NOELIA A. ERAUSQUIN
GIJÓN.
Domingo, 20 de noviembre 2022, 01:23
Isastur e Imasa miran al futuro con optimismo, tras una travesía del desierto cuya dureza no esconden y cuyos efectos aún se notan, aunque ya ... no ahogan. El frenazo que supuso la pandemia fue un duro golpe para el sector de las ingenierías, que vieron cómo sus proyectos se paralizaban, las contrataciones se bloqueaban y los costes, a la vez, se elevaban. Y la incertidumbre generada por la guerra de Ucrania tampoco ha ayudado en el inicio del año. Sin embargo, la convicción de que hay que desligarse de los combustibles fósiles procedentes de Rusia lo más pronto posible y las prometidas ayudas de los fondos Next Generation, que se espera que, por fin, fluyan, están provocando un auténtico boom de renovables.
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«En esta última fase del año la contratación es muy buena», explica el presidente de Isastur, Fernando Alonso. Incluso en la actual coyuntura inflacionista, que estrecha los márgenes de muchas empresas, destaca las posibilidades del grupo. «Los problemas de rentabilidad estaban en los proyectos de la covid, ya no ahora», insiste.
En el caso de Imasa, su director general, José Ignacio Martínez Espinar, también percibe «un claro cambio de tendencia». De hecho, en los últimos cinco meses su compañía ha conseguido contratos por 85 millones de euros, «lo que ha tenido el consecuente impacto positivo sobre la cifra de cartera que actualmente tiene la sociedad». Se espera así que inicie «la senda de la recuperación planificada».
Las dificultades de la covid llevaron tanto a Isastur como a Imasa -y también a Duro Felguera- a solicitar ayuda financiera a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) a través del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas, diseñado por el Gobierno para respaldar a compañías muy afectadas por las consecuencias de la pandemia que tuvieran ese carácter decisivo y que fueran viables. La lentitud en la concesión de esas ayudas se demoró más de un año. De hecho, en su caso, se aprobaron 'in extremis' a finales de junio, cuando la autorización de Bruselas para este tipo de facilidades ya vencía, y llegaron aún más tarde, a Imasa en julio, lo que les permitió tener un agosto más tranquilo, y a Isastur en septiembre. Todo ello complicó una recuperación más rápida, pero ahora en ambas empresas se respira con cierta tranquilidad.
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Isastur, con más de 1.200 trabajadores -unos 500 en Asturias-, aún sufre algunas dificultades técnicas y las líneas de avales comprometidas también se están retrasando, lo que incide en la producción, «pero las perspectivas son muy buenas». De hecho, en renovables «no pueden ser mejores», explica Alonso, que destaca el aumento de la contratación.
Desde sus inicios, hace casi 45 años, Isastur se ha dedicado a desarrollar proyectos vinculados con el sector de la energía, con un importante despliegue en países de Europa, América, norte de África y Oriente Próximo. Sin embargo, «en un contexto en el que ya es evidente que todos los países deben disminuir su dependencia de los combustibles fósiles, España se encuentra en una posición privilegiada: tenemos un gran recurso solar, tenemos los emplazamientos para su implantación y tenemos la tecnología para su desarrollo», destaca José Antonio Álvarez, director comercial y de desarrollo de negocio en Isastur, que confía en que «la evolución de los precios de la energía y la deseada independencia energética, sumado a los objetivos fijados de descarbonización, harán que la inversión se centre en este sector». De hecho, su grupo ya percibe una fuerte demanda de plantas de generación renovable, lo que ha elevado su cartera de pedidos en ejecución a los 160 millones, de los que el 60% están en España, principalmente en Aragón, Andalucía y las dos Castillas. También se empiezan a materializar los primeros proyectos relacionados con el hidrógeno verde. La compañía está ejecutando la primera planta de generación de este gas renovable del norte de España y se encuentra en fase avanzada de estudio de otras instalaciones.
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Imasa también destaca el impulso en el mercado en algunos de los sectores en los que la compañía desarrolla su actividad. Con algo más de 900 empleados, de los que más de 400 están en Asturias, tiene en ejecución plantas solares fotovoltaicas, reconstrucción de baterías de cok, instalaciones de sistemas de control de emisiones, de tecnología de ciclo higroscópico, de valorización energética o la construcción de una nueva línea de calcinación y planta de briquetado, entre otras. «Está claro que el sector de energía renovable va a ser uno de los que más inversión va a generar estos próximos años, pero también se van a llevar a cabo nuevos proyectos de inversión en los sectores de petróleo y gas, sobre todo en refinerías, y minería y siderurgia, debido a los bajos niveles de inversión de la última década», destaca Martínez Espinar.
Su empresa, tras centrarse en España durante la pandemia, cuenta con nuevas adjudicaciones en países como Brasil, República Dominicana, Holanda, Francia y Turquía y tiene negociaciones avanzadas en Jordania, Marruecos y varios estados latinoamericanos. «Esperamos que, de nuevo, la cifra de ventas procedente de mercados internacionales tenga un crecimiento sustancial en los próximos ejercicios», subraya, aunque ajustando los criterios de riesgo.
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Mientras, el impacto de los fondos Next Generation, como tal, aún no se percibe, aunque sí destaca la alta liquidez y que su previsible llegada favorezca que promotores pongan en marcha en un futuro próximo proyectos industriales y energéticos que se quedaron en modo espera.
Así, Álvarez Ruiz es claro: quedan ocho años, hasta 2030, para alcanzar los objetivos fijados en España de ampliación del parque fotovoltaico a razón de 3 GW/año, mientras que la Unión Europea se fija que en 2050 el 12% de la energía consumida proceda de 'hidrógeno verde' y que más de la mitad pueda proceder de España. «Por todas estas razones, tenemos motivos para ser optimistas en el sector en el que desarrollamos nuestra actividad y poner los medios para poder alcanzar estos objetivos», recalca.
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Incluso la alta inflación no se ve como una gran amenaza. «No tiene tanta importancia porque muchos de los precios en los proyectos son revisables y los precios suben para todos. Otra cosa es que la inflación alta retraiga la inversión», argumenta Fernando Alonso. El impulso del mercado «nos permite ser optimistas, a pesar del contexto actual de fuerte inflación», coincide Martínez Espinar. Las dos históricas empresas asturianas vuelven a volar.
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