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Dani y Ramón Collado, justo antes del encuentro sobre el sintético del Mundial 82 de Mieres. E. C.
Una pena máxima en familia

Una pena máxima en familia

Firmeza. Ramón Collado señala un penalti sobre su primo, que el mismo infractor reconoció, conjugando sus dos máximas: «Autoridad y diálogo»

Viernes, 10 de diciembre 2021, 03:22

Desearse cosas buenas entre primos encaja dentro de la normalidad. Más llamativo resulta cuando el éxito del primero depende del acierto del segundo. Esto fue lo que sucedió en la Primera Cadete de Asturias, en la que Ramón Collado protagonizó la que es, sin duda, la gran anécdota de la temporada. Su primo, el sportinguista Dani Collado, entraba en el interior del área del Mundial 82 de Mieres cuando fue derribado por un jugador del Caudal. No se lo pensó ni un segundo. Ramón hizo sonar el silbato y señaló la pena máxima que posteriormente se traduciría en tanto para los rojiblancos.

Lejos de las especulaciones, hasta el infractor reconoció el acierto del colegiado. «Daba igual que fuésemos familiares que enemigos. Lo hubiese señalado cualquiera», bromea Ramón que, aunque no recibió críticas, si fue objeto de toda clase de chascarrillos. «Al final del encuentro me decían que lo pité porque era mi primo, pero lo hacían en clave humorística», comenta.

Aun así, las críticas no inquietan a Ramón Collado, que tiene clara una premisa: «No me puedo dejar intimidar». Pese a su escasa experiencia impartiendo justicia, ha aprendido rápido que lo que él indique no puede ser objeto de debate ni de réplica. No porque no pueda equivocarse -«algo que sucederá en muchas ocasiones»-, sino por su deber de mostrarse como la mayor autoridad en el terreno de juego . «A quien le afecten las críticas no le recomiendo esta profesión», comenta.

Esto no confronta con su visión de árbitro dialogante que quiere proyectar. Considera fundamental apostar por un estilo pedagógico en que el jugador tenga clara la infracción que ha cometido y el modo en que puede prevenir el castigo para la próxima ocasión. «Se puede hablar con los futbolistas sin transmitir dudas», argumenta tras señalar que, incluso los colegiados que no se prestan a un mínimo de conversación, pueden parecer más inseguros. «O presentar un menor grado de personalidad».

Durante un fin de semana, Ramón Collado arbitra entre uno y cinco partidos. Esto le permite enfrentarse a todo tipo de situaciones, que son parte del proceso de madurez y básicas para cumplir su sueño: «Terminar en Primera División». Un objetivo ambicioso que comparte con la inmensa mayoría de colegiados que, en cada jornada, imparten justicia en todos los campos de la región. «Esta profesión es muy vocacional. Nadie está por ganar dinero y todos queremos triunfar», indica. De hecho, añade que él arbitraría sin recibir ni un solo céntimo por hacerlo, aunque recibe remuneración por todos los encuentros. Con esto, se produce una anomalía entre sus amigos. Con solo quince años, ya tiene su primer sueldo. «Así no tengo que pedir el dinero a mis padres», bromea.

Precisamente, estos pronto descubrieron su pasión por el silbato. Cuando iba al parque, muchas veces arbitraba los partidos de sus amigos. «Siempre llevaba unas cartulinas, amarillas o rojas, para darle el mayor grado de verosimilitud», relata Chuchi Collado, tío de Ramón y de Dani y exentrenador del Caudal Deportivo. Fue durante el confinamiento domiciliario cuando invirtió el tiempo en sacarse el curso de árbitros y, obtenido este, decidió colgar las botas.

Dani y Ramón, de pequeños comparten equipo de fútbol sala antes de dar el paso a campo grande.

Ahora tiene que acumular informes positivos que le permitan escalar progresivamente de categorías y acercarse a sus sueños. Su primo le ve preparado para ello. «Tiene mucho interés y lo veo con talento para ello. Estoy seguro de que llegará lejos», argumenta Dani Collado, quien, en su caso, su sueño es marcar goles en El Molinón con la zamarra rojiblanca, «y si es en primera mejor».

De momento, coincide con su tío en que está en una de las mejores canteras de España. Consciente de la importancia que supone estar en un escaparate de tal magnitud, compagina con gran disciplina los estudios con el fútbol. En esto no ignora los consejos de sus mayores. «El instituto es sagrado. El mayor error es pensar que todos podemos vivir del fútbol. Aunque sea una pretensión común, esa opción queda reservada para unos pocos privilegiados», apunta.

De milagro

Desde que se conoció la designación arbitral, Dani Collado solo pensaba en una cosa: acortar los plazos de recuperación de su maltrecha rodilla para poder llegar al encuentro. El miércoles de esa semana se incorporó al grupo y, finalmente, fue de la partida. «No me lo podía perder. Me hacía una ilusión tremenda que fuese Ramón quien dirigiera la contienda», indica. Para Ramón también era importante que Dani llegara. «No paraba de preguntarle cómo estaba para saber si podría disputar el partido», comenta. Eso sí, pese a que esta situación la califican como «una enorme coincidencia», ambos confían en que se repita en el futuro, «y ojalá en grandes escenarios».

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