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El contrato firmado por el Gobierno de España con la Comisión Europea para que esta pueda evaluar el grado de cumplimiento de los compromisos asumidos para recibir los 70.000 millones de los fondos Next Generation desvela un desarrollo para el hidrógeno mucho más ... lento de lo necesario para las esperanzas que tiene Asturias depositadas en este gas. Y quien dice Asturias, dice la mayoría de comunidades y empresas energéticas, cuyos proyectos se cuentan por decenas.
El documento técnico (Operational Arrangement), de 343 páginas, detalla el modo de evaluar el cumplimiento de las distintas metas y también cuáles son estas. La información sobre este vector energético se encuentra en uno de sus anexos y fija como objetivos haber creado en España dos clústeres o 'valles del hidrógeno' para finales de 2023 y contar con 500 MW de capacidad autorizada de electrolizadores en 2026.
Si bien se trata de unos mínimos, son cifras muy modestas para las que barajan la mayoría de iniciativas. De hecho, el proyecto europeo de región presentado por el Principado ya consumiría buena parte de esa capacidad que fija como objetivo el Ejecutivo para todo el país. El ReCoDe (Reactivación, Competitividad y Descarbonización) es el plan estrella de la comunidad en relación a este gas renovable, ya que agrupa 20 proyectos para Asturias, impulsados por empresas como Enagás, Naturgy, TSK, Hunosa, Duro Felguera, Iberdrola o EdP. Nació con planes para 395 MW de electrolizadores, a los que ya se están sumando más.
Por otro lado, las esperanzas para la creación de un 'valle del hidrógeno' en el Principado están puestas en la central térmica de Aboño y su entorno. En ella, EdP, que se ha aliado con Repsol, plantea una inversión de 300 millones de euros para producir este gas renovable gracias a electricidad procedente de parques fotovoltaicos y también de un parque eólico marino flotante, con una potencia de 48 MW, y cuya inversión supone otros 190 millones. Los electrolizadores sumarían 100 MW de capacidad. Es una cifra similar a la que barajan Enagás y Naturgy con su apuesta para producir este gas renovable en El Musel y que también incluye otro parque eólico marino 'offshore'.
El gran problema es que Asturias no está ni mucho menos sola en esa carrera, ni tampoco va en cabeza. Los dos proyectos más avanzados son aquellos relacionados con industrias que ya empleaban hidrógeno, pero gris, que ahora se pasará a verde. Se trata del desarrollado por Repsol en el País Vasco para su planta de Petronor y que se enmarca en el ya impulsado Corredor Vasco del Hidrógeno, que prevé una inversión de más de 1.300 millones de euros hasta 2026. El otro es el de Iberdrola y Fertiberia vinculado a fábricas de la segunda en Puertollano (Ciudad Real) y Huelva, que se divide en cuatro fases hasta 2027, y que plantea 800 MW de capacidad, el 20% del objetivo previsto por el Gobierno, ya no para 2026, sino para 2030 y que ha fijado en 4GW.
Pero hay muchas más propuestas de valles del hidrógeno: en la misma Castilla-La Mancha está el Centro Nacional del Hidrógeno y allí se ha constituido el Clúster del Hidrógeno de esa comunidad; el de Madrid, se plantea en el Corredor de Henares para surtir de energía al Aeropuerto de Barajas; el de Murcia, en el industrializado Valle de Escombreras, en Cartagena; también está el Valle del Hidrógeno de Cataluña; el Valle verde de As Pontes, en La Coruña; el valle del Ebro (Hidrógeno del Cierzo), o Valencia Valle del Hidrógeno, entre otras muchas iniciativas, la mayoría impulsadas por los mismos actores energéticos, a los que acompañan industrias locales.
La competencia será feroz. Asturias tiene a su favor que, como exige la Unión Europea, puede integrar localmente la oferta, la distribución (logística) y la demanda de hidrógeno renovable, gracias a su fuerte industria y, sobre todo, al proyecto de Arcelor para transformar la mitad de su cabecera hacia otra que funcione con hidrógeno y electricidad. También cuenta con la ventaja de que, además de los fondos Next Generation, puede acceder a los de Transición Justa, que el Gobierno regional espera que supongan un hecho diferencial para captar proyectos. Pero también tiene en contra otros aspectos, como su menor influencia política frente a territorios como el País Vasco o Cataluña, cuyos partidos nacionalistas se cobran su apoyo al Gobierno.
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