El gijonés traza un curva sobre el asfalto de Jerez. E. C.

Daniel Torre vuela hacia la élite

MARIO ÁLVAREZ

Sábado, 27 de noviembre 2021, 02:28

España siempre ha sido un vivero de grandes pilotos de motociclismo. Ahora observa con atención cómo crece una nueva estrella en una disciplina deportiva, la de las dos ruedas, en la que siempre ha contado con una constelación. Daniel Torre, con tan solo catorce años, ... se ha proclamado campeón nacional de la 390 CUP. Una competición en la que participan promesas de todas las edades con la misma moto (KTM RC 390).

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El piloto gijonés se erige como una de las figuras más prometedoras de la cantera del motociclismo. No obstante, aunque este hecho sea irrefutable, su padre, Corsino Torre, se esmera en pedir prudencia. Y calma. «Yo me centro en disfrutar del camino. De pasármelo bien cada fin de semana, pero es cierto que este último año ha dado un paso de gigante en su progresión», afirma.

De hecho, aunque esta haya sido su cuarta temporada en activo, ha pintado de morado todos sus registros particulares y ha ofrecido auténticas exhibiciones. Entre otros circuitos, en el de Jerez.

Competir en los mismos escenarios en los que apretan el acelerador, pisan el freno y derrapan sus ídolos de MotoGP es un factor muy estimulante. Daniel dio el salto a partir de la segunda temporada porque, hasta ese momento, competía en «circuitos más revirados, de mucha curva, poco agarre y diseñados para un modelo más propio del karting».

Pese a que ese salto a circuitos de mayores dimensiones suele exigir un mayor proceso de adaptación, el adolescente gijonés encontró con rapidez las mejores sensaciones. De hecho, siempre ha estado obligado a acelerar su proceso de aprendizaje en cada disciplina. Mientras los niños con cuatro años suelen, por ejemplo, montarse por primera vez en una moto, él no lo hizo hasta los nueve. «Creo que hemos hecho bien en esperar. Esto no es el fútbol o cualquier otro deporte. Aquí hay un riesgo evidente y, con cuatro años, es el padre quien escoge lo que le tiene que gustar al pequeño. Yo he tenido la suerte de que ha sido el propio Daniel quien lo ha hecho», hace hincapié.

De hecho, su padre no está demasiado satisfecho con la elección de Daniel. «Prefería que estuviese montado en un vehículo de cuatro ruedas. Son más seguros», reconoce. No obstante, Daniel no descarta cambiar de modalidad. «Veo a Alonso y me gustaría ser como él. En un futuro, me gustaría poder ganar algo con un monoplaza», asegura. Sin embargo, su padre no consigue convencerle de que, para poder hacerlo un día, no puede seguir entrenando con moto.

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Bajo el orgullo de un padre que ve a su hijo proclamarse campeón de España, una terrible dificultad. Sin ayudas de ningún tipo, se trata de un deporte inviable para personas talentosas, pero con familias de un nivel adquisitivo medio. Por ejemplo. En un fin de semana de carrera, los gastos superan los 3.000 euros, entre los que se incluyen, entre otras cosas, el sueldo de mecánicos y la compra de neumáticos, que también corren a cuenta del piloto. Además, el precio medio de la moto oscila sobre los 10.000 euros. Además, al vivir en Asturias, «todo se dispara». En el Principado todos los circuitos mantienen un diseño más apropiado para el kárting y el más cercano apto para sus necesidades se encuentra en Valladolid.

Sin embargo, su padre ve imposible poner precio a una de sus mayores alegrías: ver volar a su pequeño con unas motos que pueden alcanzar los 190 kilómetros por hora. Aunque Daniel no tiene miedo -«a esas velocidades la adrenalina anestesia al miedo»-, el riesgo siempre está presente. Tres caídas por las que tuvo que ser trasladado al hospital incrementaron una preocupación que se diluye en la persecución de un sueño.

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