DIEGO GONZÁLEZ
GIJÓN.
Domingo, 1 de agosto 2021, 01:13
Pablo Carreño tenía su sexta bola de partido para conseguir la medalla de bronce, el sueño por el que llevaba peleando muchos años. De pronto se hizo el silencio en la sala y todos los ojos apuntaron al televisor. La bola de Novak Djokovic ... se fue a la red y los jóvenes de la sección de tenis del Grupo no pudieron controlar la euforia, saltando de sus sillas para hacer una piña y abrazarse, en un momento para el recuerdo en el que la alegría se apoderó de todos ellos. «¡Medallita de bronce!» y «¡Carreño, oe, oe!» fueron algunos de los cánticos que más resonaron en la instalación para celebrar la victoria histórica de su ídolo, mientras ondeaban las banderas y las bufandas del Grupo Cultura Covadonga y los chicos festejaban con sus entrenadores.
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En sus rostros se podía apreciar la emoción del momento, que entre risas y saludos crearon un ambiente maravilloso. «Vivo mucho los partidos de mis ídolos, Carreño para mi es un referente y alguien a quien quiero emular», subrayaba Javier Suárez, incapaz de controlar su felicidad. Su amigo Andrés Rodríguez sonreía mientras comentaba que «ha sido un partido muy sufrido, que hemos vivido todos con muchos nervios y mucha tensión. Esta victoria ante el número uno del mundo supone una gran alegría para todos nosotros».
Una sensación similar recorría el cuerpo de María José Echenique, antigua entrenadora de Pablo Carreño y responsable de la sección, que explicaba que «están todos super contentos. Es un jugador que salió del Grupo y ha conseguido una medalla de bronce olímpica. Además, es un ejemplo para todos los niños que están con nosotros, como jugador y, especialmente, como persona. Llegar a ser profesional de un deporte es complicado, pero han visto que es posible, porque lo ha logrado una persona de aquí», indicó, con orgullo.
El presidente de la entidad gijonesa, Antonio Corripio, también se mostró muy ilusionado con la victoria del tenista asturiano, valorando «el esfuerzo y trabajo que ha realizado Pablo durante estos años, una bellísima persona con grandes valores a quien nadie le ha regalado nada». Además, destacó que «es un espejo en el que todos deberíamos mirarnos y un referente para los más jóvenes de nuestro club».
Cuando terminó la celebración las pequeñas promesas salieron de la sala comentando con sus compañeros y entrenadores la hazaña conseguida, mientras se dirigían a las canchas de la instalación para jugar e imitar los golpes de su ídolo.
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El aire que se respiraba en el entorno reflejaba la importancia de lo que acababa de ocurrir unos minutos antes. Ellos no se olvidarán de que un joven que hace unos años estaba en su mismo lugar ha conseguido una medalla olímpica, una muestra de que todo esfuerzo y sacrificio termina teniendo una recompensa, una lección de vida que los acompañará en el futuro.
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