El calado sí que importa

El tamaño importa. Y el calado, más. En el proyecto que pretende acometer Armón en el astillero de Gijón juegan dos factores básicos: aumentar el calado para aumentar el tamaño de los barcos. El primero sintetiza el plan de la compañía de Navia, que recuperará la fabricación en las gradas, una zona inutilizada desde que Factorías Juliana hiciese allí su último buque.

El astillero propiedad de la firma gallega Vulcano -ahora en manos del grupo Armón- concluyó el buque sísmico Polar Duchess, encargado por la armadora noruega Rieber Shipping Bergen, en marzo de 2010. Era su último pedido, su último barco construido en las gradas de las instalaciones del Natahoyo. A partir de ahí comenzó la quiebra de Juliana, que arrastraba una deuda de más de 60 millones de euros procedente de la construcción de los cascos de los dos anteriores sísmicos.

El astillero fue adjudicado por el Juzgado Número 1 de lo Mercantil de Oviedo a Armón en diciembre de 2010. La compañía de Navia pagó algo más de 14 millones de euros por las instalaciones gijonesas y el 14 de febrero de 2011 firmó la escritura de propiedad y puso en marcha todo el operativo para reflotar el astillero.

Comenzaba entonces una nueva etapa para la factoría de El Natahoyo. Su primer pedido fue un buque atunero de 80 metros de eslora y 2.000 toneladas para el Grupo Marítimo Industrial, que preside el empresario astur-mexicano Antonio Suárez, bautizado recientemente, en la entrega del premio Álvarez Margaride, como «el hombre que resucitó el sector naval en Gijón». A ese primer atunero seguirían otros ocho similares para otras tres compañías y un arrastrero, su último pedido, para la noruega Ramoen. Tanto los nueve atuneros como este barco arrastrero, que ahora se concluye y cuya entrega está prevista para el próximo mes de agosto, se han construido en los diques del astillero.

Con el proyecto que Armón pretende acometer en Gijón, el astillero retomará la construcción en las gradas, donde prevé fabricar barcos de hasta 28 metros de manga, que es la medida transversal del barco, es decir de una banda a otra (de estribor a babor). En realidad, las gradas, una vez reubicados los dos 'patines' y ajustado las naves, tendría capacidad para una manga de hasta 40 metros, pero esta medida solo se da en casos de buques sísmicos muy especiales.

Las gradas se ampliarán metiéndose en la mar, generando un canal que permita botar sin problemas barcos de hasta 30.000 toneladas. En esa operación radica la complejidad de la obra, en aumentar el calado, que es la distancia vertical entre un punto de la línea de flotación y la línea base o quilla. Porque para incrementar en metro y medio el calado, será necesario dinamitar el fondo de roca del mar.

Con la obra ya acometida, el astillero gijonés estará en disposición de competir con los astilleros vecinos, Barreras (Vigo) y La Naval de Sestao, por los grandes ferris. Para ello, la compañía de Navia está dispuesta a invertir 4 millones de euros. Cuenta con el total apoyo del Ayuntamiento de Gijón y del Gobierno del Principado, dispuesto a colaborar, vía subvenciones, en la obra. Cada ferry daría trabajo a entre 500 y 600 trabajadores, además del empleo y la actividad que generaría en la ciudad la construcción de cada barco.

Mirando a Panamá

Por otro lado, los empresarios españoles del sector naval no solo vigilarán hoy las urnas, también mirarán hacia Panamá, donde se inaugura la última fase del canal ampliado, la macro-obra que será motor de proyectos y oportunidades de inversión para muchas firmas españolas. En Panamá operan 400 empresas españolas, que generan 15.000 empleos, y las grandes como Sacyr (Canal) o FCC (Líneas 1 y 2 del metro) participan en planes emblemáticos. El grupo Armón firmó un contrato con la Autoridad Portuaria del Canal de Panamá para la construcción de 14 remolcadores por un importe total de 118 millones de doláres, que se repartieron entre los astilleros de Navia, Vigo y Burela.

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