Nadie sigue escaneando mejor el estado de Pablo Carreño que el propio Pablo Carreño. Poco se puede extraer aún de sus entrenamientos diarios en las instalaciones de la Juan Carlos Ferrero Tennis Academy, en Alicante, desde donde atiende la llamada de EL COMERCIO, ni de ... los entrenamientos que mantuvo con tenistas inmersos en el pasado Torneo Conde de Godó, como, entre otros, el propio ganador, el noruego Casper Ruud, para adaptarse, coger, un poco al ritmo de la bola. «Tampoco estuve con ellos dos horas. Eran entrenamientos de una hora, haciendo también ejercicios... Tampoco me puse a jugar un partido con ellos», explica el raqueta gijonés, que dosifica meticulosamente cada una de sus palabras. Mero rodaje, amable reinserción en el juego junto a, eso sí, tenistas de primer nivel.
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En cualquier caso, hoy por hoy, todo kilometraje vale oro. El tenista forjado en el Grupo Covadonga apura plazos tras más de un año negro. Pero a Carreño le queda mucha juventud, energía, pasión y, por qué no, desparpajo, que ayudan a afrontar las cosas con más tranquilidad.
«Unos días sí que me noto mejor, pero hay otros en los que siento cosas, por eso vamos jugando un poco con el tema», afirma feliz por seguir creciendo, pese algún ligero paso atrás, para cerrar este largo viaje, en forma de una odiosa tendinitis en el codo, como pretende. «Me han hecho unas pruebas y ha aparecido un poco de edema. Pero entra todo dentro de lo normal. Tengo que tomármelo un poco con calma», reconoce. Pero la idea es que, si todo va bien, la próxima semana, la anterior a Roland Garros, participe en un Challenge bien en Alemania, bien en Macedonia.
Porque el gijonés quiere sentirse de nuevo tenista cuanto antes . Esa primera aparición no será más, en cualquier caso, que un simple anticipo de Roland Garros (del 20 de mayo al 9 de julio) y de Wimbledon (del 1 al 14 de julio). Pruebas que seguro serán mucho más fidedignas y en las que de verdad reemprenderá el camino si todo va bien, aunque no sea al 100%. «La idea es ir pudiendo competir, probando, aguantando la carga, jugar varios partidos en una semana, evolucionar bien... Mi objetivo no es llegar bien ni a Roland Garros ni a Wimbledon. Es más a largo plazo, pero hay que empezar a competir en algún sitio», puntualiza Pablo Carreño.
Porque ese objetivo no es otro que llegar en un buen nivel a los Juegos de París, que arrancarán a finales de julio. «Guardo muy buenos recuerdos», afirma el medallista olímpico. «Me gustaría estar allí», añade el raqueta gijonés, que cuenta con plaza garantizada en individuales en la cita parisina.
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