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P. LAMADRID
GIJÓN.
Sábado, 12 de marzo 2022, 01:17
La crisis desatada por la espiral inflacionista, que se ha visto agravada por la guerra de Ucrania, golpea a todos los sectores de actividad. Desde las grandes industrias hasta las pymes. Estas últimas, por su menor tamaño, tienen menos armas y capacidad de resistencia ... ante unos precios de la energía y las materias primas que descuadran cualquier previsión de gasto realizada a principios de año. El comercio y la hostelería acusan especialmente este aumento sin parangón de los precios.
Ante esta situación inédita, el primero de ellos reclama medidas extraordinarias. «En pandemia no se dejó caer a los negocios, hubo ayudas de emergencia porque es muy complicado levantarse y el crecimiento posterior es mucho más difícil de realizar», apuntó ayer la presidenta de la Unión de Comerciantes del Principado, Sara Menéndez. Unas medidas que, a su juicio, deberían llegar «de manera urgente porque no sé hasta que punto va a poder resistir» no solo el comercio, sino el conjunto de sectores. Para resolver el problema de los disparados costes de la luz, señaló, además de la modificación del sistema de fijación de precios, la importancia de acometer «medidas estructurales», encaminadas a fomentar la eficiencia energética.
Asimismo, Menéndez puso sobre la mesa la oportunidad de impulsar la cooperación entre los comerciantes y las administraciones para realizar el despliegue de fuentes renovables. «Nosotros no podemos poner placas solares en los negocios, pero sí colaborar con los ayuntamientos y las comunidades de vecinos para hacerlo». Además, dejar las cosas como están, concluyó la presidenta de la Unión de Comerciantes del Principado, solo agravará «el empobrecimiento de las familias, algo que repercute en todos los sectores», complicando aún más la situación.
El incremento desorbitado de la factura eléctrica afecta a todos, pero no con la misma intensidad. Mientras que un comercio de ropa centra el consumo en la climatización y las luminarias del escaparate y el interior, hay otros pequeños negocios que afrontan un crecimiento de los gastos enorme. Es el caso de las peluquerías, que necesitan de múltiples aparatos eléctricos para realizar su actividad, y de las tiendas vinculadas a la alimentación -sobre todo las carnicerías y las dedicadas a los congelados-, que se ven obligadas a mantener permanentemente encendidas las cámaras de refrigeración.
También la hostelería utiliza estos electrodomésticos en su día a día, lo que encarece notablemente la factura. Según indicaron fuentes de Otea, la subida media se sitúa entre el 100% y el 150% respecto a meses anteriores. A la patronal hostelera le han llegado casos de profesionales del sector que han pasado de pagar 450 euros a desembolsar 773, y de 1.200 a 3.100 euros. «Hay preocupación y alarma», ya que todavía no ha llegado el recibo correspondiente a las últimas semanas, que es donde se han disparado de manera más escandalosa.
Una coyuntura de crisis que ha llegado sin haber superado la anterior, marcada por la pandemia, que obligó a los locales de hostelería a trabajar con grandes restricciones, con lo que su 'colchón' no es muy abultado.
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