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Es habitual que en las postrimerías de cualquier negociación se avance más que en todo el periodo anterior o que tanto se fuerce el tira ... y afloja que la propia relación salte por los aires, incluso con posturas tan cercanas que se rozan. Todo podía pasar ayer entre Arcelor y sindicatos, que llegaron a la reunión celebrada en la factoría vasca de Echévarri, un año después de constituir la mesa de negociación del VIII Acuerdo Marco, sin los deberes hechos y con posiciones muy distanciadas sobre asuntos vitales en la confección de ese documento, desde los incrementos salariales a la flexibilidad laboral, pasando por cómo articular la salida del personal de mayor edad de la compañía, que hasta hace dos años se realizaba sin problemas a través del contrato relevo. Entonces llegó un bloqueo que derivó en conflicto. Y todo con la sombra del plan de descarbonización impregnando las conversaciones.
Tras once meses y medio de reuniones sin avances, los de las últimas dos semanas no habían logrado cerrar la brecha abierta entre las partes, agravada por la falta de confianza que separa a la dirección de Arcelor y a los representantes de los trabajadores, pero incluso a las diferentes fuerzas sindicales. La jornada se preveía ya maratoniana, con un encuentro previo para abordar la puesta en marcha de un nuevo expediente de regulación temporal de empleo (ERTE), que la compañía plantea por la avería del horno alto 'A' para los 7.000 trabajadores del Clúster Asturias -integra las factorías de Gijón, Avilés, Echévarri, Lesaca y Sagunto-. La modalidad elegida, de fuerza mayor, permite a la multinacional saltarse la negociación con los sindicatos, pero Arcelor accedió a abrir una mesa para abordar las condiciones de la regulación. Sin embargo, ayer, ni siquiera se plantearon. Será la semana que viene cuando se traten. La parte social ya ha advertido de que rechazará cualquier medida que suponga un recorte sobre ERTE prorrogado en diciembre y vigente hasta ayer mismo -90% del salario y 100 % de pagas extra y vacaciones-. Otras opciones, que la autoridad laboral podría aprobar sin poner objeciones a la empresa, serán contestadas, advierten.
Pero más allá del entrante, el plato fuerte se esperaba después. Y en ese momento se volvió a constatar la falta de sintonía entre los representantes de Arcelor y los de los trabajadores en uno de los momentos más críticos para las factorías, con la necesidad de abordar un plan de descarbonización que supondría la mayor inversión de la historia industrial de Asturias, pero también un recorte de personal de alrededor de 1.000 personas, el 20% del total, que recuerda los tiempos de reconversiones.
Los contactos para cerrar los asuntos del acuerdo marco relativos exclusivamente a las plantas asturianas se desarrollaron con mejor tono que los generales. Los representantes vascos incluso dejaron la reunión, detenida horas oficialmente en un receso interminable en el que los contactos continuaron.
Al cierre de esta edición, ni siquiera se había tocado el tema salarial, habitual punto de confrontación, y se negociaban aún aspectos sociales. La reunión seguía, forzada por la decisión de los sindicatos de poner como fecha límite el aniversario de la constitución de la mesa.
La semana que viene ya hay asambleas previstas en las plantas de Gijón y Avilés para informar de la situación. CC OO ya ha advertido de que, en su caso, serán vinculantes y decisorias y que en ellas se abordarán, además de la negociación del acuerdo marco y del ERTE de fuerza mayor, las acciones que se prevén tomar. El lunes a las 10.30 y 16 horas se celebrarán en la factoría de Gijón y el martes, a las mismas horas, en Avilés. Pero el resto de fuerzas sindicales también prevé explicar la situación a sus afiliados.
Todo ello, a las puertas de que, previsiblemente, el Gobierno apruebe las ayudas de 460 millones de euros para la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI), que se espera que vayan al Consejo de Ministros el martes. Y eso a pesar de que la dirección de la multinacional no ha dado luz verde a la inversión de 1.000 millones de euros que requiere y que condiciona, a su vez, a que se pueda garantizar la paz social y el apoyo de la plantilla al proyecto con todas sus consecuencias.
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