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salvador arroyo
Corresponsal. Bruselas
Jueves, 10 de septiembre 2020, 22:39
El Banco Central Europeo (BCE) optó este jueves por insuflar confianza. Su presidenta, Christine Lagarde, verbalizó la estrategia nada más iniciar su intervención desde Francfort. «Los indicadores adelantados apuntan a un fuerte rebote de la economía», aseguraba en referencia al diagnóstico para el tercer trimestre. ... A partir de ahí, más datos para el optimismo: la caída del PIB de la Eurozona será del -8% en 2020 (y no del -8,7% que se predijo en junio); y el riesgo de deflación está retrocediendo este septiembre, lo que dejaría en dato no condenatorio el -0,2% de los precios de agosto. El negativo no se impondrá en el global del año.
Que nadie se llame a engaño. El escenario aún es opaco. Pero menos, si se tiene en cuenta un tono, el de Lagarde, que abre algún hilo de claridad entre nubarrones. Eso sí, sin conocerse aún el impacto de la segunda ola de la pandemia. Esos rebrotes «son vientos en contra para las perspectivas a corto plazo», advirtió. Así que «recuperación significativa» (desde niveles muy bajos) de la demanda interna de la Eurozona, pero con «elevada incertidumbre».
La cascada de mensajes positivos brotó tras una reunión del Consejo de Gobierno del BCE que no dejó nuevas medidas extraordinarias. El arsenal de estímulos en activo contra el coronavirus sigue plenamente válido. Y funciona. La institución reafirma la eficacia de su programa de compra de activos por valor de 1,53 billones de euros hasta, al menos, junio de 2021 y en todo caso, mientras duren los efectos de la Covid-19; sigue con el plan simultáneo de adquisición de deuda de 20.000 millones mensuales (reforzado con 120.000 millones más). Y sigue sin desanclar los tipos de interés, en bajos históricos: el general en el 0%, la tasa de facilidad de depósito en el -0,50% y la de facilidad de préstamo en el 0,25%.
No se esperaba más munición. Y no la hubo. Queda en reserva. Al menos hasta diciembre. Ante un empeoramiento general. Pero también como respuesta a una inflación en cotas de descenso e incluso a esa apreciación del euro frente al dólar que ayuda poco al despegue de los precios y menos a las exportaciones, algo que acusan países como Alemania.
En lo que se refiere a los precios, y teniendo en cuenta que el objetivo para el principal emisor del euro es rondar el 2%, las proyecciones siguen muy alejadas: una inflación del 0,3% en 2020, del 1,0% en 2021 y del 1,3% en 2022. La misma fotografía que se avanzó en junio. Y sobre la mayor fuerza de la divisa europea frente a la norteamericana, el BCE opta por vigilar la evolución «de cerca». «Estudiaremos cuidadosamente la evolución del tipo de cambio». No se entra en pánico.
De hecho, el mismo discurso de Lagarde desde Francfort elevó puntualmente a 1,19 el valor del euro frente al billete verde (casi un 6% más que en junio). «El Consejo de Gobierno ha discutido la apreciación del euro, pero nuestro objetivo no es el tipo de cambio, sino la estabilidad de los precios», remarcó la francesa.
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