La cifra de pensionistas mayores de 85 años se dispara en Asturias: aumenta un 70% en 15 años

La mayor esperanza de vida y la entrada en el sistema de jubilados con cotizaciones superiores agravarán el problema de los 'baby boomers'

NOELIA A.ERAUSQUIN

GIJÓN.

Domingo, 1 de agosto 2021, 01:20

La llegada a la edad de jubilación de los nacidos entre finales de la década de los 50 y mediados de los 70 supone un auténtico reto para las pensiones. Son los pertenecientes a la generación del 'baby boom'. A los niños de ... la explosión de la natalidad les llega la edad de retiro sin que exista el mismo relevo generacional en el mercado de trabajo para sostener el sistema con sus cotizaciones. De ahí que el Gobierno haya iniciado su reforma, que realizará por fases, y a la que se ha comprometido con Bruselas dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Entre las claves ya acordadas, se encuentra penalizar las jubilaciones anticipadas y bonificar las que se demoren más allá de la edad legal. Porque no solo el efecto demográfico del 'baby boom' amenaza las cuentas de la Seguridad Social, también lo hace el aumento de la esperanza de vida que implica que las pensiones se cobren durante muchos más años y que aquellos que se incorporan al sistema tienen derecho a unas prestaciones superiores, ya que han cotizado por sueldos más altos. Toda una tormenta perfecta.

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De hecho, antes de que la explosión demográfica de esas dos décadas y media impacte de lleno en las ya desequilibradas cuentas, los otros dos efectos ya están afectando a la nómina que paga la Seguridad Social en España y también en Asturias. En el Principado ha aumentado en diez años de 283,8 millones mensuales a 364,8, un 28,5%. Supera ampliamente el 20% del Producto Interior Bruto de la región.

El envejecimiento de la población, pero también de los pensionistas, es más que evidente. Según el último padrón, los mayores de 85 años son ya el 5% de la población, frente al 2,7% de 2006. En apenas quince años, la cifra de pensionistas que superan esa edad ha pasado de 28.412 a 47.496, casi un 70% más. Si entonces no llegaban al 11%, ahora ya son el 17,5% del total.

Detrás de esta escalada se encuentra cierto incremento de la natalidad en la época en la que nacieron los mayores de ahora, que eran demasiado jóvenes para participar en la guerra civil y no sufrieron las bajas prematuras de sus predecesores, pero sobre todo un aumento de la esperanza de vida. Cada año que pasa sube de media 2,5 meses, dos años más cada década. Una buena noticia, porque se vive más y mejor, pero que tiene un coste económico inmenso. «Como es lógico, el aumento de la esperanza de vida es positivo, pero causa tensiones financieras en el sistema», subraya el profesor de Hacienda Pública de la Universidad de Oviedo Santiago Álvarez, vicetesorero del Colegio de Economistas de Asturias.

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Con una esperanza de vida que ronda los 83,5 años y la edad media de jubilación en 64,5, las pensiones de este tipo se cobran durante un promedio de 19 años, todo ello sin contar otras como las de viudedad. «Ha aumentado mucho en los últimos 30 años, por eso se plantea la necesidad de retrasar la edad de jubilación», explica Álvarez. Se trata de acercar esa edad real a la legal, que está en 65 años para aquellas personas que han cotizado 37 años y tres meses o más, y en 66 para las que han cotizado menos tiempo. En 2027 se situará en 67 años -65 solo para los que han cotizado 38 y medio-.

Realmente, el coste del envejecimiento de la población va mucho más allá de las pensiones. También impacta en otros servicios públicos, desde la sanidad a la dependencia, «pero en el sistema de pensiones es más visible», reconoce el vicetesorero del Colegio de Economistas, ya que se puede calcular el desequilibrio atendiendo a las cotizaciones. En la sanidad, por ejemplo, queda más oculto. Sin embargo, está ahí e irá en aumento, advierte el sociólogo Jacobo Blanco, «más aún cuando buena parte de los futuros pensionistas no tienen hijos o los tienen lejos, por lo que la familia no podrá soportar el cuidado de mayores en la misma medida que ahora».

