Los accionistas de Liberbank y Unicaja aspiran a que su beneficio crezca un 50% con la fusión

Según el documento con la información descriptiva de la operación, esta tendrá un impacto positivo en todos los grupos de interés, ya que los accionistas lograrán más rentabilidad, una mayor generación de capital orgánico y dividendos más altos, mientras que los clientes tendrán «una mayor accesibilidad, trato personalizado y alta inclusión financiera». Para los empleados, por su parte, señala que supondrá una mayor capacidad de atraer el talento y recibir formación.

Los análisis previos calculan unos ahorros de costes de aproximadamente 192 millones de euros anuales –de forma plena a partir de 2023–, lo que le permitirá mejorar su rentabilidad respecto a las previsiones del mercado y que la ratio de eficiencia avance alrededor de 11 puntos. Se trata, en definitiva, de hacer un banco más fuerte, con más tamaño para afrontar los retos que tiene el sector, como el escenario de bajos tipos de interés, su necesaria transformación digital o los estragos de la crisis, que apuntan a un incremento de la morosidad en los próximos meses.

Los accionistas de Unicaja, aprobarán, además, una renovación parcial del consejo de administración para dar entrada a los consejeros procedentes de Liberbank, empezando por el consejero delegado, que será el asturiano Manuel Menéndez, mientras que el presidente del banco malagueño, Manuel Azuaga, permanecerá como presidente ejecutivo. También se incorporarán del lado de Liberbank: Ernesto Tinajero, Felipe Fernández (Fundación Cajastur), David Vaamonde (Oceanwood), Jorge Delclaux y María Luisa Garaña, mientras que la familia Masaveu, histórica en la entidad asturiana, se quedará fuera del nuevo consejo.

La fusión, sin embargo, no se hará oficial hoy tras las respectivas juntas, ya que quedarán pendientes las autorizaciones del Banco Central Europeo, de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia y de la Ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño. Se espera que estas lleguen a final del semestre y que la nueva entidad se pueda inscribir en elRegistro Mercantil entre junio y julio. Entonces, Liberbank desaparecerá como banco, ya que se trata de una fusión por absorción por parte de la entidad malagueña. No obstante, seguirá funcionando como marca en los territorios en los que tiene una mayor implantación, como es el caso de Asturias.

Con esta operación, muy complementaria en términos geográficos, el banco tendrá presencia en el 80% del territorio nacional y será la entidad de referencia en seis comunidades: Asturias, Andalucía, Extremadura, Castilla y León, Casilla-La Mancha y Cantabria, además de tener posibilidades de competir en otros mercados como Madrid, donde tiene capacidad financiera para incrementar su cuota de mercado.

Este escaso solapamiento en la red comercial permitirá evitar un ajuste en el empleo mayor, que se concentrará, sobre todo, en los servicios centrales y que se espera que se realice mediante salidas no traumáticas. La plantilla de ambas entidades roza las 10.000 personas.A cierre de 2020, Liberbank contaba con 3.706 trabajadores, de los que alrededor de 650 estaban en Asturias, y Unicaja con 6.209. A ellos hay que añadir el personal de empresas participadas que trabajan para la matriz, como Liberbank TI, especialista en tecnologías de la información, o Procesa Recuperación de Activos –en Asturias suman unos 200 empleos–.

La fusión permitirá, además, a la entidad resultante reforzar su posición en banca minorista en España, con más de 4,5 millones de clientes y cuotas de mercado sustanciales en todos los productos clave: depósitos (4,7%), créditos (4,2%) y recursos fuera de balance (3,3%).

Desde hace dos años, cuando ambas entidades comenzaron a negociar su fusión, el sector apuntaba a la idoneidad de esta operación, tanto por esa complementariedad geográfica como por la similitud de los dos bancos en cuanto a modelo de negocio, con balances conservadores. El primer intento, sin embargo, fracasó por las diferencias sobre la ecuación de canje y la gobernanza. En plenas negociaciones, además, Abanca había anunciado su intención de presentar una opa sobre Liberbank, que desde el principio no contó con el visto bueno del consejo de administración y que también se frustró.

La irrupción de la pandemia, sin embargo, permitió borrar las líneas rojas entre Unicaja y Liberbank, tanto por la presión de los reguladores y supervisores bancarios, que quieren entidades más fuertes y resilientes ante cualquier crisis –como la derivada de la covid–, como por la previsión de que el periodo de estímulos económicos, y por tanto de los bajos tipos de interés, se iba a alargar mucho más en el tiempo. Y eso supone un gran problema para los bancos procedentes de las antiguas cajas de ahorros, cuya actividad está más centrada en el negocio tradicional: los préstamos a particulares.

Esto, sin embargo, hace también que tanto Unicaja como Liberbank afronten su fusión con una exposición reducida a los sectores más afectados por la pandemia. De hecho, se prevé que la entidad resultante alcance una ratio de capital de máxima calidad (CET 1 fully loaded) del 12,4%, la más elevada de las entidades cotizadas, que se sitúe como la primera de España en ratio de cobertura de activos irregulares (67%) y la segunda entre las entidades cotizadas con la ratio de préstamos dudosos más baja, del 3,8%.

Asimismo, se prevé que la sólida posición de capital de Unicaja Banco y Liberbank previa a la fusión permita absorber los costes de reestructuración y realizar importantes provisiones de manera acelerada para incrementar el ritmo de reducción de activos improductivos.