Secciones
Servicios
Destacamos
MARÍA JARDÓN
Sábado, 11 de diciembre 2021, 22:29
El centro de Langreo de la multinacional farmacéutica Bayer apuesta una vez más por la economía circular, algo que suele tener muy presente en sus procesos, y lo hace de la mano de la Universidad de Oviedo. En esta ocasión, impulsa un programa de investigación para la revalorización de residuos generados en sus instalaciones durante los procesos productivos, un proyecto que es pionero dentro del sector en la región. Con esta iniciativa pretenden convertir el sulfato cálcico que se genera en la producción de ácido acetilsalicílico –principio activo de la Aspirina– en yeso para poder utilizarlo en la construcción.
Durante los procesos que se realizan en la planta, de forma natural se genera este subproducto. En Bayer lo separan, y como hacen con el resto, ven su utilidad que, en este caso, como apunta Carlos Sánchez López, responsable de Salud, Seguridad y Medio Ambiente de las instalaciones, «desgraciadamente no se puede aprovechar ni internamente ni externamente en el mercado». Esto lo convierte en un residuo inerte por el que la compañía debe pagar para deshacerse de él. «En el momento en el que podamos tener un proceso por el que sea autosostenible, que nos paguen por llevárselo lo que nos cuesta generarlo, estaríamos encantados», añade. Además, se reducirían las emisiones a vertedero, lo que estaría dentro de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). En concreto, «sería el 17 –alianzas para conseguir un objetivo–, lo que a una empresa no le vale otra lo utiliza y de esa manera colaboramos en hacer el mundo un poco más sostenible».
Sánchez aclara que «el proyecto que tenemos con la Universidad es para ver la posibilidad de revalorizar este subproducto, de convertir lo que antes era un residuo en algo que alguien pueda utilizar externamente, esto es el encaje de la economía circular». El sulfato cálcico es yeso y, por ello, apuestan por el sector de la construcción como posible destino para este residuo. Sin embargo, antes de ponerlo a la venta deben estar seguros de la pureza del material y las cualidades que tiene y aquí, es donde entra la Universidad de Oviedo, encargada de la caracterización en la búsqueda de un proceso de adaptación del residuo a lo que realmente necesita el mercado.
Mario Díaz Fernández, catedrático de Ingeniería Química en la Universidad de Oviedo, explica cómo es el proceso que están llevando a cabo en el que, además de él, trabajan la profesora Paula Oulego y un equipo formado por una veintena de personas. «La primera etapa es caracterizar el residuo desde varios puntos de vista: químicamente (se hicieron ensayos de florescencia para ver las impurezas), de FTIR – espectroscopía de infrarrojos–, de termogravimetría para ver la estabilidad... Se hizo una caracterización bastante completa del producto», detalla.
Propiedades mecánicas
El siguiente paso fue ver cómo limpiar o eliminar las impurezas que podían afectar a su utilización y se optimizaron sus características para llegar a tener un producto mejorado, tanto en su estructura como en su aspecto físico, algo esencial para su uso en la construcción. En la tercera etapa, en la que se encuentran en este momento, se analizan las propiedades mecánicas, como la de flexión, compresión y tracción, importantes para el uso que pretenden que tenga y se ensayan tiempos de fraguado o reacciones de agua para ver cómo se aplicaría en la práctica. Hasta ahora se han analizado las propiedades relacionadas con la normativa para materiales de construcción. Díaz señala que «todo esto son procesos muy largos y después, a la hora de su aplicación, puede surgir que una empresa interesada en comprarlo solicite alguna otra propiedad y haya que seguir».
De momento, la conclusión es que «tiene unas características bastante adecuadas para el uso, incluso es muy competitivo», apunta. Un proyecto de investigación que esperan finalizar a mediados de 2022 y para el que, según aclara Díaz, aún faltarían dos puntos clave: «Ver lo competitivo que el producto puede ser en el mercado y los ensayos finales, que se realizarán en Bayer». Esta acción no es la única colaboración de Bayer con la Universidad de Oviedo. Además de esta línea de investigación, la empresa está «contribuyendo a crear buenos profesionales», según Sánchez, al involucrar estudiantes en este tipo de programas que les permiten tener una experiencia previa en la industria. También hace hincapié en que la Universidad no es solo investigación, sino también docencia. «Muchos de nuestros profesionales proceden de esta Universidad. De las personas que tienen grado universitario en nuestra fábrica casi el 80% de ellos proceden de ella», subraya.
A este respecto, el catedrático de IngenieríaQuímica recalca la importancia de este tipo de colaboraciones por la imagen y visibilidad que dan de la comunidad. «Asturias puede ser un polo del sector químico y de procesos, si se consiguen enfocar bien, hay herramientas para ello; tenemos una región donde, salvo petroquímica, contamos con el resto de sectores», añade. Algo en lo que coincide Sánchez:«Tenemos la suerte en Asturias de contar co una industria bastante fuerte y por encima de la media española, por lo que sí, realmente podemos llegar a ser un referente en la industria química y de procesos».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.