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Liberbank y Unicaja reúnen esta tarde a sus consejos de administración para cerrar el acuerdo de la fusión. Un último trámite que, salvo sorpresa, contará con el visto bueno de sendas entidades y dará lugar al quinto conglomerado financiero español. Las conversaciones entre el ... banco malagueño y el que resultó de la fusión de las antiguas cajas de ahorro de Asturias, Cantabria y Castilla-La Mancha han ido bastante más rápido que en su intento frustrado de 2019. Quizá porque parte del camino ya estaba andado o, también, porque la presión del calendario ha acelerado los ritmos. El objetivo era llegar a un acuerdo antes del 31 de diciembre, plazo de validez de las cuentas utilizadas para la 'due diligence'. Esto es, la auditoría elaborada por consultores externos para determinar si sendas entidades cumplen con la diligencia debida. Esta fase, que fue anunciada el 5 de octubre -el día que se oficializaron los contactos- permitió a cada banco tener acceso a las cuentas y la información relevante del otro para, por ejemplo, confirmar que no existen riesgos legales sustanciales derivados de su actividad.
Aunque la tónica general ha sido el entendimiento, el temor a que todo descarrilase, al igual que en 2019, estaba ahí. Casi todas las asperezas se fueron limando en estos dos meses y medio hasta que se llegó a un escollo que, por momentos, pareció insalvable: la gobernanza de la entidad resultante de la integración. Y aquí no ha pesado tanto cómo será el reparto de poder en el corto plazo, sino con otra fecha en el horizonte: 2023. En lo inminente, siempre quedó fuera de discusión que el consejero delegado de Liberbank, Manuel Menéndez, conservará este mismo puesto en la entidad resultante. También hará lo propio el presidente de Unicaja, Manuel Azuaga. En 2023, tocará la jubilación de este último, que cumplirá 75 años abriendo la intención de Unicaja de dejar atada la sucesión. No tanto en lo que sería un debate de nombres, sino amarrando el poder para la entidad malagueña y cortando el paso a que el asturiano pudiera ascender a la presidencia ejecutiva de la entidad llegado el momento.
En toda esta discusión entró en juego otro actor, realmente el instigador de todo este debate, el Banco Central Europeo. El organismo comunitario, aunque permitirá una moratoria de dos años -hasta la jubilación del presidente de Unicaja- no quiere una cúpula de poder bicéfala.
Fuentes financieras confirman que este obstáculo ha sido superado. Inicialmente, varios consejeros de la entidad malagueña presionaron para que se forzase la salida de Manuel Menéndez dentro de dos años y, de esta forma, recuperar el mando ejecutivo del banco fusionado. Un aspecto que nunca fue considerado una opción del lado de Liberbank. Finalmente, parece que se ha encontrado una vía intermedia que convence a ambas partes. Esta solución pasará por retrasar a dentro de dos años la elección del nuevo consejero delegado. En definitiva, en 2023 se reevaluarán las funciones del consejero delegado y del presidente y el consejo de administración nombrará al consejero delegado, sin que haya dentro del pacto que está a punto de firmarse, una asignación previa de puestos.
En contraste, la operación de canje, que no deja de ser el estricto reparto de poder entre sendas entidades, quedó despejado tempranamente. Tanto Liberbank como Unicaja consideran que han cedido en este punto. La entidad andaluza borró una de sus líneas rojas, que era el 60% para que fuera rentable la transacción, y Liberbank aceptó un porcentaje inferior al que podría derivarse de la diferencia de activos al finalizar el tercer trimestre de 2020, cuyo resultado daría un 57%-43%. Finalmente este reparto quedará en un 59,5%-40,5%.
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