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NOELIA A. ERAUSQUIN / SUSANA TEJEDOR
GIJÓN.
Viernes, 17 de junio 2022, 04:19
En el farragoso mundo de la burocracia en el que la regasificadora de El Musel lleva diez años inmersa se ha dado un paso de gigante. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha otorgado a Enagás la autorización administrativa previa y ... ha aprobado el proyecto de ejecución de la planta. Se trata de un informe favorable a su puesta en marcha, que se publica en respuesta a una petición del Ministerio para la Transición Ecológica. Este aún tiene que dar la autorización definitiva, pero fuentes conocedoras del proceso reconocen que el de ahora es un trámite importante.
De hecho, desde el Ministerio para la Transición Ecológica se subraya que hay interés en que «haya mucha rapidez» y que la instalación pueda estar en marcha antes de fin de año. La Autoridad Portuaria de Gijón ha previsto en su plan de empresa que esté completamente operativa en el ejercicio 2023.
Nacimiento El proyecto se forjó antes de la crisis de 2008. En 2012, tras 380 millones de inversión y en medio de la Gran Recesión, se finalizaron las obras.
Problemas judiciales La planta contó con gran contestación social. En 2013, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid anuló su autorización. Atendió la reclamación de Los Verdes de que incumplía la normativa de estar a menos de 2.000 metros de zonas habitadas. Esta disposición legal cambió antes de la contrucción, pero estaba vigente en su tramitación.
Conflicto de Rusia Ya en 2014, el conflicto de Rusia con Ucrania provocó la caída del suministro de gas a territorios europeos, la planta se planteó como una alternativa, pero se mantuvo en hibernación. Tras la invasión iniciada el 24 de febrero, las relaciones con Moscú han empeorado aún más y la UE busca desesperadamente desprenderse de la dependencia rusa. Se prevé que la regasificadora de El Musel funcione como almacén de gas para abastecer Europa.
Tras diez años en hibernación, 380 millones de inversión y atravesar multitud de vicisitudes, la guerra de Ucrania ha supuesto un impulso al proceso, ya que resulta vital para Europa poder contar con suficientes reservas de gas para independizarse del procedente de Rusia.
Las instalaciones de El Musel no tendrán el mismo cometido que las otras seis regasificadoras que hay en España ni para el que fueron diseñadas, ya que no participarán en el sistema gasista nacional. Funcionarán para facilitar el tránsito de buques metaneros al resto de Europa, de manera que suministren gas natural licuado a otros lugares del continente, básicamente al norte de Europa, más afectado por el corte del suministro ruso. Su ubicación la hace muy interesante para la llegada de barcos procedentes de EE UU, que se ha convertido en el primer proveedor de España.
Desde Transición Ecológica se señala que se está trabajando en la resolución para regularizar la situación de la instalación y que estudia todas las alegaciones pendientes para poder emitir la autorización administrativa definitiva. Para que la instalación se pueda poner en marcha hace falta también otro informe de la CNMC, en este caso que autorice el sistema de retribución de la planta, y que se otorgue el acta de puesta en marcha.
Tras esto, Enagás ya tendría el permiso para arrancar la regasificadora de Gijón que, no obstante, necesitará trabajos de adecuación. El director general de Infraestructuras de la compañía, Claudio Rodríguez, aseguró hace algunas semanas que «todas las partes estamos trabajando para que sea una realidad más pronto que tarde, pero sin una orientación clara de plazos».
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