras. Sin embargo, la presencia local es una de las condiciones que el Gobierno estadounidense ha impuesto para acceder a muchas de estos apoyos económicos. Un apoyo que lanzó la Administración de Biden con la Ley de Reducción de la Inflación, conocida por sus siglas en inglés como IRA. Una inyección a la industria de 350.000 millones de dólares en ayudas fiscales enfocada a la transición energética.
Según explica el investigador del Real Instituto Elcano Federico Steinberg, esta apuesta se mantendrá sea cual sea el resultado electoral porque ambos candidatos «coinciden en que la globalización ha perjudicado a la clase media y ha generado desindustrialización». El otro punto en común es la desconfianza hacia China. Eso sí, recuerda el también profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Madrid, «las recetas para defender el desarrollo industrial norteamericano tienen matices importantes». La demócrata y actual vicepresidenta, Kamala Harris, defiende un modelo de inversión y subvenciones públicas en cuestiones críticas para «ganar tecnológicamente a China».
En cambio, el expresidente republicano Donald Trump, en un intento de promover la fabricación local, habla abiertamente de una transformación del comercio a base de aranceles. Unas barreras que se podrían ir al 100% para los países que dejen de usar el dólar y al 60% para todos los productos chinos. Pero, además, situarse de un modo generalizado entre un 10% y un 20% para todas las importaciones.
Las políticas de Trump impactarían, por tanto, en la actividad de las empresas que exportan a Estados Unidos, no tanto en las que están allí instaladas. Así, Steinberg recuerda que el expresidente, aunque respalde al sector de hidrocarburos, «no retirará las subvenciones de la IRA una vez que se han creado los intereses». Además, apunta el investigador, esta ley «está suponiendo importantes desembolsos en estados republicanos».
Por otro lado, el papel de las empresas españolas está siendo muy importante en sectores críticos. Por volumen de inversión, Iberdrola se ha convertido en uno de los principales agentes en la implantación de las renovables. La eléctrica presidida por Ignacio Galán desarrolla allí 9.000 MW de energía verde e impulsa el mayor parque eólico del país en la costa este con 800 MW, que cuenta con participación de Windar. EDP Renovables, con sede en Asturias, también tiene allí su segundo mayor mercado tras la península ibérica.
Por otro lado, también es importante la política que se mantenga con México, donde algunas compañías de la región están asentadas, como Futuver, y otras buscan posicionarse por lo que se conoce como 'nearshoring', o lo que es lo mismo, acercar la producción al territorio de consumo. Este movimiento se da desde que la guerra comercial entre EE UU y China se avivó, allá por 2016, pero se potenció bajo el lema trumpista de 'Make America great again' y la interrupción de las cadenas de suministros provocada por la recuperación tras la pandemia. El mayor territorio de consumo es Estados Unidos y este comparte 3.152 kilómetros de frontera con México, lo que está disparando las inversiones en ese país. Esta es, precisamente, una de las bazas que esgrime Duro Felguera para apuntar a su recuperación.
No obstante, el intercambio comercial de Asturias con Estados Unidos es claramente deficitario para la comunidad: en 2023 se importaron productos por cerca de 574 millones de euros, más del doble que lo que se exportó. De momento, la regasificadora de El Musel solo se ha abastecido de gas procedente de dicho país.
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