AMPARO ESTRADA
MADRID.
Sábado, 28 de noviembre 2020, 01:37
No habrá fusión entre BBVA y Banco Sabadell. Al menos por ahora. Pero la presión de la crisis y de los reguladores permanece y el futuro en solitario no se presenta halagüeño para la banca. Especialmente para el Sabadell, que en Asturias opera como ... SabadellHerrero, cuya rentabilidad y capitalización se ha desplomado. Ayer la Bolsa premió al 'banco azul' con una subida del 4,99% (el mejor del Ibex) y sancionó con dureza a la entidad catalana: cayó el 13,58% (fue el peor).
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Rotas las conversaciones, el banco presidido por Josep Oliu anunció que se va a centrar en su negocio en España e intentará colocar el británico TSB, mientras el futuro del BBVA también pasa por un cierto repliegue tras vender su filial en EE UU y señalar que no quiere aumentar su participación en el Garanti turco, donde controla casi el 50%.
Este repliegue al mercado doméstico más parece una parada temporal a la espera de otra oportunidad. No sería la primera vez que dos entidades bancarias rompen y, tiempo después, regresan. Como Liberbank y Unicaja, que un año después de fracasar en la fusión, han vuelto a negociar.
Aunque las conversaciones entre BBVA y Sabadell no hayan llegado a buen puerto, eso no hace desaparecer la presión por las fusiones. Desde los test de estrés de finales de 2018, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, lleva insistiendo en que BBVA y Sabadell, junto con otros bancos europeos, deberían aumentar su solidez para enfrentar los desafíos futuros y que, por lo tanto, «serán monitorizados de cerca».
La historia del sector bancario es una historia de fusiones. Lejos quedan los años en que se unieron rivales como el Banco Bilbao y el Vizcaya para dar lugar al BBV. Entonces la unión hacía la fuerza. Ahora las fusiones son todas defensivas, en un intento de lograr levantar la maltrecha rentabilidad del sector debida al prolongado periodo de bajos tipos de interés -que se va a mantener hasta 2025- y al que se le viene encima un aumento de la morosidad por el coronavirus.
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Es en este contexto donde se enmarca el intento fallido de fusión. La rentabilidad del Sabadell se ha desplomado en un año del 8,58% al 1,85%, mientras que la del BBVA ha caído a la mitad: pasa del 12,2% al 6,9%. Las provisiones que han tenido que hacer por el menor valor del fondo de comercio y por el aumento esperado de la morosidad explican ese derrumbe. Con este escenario, la gran cartera de préstamos a pymes (muchas del sector turístico) del Sabadell parece más un posible problema que un tesoro.
La operación ha terminado sin acuerdo porque al Sabadell no le ha parecido suficiente el canje ofrecido por el BBVA. Pero cuando las alianzas se hacen entre un pez grande y otro más chico, la fusión se convierte en una absorción. La diferencia de tamaño entre ambas entidades es muy significativa: el BBVA es el triple que el Sabadell en activos: 727.014 millones frente a 236.094. Se da la circunstancia de que en Asturias la entidad catalana, gracias a la absorción del Herrero, es mayor que la vasca, con un centenar de oficinas de la primera por 52 de la segunda.
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Y la nueva hoja de ruta del Sabadell supone que va a empequeñecer aún más. El banco quiere desprenderse de TSB, la filial británica por la que pagó 2.300 millones en 2015 y que le ha costado mucho más por los problemas informáticos y de reputación en Reino Unido. El 'Brexit' y, sobre todo, la inexistencia de un acuerdo para la salida de ese país de la UE, eliminan de entrada el interés de otros bancos europeos por TSB y reduce los posibles compradores. Todo ello hace pensar que, si Sabadell logra vender TSB, será con pérdidas. Ya casi no le quedan más activos tras vender Solvia, su gestora de fondos a Amundi.
Para mejorar la rentabilidad tiene que ajustar costes: ayer mismo pactó con los sindicatos recortar 1.800 empleos -hasta 72 en Asturias-, con prejubilaciones a partir de 56 años. Quienes se acojan a la prejubilación cobrarán el 75% hasta los 63 y un convenio especial con la Seguridad Social con actualización del 1% anual. La cuantía máxima sería de 300.000 euros para los nacidos en 1962, 1963 y 1964, y de 280.000 para el resto.
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En cuanto al BBVA, dice no querer incrementar su apuesta por Garanti, pero su consejero delegado, Onur Genç, viene de allí. Turquía es problemática, pero el nivel de bancarización es muy bajo, lo cual deja mucho margen para desarrollar allí el negocio bancario puro. BBVA podría destinar parte del dinero de la venta de Estados Unidos a recomprar acciones y dar una alegría al accionista, pero eso no es un plan de futuro, tampoco quedarse quieto.
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