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P. L.
GIJÓN.
Sábado, 10 de agosto 2019, 02:40
El Principado tarda una media de 23 días en abonar las facturas a los autónomos por sus servicios. De modo que cumple con la el plazo establecido en la Ley de Morosidad, que fija en 30 días el plazo máximo para el pago por parte ... de las administraciones. Solo otras siete comunidades cumplen con esta normativa: Galicia (18 días), Andalucía (20), País Vasco (21), Madrid (24), Navarra (25), Castilla y León (26) y Canarias (27), según los datos recopilados por la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos-ATA. En el otro extremo, se sitúan Cantabria y la Comunidad Valenciana, con 56 y 51 días de media.
«Los ayuntamientos de Gijón y Oviedo están en 28 y 29 días, lo cual no está mal del todo, sobre todo si tenemos en cuenta que en Jerez, por ejemplo, la media está en 320», señaló Patricia Oreña, presidenta regional de ATA. En los municipios más pequeños, los autónomos sí encuentran mayores dificultades para cobrar en un plazo razonable, apuntó. No obstante, Oreña reconoció que, en los últimos tres o cuatro años, «se ha hecho un esfuerzo» en Asturias para cumplir con el plazo legal de abono de las facturas. «Ha sido por voluntad de la Administración autonómica en agilizar los pagos», indicó.
No obstante, propuso que se instaure un régimen sancionador para que gobiernos y ayuntamientos no se retrasen en los pagos. «Es injusto que cuando los ciudadanos no pagan a tiempo reciban una sanción, mientras que no ocurre nada si lo hace una administración», manifestó. Y es que la morosidad es un lastre para muchos autónomos que, en el peor de los escenarios, se ven obligados a echar el cierre por no contar con la liquidez suficiente derivada de estos retrasos.
El perfil de los autónomos asturianos difiere del que presenta la media nacional. Entre los trabajadores por cuenta propia de la región hay menos peso de los jóvenes y más de las mujeres, una importante influencia de la agricultura y escasa presencia de extranjeros. La estructura económica del Principado tiene mucho que ver en esto. La tradicional dependencia del sector público no creó, precisamente, un caldo de cultivo positivo para el emprendimiento y, ahora, la mayor pujanza de la industria, que atrae a muchos profesionales, tampoco fomenta el autoempleo.
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