Qué son las baterías

En 1800 un invento revolucionó el mundo. Alessandro Volta había logrado crear el primer dispositivo que conseguía un flujo más o menos constante de corriente eléctrica: la pila. Era rudimentaria, hecha con discos de zinc, cobre y cartón o tela empapados en salmuera, pero fue decisiva en el desarrollo de los equipos eléctricos. Había nacido el antepasado de las actuales baterías, que ahora se erigen como un elemento crucial en el camino hacia la descarbonización, aunque no están exentas de polémica.

Los proyectos de Sistemas de Almacenamiento de Energía de Baterías (BESS, por sus siglas en inglés) se multiplican. El Principado ya cuenta con 170 solicitudes de este tipo de instalaciones. De ellas, 47 están en tramitación administrativa y 35 han salido a información pública.

El auge de estos proyectos viene derivado de dos factores fundamentales: la necesidad de almacenar electricidad ante el auge de las renovables y el interés comercial, ya que estas instalaciones cada vez son una inversión más rentable a largo plazo.

El almacenamiento de electricidad es necesario en el contexto actual, dado que las fuentes de generación 'verdes', como la eólica o la solar, no siempre están disponibles. Con el cierre de las centrales que se basan en combustibles fósiles, se pierde la seguridad de suministro, su disponibilidad en cualquier momento. De ahí que haga falta poder acumular la electricidad de alguna forma en los momentos en los que hay un exceso de oferta para poder utilizarla cuando sea necesaria.

Las baterías no son la única fórmula que existe. Entre las más conocidas destaca también el bombeo hidráulico o el hidrógeno, pero hacen falta todos si se quiere tener éxito en la transición energética. Para cumplir con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), el Gobierno aprobó la Estrategia de Almacenamiento que contempla disponer de una capacidad de almacenamiento en 2030 de 20 GW y de 30 GW en 2050. Su objetivo es estabilizar las redes, mejorar la integración de las renovables y, por tanto, facilitar la descarbonización. Incluso permiten aplanar los precios de la luz, poniéndola a disposición del sistema cuando escasea. La Agencia Internacional de la Energía ha pedido en su informe 'Baterías y transiciones energéticas seguras' multiplicar por seis la capacidad mundial.

El problema, sin embargo, es que este tipo de proyectos está proliferando por toda Asturias sin que exista una regulación adaptada al contexto actual. Vecinos y ecologistas denuncian que no presentan suficiente separación entre los parques y las viviendas, que va a existir una fuerte contaminación electromagnética que sería un riesgo para la salud de las personas y que, en caso de accidente, como puede ser un incendio, el impacto sería enorme. De ahí que reclamen que las autorizaciones atiendan a criterios prácticos y responsables y, sobre todo, que se instalen únicamente en zonas industriales. La mayoría de los planes, sin embargo, se decantan por el medio rural.

Pero, ¿qué es realmente un sistema BESS?

Más allá de las propias baterías, que son el elemento principal, se trata de un complejo sistema formado por distintos componentes que trabajan juntos y puede tener distintos tamaños.

Las baterías, en sí mismas, están albergadas en contenedores, como podrían ser los que se ven en los puertos, y las hay de distintos tipos, de iones de litio, las más habituales, pero también de plomo-ácido o de flujo redox, entre otros. Además, hace falta un inversor, que se encarga de convertir la corriente continua de estas en corriente alterna, que se utiliza en la red eléctrica, y viceversa; también un controlador, que monitoriza la carga y descarga y controla el flujo de energía; un sistema de refrigeración, otro gestión de la energía y dispositivos de protección y seguridad. Además, todo ello puede estar ligados a fuentes renovables que cargan las baterías o ser 'stand alone', que toman la electricidad de la red cuando hay un exceso de generación y los precios son más bajos, para venderla cuando esasea y son más caros.

«Reconociendo la necesidad de este tipo de instalaciones para dar respaldo al sistema eléctrico, no podemos ubicarlas en cualquier sitio», reconoció esta misma semana el viceconsejero de Industria y Transición Justa, Isaac Pola. Su consejería, junto a la de Ordenación del Territorio que lidera Ovidio Zapico, trabaja en una regulación que es fundamental para abordar la descarbonización. Esta transformación se basa en buena medida en la electrificación de procesos, lo que derivará en un aumento de la demanda, y que las fuentes energéticas pasen a ser renovables y, por tanto, intermitentes. De ahí que se rechace una moratoria como la que ha pedido el PP y se esté buscando cómo conciliar las diferentes posiciones e intereses sobre los criterios para su implantación, desde la seguridad jurídica demandada por los promotores a la inquietud social generada y la preocupación de los ayuntamientos, varios de los cuales ya han mostrado su oposición. Alguna corporación, como la de Candamo ha aprobado por unanimidad el rechazo a instalar parques de baterías.

Mientras, los promotores defienden que este es el único camino posible si se quiere ir prescindiendo de los combustibles fósiles. La Asociación Empresarial de Pilas, Baterías y Almacenamiento Energético (Aepibal) celebró el pasado martes una jornada en Oviedo en la que su presidente, Luis Marquina, defendió la seguridad de las instalaciones, tanto para la salud como para el entorno, su necesidad para abordar la transición energética y las oportunidades que tiene Asturias, con capacidad en las redes, para ser un elemento clave en el almacenamiento energético nacional. Se trata de «una oportunidad industrial masiva», asegura, pero la polémica está servida.