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De forma discreta, la térmica de Aboño ha cumplido medio siglo como garante del suministro energético de la región. Una infraestructura clave para Asturias y para su industria, el 15 de marzo de 1974, a las 17.05 horas, se acoplaba por primera vez ... a la red su grupo 1. Y celebra 50 años en un momento de profunda transformación. Tras ser levantada por Hidroeléctrica del Cantábrico, cuya propiedad asumió después EdP, el grupo luso selló a finales del año pasado una alianza con Corporación Masaveu por la que esta última toma el control del 50% de su capital y, a la vez, ambos impulsan la conversión a gas del grupo 2. De hecho, en febrero anunciaron la contratación de Duro Felguera para acometer la obra de adaptación. La cuantía del contrato no se ha hecho pública, pero en su momento se cifró la inversión necesaria en 40 millones de euros.
Está previsto que, gracias a esta conversión, en 2025, la instalación abandone el carbón, el combustible que la ha abastecido todo este tiempo, aunque no el único. Aproximadamente un año después de su puesta en marcha, la central comenzó a valorizar también los gases siderúrgicos de la recién construida planta de la Unión de Siderúrgicas Asturianas Sociedad Anónima (Uninsa), en uno de los primeros grandes exponentes de economía circular del país y aún hoy en día ejemplo único de reaprovechamiento.
En realidad, la central surgió como un elemento complementario a la oleada industrializadora que vivía Asturias en aquella época. Las obras arrancaron en 1969. Ensidesa ya funcionaba en Avilés y la siderúrgica gijonesa lo haría dos años después, en 1971, sin la central térmica que inicialmente se había proyectado. Así, Prudencio Fernández y Fernández-Pello, director general de Hidroeléctrica, convenció a Uninsa para que fuera su empresa la que construyera la instalación, consumiendo sus gases de horno alto así como carbón asturiano. Después, ya llegaría el foráneo.
La obra, no sin dificultades, corrió a cargo del ingeniero Jorge Díaz-Caneja. Entre otros problemas, hubo que salvar 25 metros de lodo que separaban la superficie de la roca firme. El cuerpo central, revestido y ornamentado por una serie de franjas de colores en chapa ligera, interrumpidas en lugares precisos por miradores, fue obra del arquitecto Joaquín Vaquero Palacios y la inauguración oficial se celebró más de un año después, en agosto de 1975, con la presencia del ministro de Industria, Alfonso Álvarez Miranda. Ya, en 1985, se puso en marcha el grupo 2, que una vez que EdP abandone el carbón será el único que siga funcionando, aunque solo con gas natural y gases siderúrgicos. Al menos, de momento, porque EdP mira más allá y avanza en su proyecto del Asturias H2 Valley, el valle del hidrógeno asturiano que colocará la central en un futuro descarbonizado.
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