-¿Cuáles son las perspectivas del sector para este año?
-El pasado ejercicio lo cerramos con un aumento de la cifra de producción del 5,3%. Hemos exportado menos que en 2017, pero seguimos siendo, con 2.930 millones de euros, el 68% de las exportaciones asturianas y mantenemos el nivel de empleo. Otro aspecto a destacar en 2018, son las medidas tomadas para la especialización tecnológica y la mejora de la competitividad, que nos están permitiendo mantener un ritmo estable de crecimiento. Este año lo hemos comenzado en positivo, habiendo alcanzado un convenio a tres años, que es el aspecto relevante porque nos da una predicibilidad de cuál va a ser el aumento de los costes laborales y así centrarnos más en las mejoras de productividad. Salvo este factor que tenemos acordado, todo lo demás es un entorno de una gran complejidad e incertidumbre.
«En el País Vasco los profesores viven el ritmo de la empresa, no trabajan en silos»«No sabemos el coste que tendremos que soportar por el Plan de Energía y Clima»
-¿Qué les genera inquietud?
-Tenemos factores geopolíticos en los que obviamente no tenemos ninguna capacidad de influencia, pero vamos a sufrir las consecuencias. Estamos hablando del 'Brexit'. El volumen de exportaciones del sector del metal a Reino Unido tiene su importancia porque es el cuarto país de la Unión Europea al que destinamos nuestros productos y, aunque no quiere decir que vayamos a dejar de vender allí, tendremos que empezar con trámites aduaneros, un ciclo de entrega más corto, temas de impuestos... que añaden una mayor complejidad para poder hacer las ventas en el caso de que no se produzcan otros efectos no deseados.
-¿Y la desaceleración que algunos expertos prevén para este año?
-En 2019 todas las previsiones apuntan a una desaceleración, que se ha producido especialmente en la locomotora, Alemania. Y esto tiene también un impacto en las exportaciones del metal, si bien es cierto que esa desaceleración de la economía alemana está influida por dos factores. Por un lado, el sector de la automoción, donde el nivel de ventas parece que se ha reducido y es lo que está provocando que las previsiones sean a la baja. Y el otro es el impacto de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que afecta también a las posibles exportaciones y a todo lo que es la fabricación del sector de la automoción en Europa con respecto a Estados Unidos y China. Esto nos hace tener un planteamiento prudente.
-Un conflicto que repercute directamente en Asturias por las exportaciones de acero para automóviles.
-Nos afecta por partida doble: por el acero que estemos entregando a las plantas españolas, que también están teniendo sus dificultades, así como por el exceso de capacidad que se les genera a las factorías europeas y toda la problemática de distribución de volúmenes entre los centros productivos de Europa.
-Precisamente Arcelor justifica las paradas por el descenso de los pedidos para el sector de la automoción y las auxiliares llaman a la huelga. ¿Hay preocupación por ello?
-Vivimos en un entorno volátil, complejo, incierto y ambiguo. Es cierto que la guerra comercial y el 'Brexit' afectan, pero también los anuncios que se han hecho sobre si los motores de combustión deben tener un ciclo de vida corto o largo y si el diésel tiene que permanecer o ser sustituido. Todas esas informaciones no son metabolizadas al mismo tiempo por la sociedad y los países y provocan alteraciones. Si Arcelor deja de recibir pedidos del sector de la automoción porque este último tiene que reconfigurar su programa de producción para incorporar más motores de gasolina y menos de diésel, cuando no tiene suficiente capacidad para hacerlo, necesita tiempo para reaccionar. Entonces lo que tiene que hacer Arcelor aguas arriba es ajustar la oferta a la demanda que tiene. Y probablemente tenga que reducir el número de turnos y, por tanto, realizar los ajustes laborales necesarios. De modo que es preciso que el diálogo y la información sigan siendo los elementos de gestión compartida para no interpretar que se hacen alegremente. Porque la realidad es la lucha por la sostenibilidad de las empresas.
-Tras una larga lucha, logró firmarse el convenio del metal. ¿Cómo se presenta el empleo en los próximos meses?
-Estable. La digitalización de la economía y el impacto que tiene en la industria es menor que en otros sectores, pero requiere que se vayan sustituyendo un tipo de perfiles por otros nuevos. Hay muchos trabajos repetitivos que, como consecuencia de la automatización, van a ser sustituidos por perfiles diferentes con probablemente menor número de personas, pero muchos más especializadas. Mientras no seamos capaces de aumentar el número de empresas, veremos cómo se van reduciendo, aunque siempre van a ser unos empleos de alta cualificación y alta remuneración. Así que tenemos que conseguir desarrollar una estrategia que nos permita mejorar lo existente y, a su vez, ampliar la base de empresas para que vengan con el empleo que todos estamos buscando.
-¿Existen dificultades para encontrar personal cualificado?
-Sí. En el corto plazo, hay necesidades urgentes de especialidades que no somos capaces de encontrar. Hay un desacople entre cómo los programas de formación se plantean y cómo se generan las necesidades de las empresas. Tenemos que trabajar para resolver esto en el medio plazo. La perspectiva en el largo plazo es lo que hace a Fade decir que la formación tiene que estar mucho más vinculada a las necesidades de las compañías. Es decir, que no solo se dé en el aula, sino que se incorpore la dualidad de poder estar en la empresa.
-¿Es el País Vasco el espejo en el que mirarnos en cuanto a la FP?
-El País Vasco tiene una singularidad, que es que el sistema de formación está muy ligado a la comarca. De modo que un profesor de FP está en permanente contacto con las empresas, así que se actualiza con lo que las empresas le cuentan, con lo cual esa vinculación de la oferta y demanda la hacen de forma natural. En el País Vasco, los profesores viven el ritmo de la empresa, no se consideran sistemas trabajando en silos y en secuencia.
-¿Cómo puede ser realmente justa la transición energética?
-Nos han contado todos los aspectos positivos del Plan Nacional de Energía y Clima, nos han puesto unos plazos y nos queda por conocer la financiación, el coste que tendremos que soportar y cuál va a ser la contribución de la industria por el desarrollo de nuevas tecnologías y de nuevos materiales para la consecución de esos objetivos. Nos falta por determinar cuál va a ser el coste de energía y si este va a reducir la diferencia que tenemos con respecto al resto de países, que son los que están compitiendo con nosotros y que no tienen las mismas condiciones.