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De hecho, todo ello se da mientras se pierde población joven y trabajadores que sumen cotizaciones. El Principado es el paradigma de este proceso. En 2006 había 420.200 ocupados, según la Encuesta de Población Activa (EPA), 1,6 por cada pensionista. La cifra ya era exigua entonces, pero ahora lo es mucho más. Hay 388.600 trabajadores, 1,43 por cada beneficiario. Los expertos recomiendan 2,5, como mínimo hacen falta 2. Es una relación tan escasa que ya resulta imposible financiar el sistema de pensiones en la comunidad, que se nutre de la solidaridad intergeneracional, pero también interterritorial. Todo ello sin esperar aún a los 'baby boomers'. Los primeros de esta generación en jubilarse serán los nacidos en 1958 y podrán hacerlo en 2023 siempre que tengan cotizados 37 años y 9 meses o más. Si no, deberán esperar a cumplir 66 años y 4 meses.

En Asturias se podría decir, incluso, que la explosión de natalidad se inició algo antes, por lo que ya estarían entrando en el sistema los primeros. Entre 1956 y 1960 se produjeron más de 19.000 nacimientos al año, cifra que luego se redujo, pero se estabilizó por encima de los 17.000 hasta 1977. Después vino una caída en picado que llega hasta la actualidad, cuando apenas se registran 5.000.

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Pero, además, en lo que a las pensiones de jubilación se refiere, se está dando otro efecto, bueno de nuevo para los ciudadanos, aunque pernicioso para las cuentas del sistema. En general, las personas que se jubilan lo hacen con sueldos más altos, cotizaciones mayores que implican también pagas superiores. De ahí que en los últimos diez años la pensión media de jubilación haya aumentado por encima de los incrementos acordados, también más que la inflación y que los salarios. Así, en una década ha subido desde 1.128 mensuales a 1.429 euros, más de 300 euros, un 26,7% de incremento, el mismo porcentaje que las pensiones en general -incluidas viudedad, orfandad...-, que han pasado de 958 a 1.215. Como comparativa, el coste de la vida solo creció en ese periodo un 10,3% , mientras que los salarios lo hicieron en una década -los últimos datos que maneja el INE son de entre 2010 y 2020- un 4,7%.

«Durante 10 o 15 años seguirán entrando en el sistema personas con salarios medios relativamente elevados», explica Santiago Álvarez, que da otra clave: esas pensiones son con creces superiores a los sueldos de las personas que se incorporan al mercado laboral y que, con el sistema actual, deben soportar con sus cotizaciones la Seguridad Social.

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Las claves del desequilibrio son claras: cada vez habrá más jubilados, con vidas más largas, así que cobrarán durante más tiempo sus pensiones y estas serán mayores al haber cotizado por salarios superiores, mientras que la cifra de trabajadores cae y sus sueldos son proporcionalmente inferiores a los de la generación precedente. «Si hubiera empleos, y buenos empleos, ya vendrían cotizantes...», señala Jacobo Blanco.

Por si esto fuera poco, todo ello se agudiza en Asturias, con los menores índices de natalidad del país y la segunda pensión más alta de todas las comunidades tras el País Vasco, gracias en su mayor parte al alto peso de su sector industrial. Y ahí viene otro problema. En general, en la Unión Europea la jubilación es más tardía y la esperanza de vida es menor, pero retrasar la edad de retiro en actividades que requieren ciertas condiciones físicas, como es el caso de las industriales, tampoco es sencillo. Se trata, en apariencia, de lograr la cuadratura del círculo. De ahí la necesidad de la reforma del sistema de la que, de momento, solo se conoce una parte, a la espera de detalles fundamentales como el mecanismo de equidad intergeneracional que se prevé aprobar en noviembre, precisamente por el aumento de la esperanza de vida.

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