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Poco después de las 9 horas, directivos de Indra accedían en un vehículo negro con los cristales tintados a las instalaciones de la división de ... Calderería Pesada de Duro Felguera en Gijón. Dentro iban directivos de Indra, que realizan una visita clave para ambas empresas con el objetivo de cerrar la compra de El Tallerón. A pesar de la discreción con la que han querido mantener la cita, adelantada por EL COMERCIO, su llegada era esperada con expectación.
El presidente de Indra, Ángel Escribano, ya anunció que su intención era «rescatar» a entre 120 y 150 trabajadores de la factoría, que actualmente ronda esos 150. Por ello, la plantilla aguarda con cierto optimismo esa posible adquisición y la transformación de los talleres para construir vehículos blindados para el Ejército, sobre todo, cuando hace años que denuncia la falta de inversiones en unas instalaciones que son referencia internacional, pero que no hacen otra cosa que acumular pérdidas.
Las urgencias aprietan en ambas partes y se espera que la operación, a pesar de su envergadura, se pueda cerrar en solo unas semanas. En el caso de la empresa asturiana, necesita de forma inminente una inyección financiera que le permita seguir operando y, en el de la segunda, quiere tener cuanto antes capacidades productivas en materia de vehículos blindados.
De este modo, los intereses de una y otra casan a la perfección, avalados además por la influencia en ambas de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). En Indra es su máximo accionista, con casi el 28% del capital, y en Duro Felguera está en el consejo de administración y puede asumir su control si capitaliza los préstamos que le otorgó a través del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas –dos participativos por 100 millones y otro ordinario por 20–. De hecho, es prácticamente la única tabla de salvación que le queda al grupo asturiano para eludir el concurso de acreedores. De ahí que no se esperen grandes dificultades para el cierre de la operación, que en otras circunstancias podría implicar muchos meses de negociaciones. No obstante, los consejeros de la SEPI en ambas compañías se abstendrán para evitar conflictos de intereses. Hoy mismo, como adelantó este periódico, directivos de Indra visitarán las instalaciones de la división de Calderería Pesada.
Duro Felguera puede encontrar en El Tallerón un balón de oxígeno para mantenerse, al menos un tiempo más, a flote. La situación es agónica, hasta el punto de que las nóminas se van garantizando mes a mes. Además, se mantienen las negociaciones para la venta de la división de logística del grupo, con varios candidatos, desde una compañía gijonesa a un operador chino, pasando por un grupo europeo. La opción que parece haberse enfriado es la de la vasca Inser Robótica.
No obstante, para su supervivencia, la centenaria empresa asturiana necesita mucho más que estas ventas, entre otras cuestiones, que se despeje el conflicto con la argelina Sonelgaz, que sigue reclamando 413 millones de euros como indemnización por el proyecto de Djelfa. Duro estaba dispuesta a asumir 100. Las partes están muy alejadas y esto complica que la SEPI decida capitalizar los préstamos. Desde hace meses lleva avisando de que, para ello, necesita un plan de viabilidad realista.
Del lado de Indra, las urgencias son por otros motivos. El miércoles mismo, su consejero delegado, José Vicente de los Mozos, aseguraba que «hay que trabajar rápido en tomar las grandes decisiones, como abrir fábricas». El proyecto de El Tallerón viene a ser un plan 'B' ante la negativa de General Dynamics a venderle Santa Bárbara, que era la primera opción que se puso sobre la mesa para conseguir capacidades productivas. El rechazo rotundo de la multinacional americana no implica que se descarte esta opción, pero sí que al menos se pueda ejecutar en el corto plazo. Y ahí surgió la posibilidad de las instalaciones gijonesas, que se gestó de la mano de la SEPI, pero también en buena medida de un antiguo directivo de Duro, ahora ligado a Indra, tras la operación de Epicom.Esta antigua filial de la asturiana especializada en criptografía fue vendida en dos fases a la SEPI, Indra y Grupo Oesía y desde ella se habrían destacado las capacidades de El Tallerón.
De ahí se explica que cogiera por sorpresa el anuncio de la compra por parte del presidente de Indra, Ángel Escribano, que tuvo lugar hace dos semanas en el Congreso de los Diputados. Incluso sorprendió en el seno de la empresa semipública, aunque el consejo de administración respalda la operación que permitiría a la compañía sumar capacidades productivas, aunque esto suponga, como reconoció su presidente, «competir contra nosotros mismos», en referencia a su mayoría en el consorcio Tess Defence, en el que también están Escribano,Sapa y la propia Santa Bárbara, encargado ahora del proyecto del VCR 8x8 Dragon.
El objetivo de Indra es poder contar con capacidades productivas de esta última. «Cuando decimos que en España queremos tener capacidades en vehículo de tierra es loable, no es atacar a nadie», defendió De los Mozos.
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