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P. LAMADRID
GIJÓN.
Lunes, 18 de abril 2022, 01:35
Operar en la inmensidad de las redes permite a las criptomonedas escapar de la regulación de bancos centrales y Gobiernos. Una libertad que abre la puerta a la comisión de hechos delictivos, aprovechando los recovecos que permiten las monedas virtuales. «Son nuevas herramientas para las estafas», explica Germán Cueto, integrante de la Unidad de Delitos Económicos de la comisaría de Gijón. Según expertos consultados por este periódico, hay entre 7.000 y 10.000 asturianos que operan con criptomonedas, que en los últimos años han experimentado un notable auge. «Todo empezó con Bitcoin, que es la más fuerte, pero hay otras que se están aproximando a ella, como Ether», explica este oficial de la Policía Nacional.
Funciona de manera similar «a la cartilla de un banco», pero a través de tecnología del 'blockchain'. Consiste en que una cadena de ordenadores «se mantenga siempre en red y durante las 24 horas del día están validando cada transacción que se hace». Esta 'cartilla' es la misma para todos los clientes de criptomonedas, es pública, pero los movimientos están encriptados. Para operar con el dinero virtual es necesario abrir un monedero ('wallet'), que tiene que estar asociado a una cuenta bancaria para poder convertir las criptomonedas en euros. Operar con el monedero es seguro «si nadie accede a la clave de acceso».
Mejor el ordenador que el móvil Para operar con más seguridad en internet, la Policía Nacional aconseja utilizar el ordenador en lugar del móvil, porque este último es más fácil de 'hackear' y, además, la visión de la pantalla es mucho menor que en un equipo informático.
Pensar antes de hacer clic Antes de pinchar en un enlace, es fundamental «tomarse un minuto de calma» y realizar una serie de comprobaciones, entre ellas que la web sea la oficial y que sea segura (que incluya un candado antes de la dirección).
Aplicaciones de seguridad La Policía Nacional también recomienda descargarse aplicaciones que escaneen los enlaces que llegan a los móviles y un antivirus potente. Dada que buena parte de la población se maneja a diario con estos dispositivos, «casi todos los delitos de acceso a cuentas se producen por este medio».
Comprobar los negocios Es aconsejable «hacer una pequeña investigación» antes de comprar en una web nueva.
El precio de las criptomonedas, apunta, fluctúa en función del interés de los clientes. Ahora, un Bitcoin ronda los 35.000 euros. «La única diferencia con la banca normal es que no hay ningún Gobierno ni Estado que controle esto». Sin embargo, estas divisas digitales están sujetas a tributación y, por consiguiente, deben incorporarse a la declaración de la Renta cuando se producen ganancias o pérdidas patrimoniales.
Unas piezas esenciales en esta actividad son los 'mineros', como se denomina a las personas que ponen sus ordenadores a disposición de esta tecnología para que esté operativa de forma permanente y que reciben una contraprestación por ello. Uno de los grandes problemas de las criptomonedas de cara a la seguridad y la legalidad es que se producen movimientos de dinero «de los que no hay que dar cuenta».
Según explica Cueto, hasta que las monedas virtuales no se transforman en reales «no puedes saber quién se está beneficiando de ellas». Así, «la criptomoneda en sí es una herramienta más de las estafas». Una forma de dar salida al dinero conseguido de manera fraudulenta por los delincuentes a través de técnicas como el 'phising' -mediante correos electrónicos falsos-, el 'smishing' -con aplicaciones de mensajería instantánea- o el 'pharming' -mediante páginas web que suplantan a las oficiales-.
Antes, cuando el ciberdelincuente accedía a la cuenta bancaria de la víctima, realizaba compras en tiendas o contrataba servicios, pero «ahora lo tiene más fácil comprando criptomonedas». En pocos segundos, ese dinero virtual puede estar en cualquier país del mundo. La Policía Nacional ha percibido que, cuando los infractores se hacen con datos de tarjetas bancarias y efectúan cargos, «la mayoría de las compras van a monederos de Bitcoin». Este modus operandi ha ido aumentando de modo progresivo, en respuesta al refuerzo de las medidas de seguridad adoptadas por los bancos y las aplicaciones para operar con dinero a través de internet.
Apunta el oficial que la mayoría de las víctimas de delitos relacionados con criptomonedas son particulares afectados ya que los ciberdelincuentes «acceden a sus cuentas bancarias o a sus tarjetas por diferentes sistemas». Aunque en la comisaría de Gijón sí han recibido algunas denuncias de personas que operan por internet a las que les han quitado sus monedas virtuales, «son muy concretas, muy específicas». Suelen deberse al engaño de una persona con la que el afectado haya hecho negocios o a que alguien haya accedido a la clave de su monedero.
En este punto, recalca que operar a través del móvil es menos seguro que hacerlo con un ordenador porque son más fáciles de 'hackear'. A esto se une que los delincuentes utilizan aplicaciones para simular teléfonos y así enviar mensajes y realizar llamadas desde los números 'reales' de los bancos. Es habitual recibir un mensaje que alerta de que la cuenta bancaria está bloqueada y al pinchar en el enlace e introducir las claves la víctima permite el acceso a ella sin saberlo.
También las empresas son víctimas de estos delitos, aunque la operativa es diferente. «Los ciberdelincuentes suelen utilizar la técnica de 'man in the middle' o ataque de intermediario, basado en interceptar la comunicación entre dos o más interlocutores y suplantar la identidad de cualquiera para acceder a la información y modificarla. Estrategia de la que fue víctima recientemente una empresa gijonesa, que hizo una transferencia cercana a los 80.000 euros y que esta unidad especializada de la comisaría consiguió paralizar.
La compañía se percató al enviar un email el destinatario del dinero y negar este haber recibido el pago. Como era una cantidad de dinero muy elevada, tardó «uno o dos días en poder hacerse efectiva en la otra cuenta y nos dio tiempo a hablar con los jefes de seguridad de la entidad bancaria a la que iba a parar el dinero». Explica Cueto que «las denuncias se han incrementado muchísimo a raíz de la pandemia por el mayor uso de internet».
Solo en la comisaría de Gijón, el año pasado se presentaron más de 2.000 denuncias relacionadas con cargos en tarjetas de crédito (aparte de las estafas tipo 'phishing'), que «suelen realizarse desde el extranjero y ser pequeñas cantidades y hechos desde el extranjero». Con el aumento de estas infracciones, la Unidad de Delitos Económicos tiene entre manos alrededor de 300 investigaciones abiertas. Recalcan los agentes que es fundamental la prudencia antes de pinchar en un enlace y evitar dar los datos personales a terceros, como puede ocurrir en las plataformas de ventas de segunda mano.
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