Fernando Alonso, en el Aston Martin. EP
Polémica

La FIA o cuando los árbitros se ahogan en su propia normativa

La caótica actuación de los comisarios en Arabia Saudí dejó retratado al organismo, una vez más, y en Australia se han añadido más apéndices a una reglamentación ya de por sí excesiva

David Sánchez de Castro

Sábado, 1 de abril 2023, 17:38

Decía un comisario español, habitual del Gran Premio de España desde hace años, que una de las labores más complicadas que tenía cada fin de semana que la Fórmula 1 llegaba a Montmeló era entender qué le iban a pedir desde dirección de carrera. La ... ausencia de un órgano colegiado de árbitros que decida bajo una normativa clara sobre qué hacer en cada situación ha convertido cada carrera en una incógnita constante, hasta el punto de que un piloto como Fernando Alonso puede celebrar un podio mientras se lo están anulando para después darle el trofeo a otro piloto, George Russell, que se ve obligado a devolverlo cuando ya todos están en el avión o de camino.

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No es nuevo que la Fórmula 1, como otros deportes de altísimo nivel, tienen un problema muy serio con su normativa. La diferencia de las competiciones de motor con el resto es el factor tecnológico. Muchos detractores de este deporte se niegan a aceptarlo como tal porque lo califican de «competición de ingenieros», hasta el punto de que acusan a la propia F1 de no tener en cuenta la labor de los pilotos. Argumentan que si un equipo sabe interpretar las normas de la manera más eficiente, da igual quién esté al volante de su monoplaza que puede ser potencialmente ganador.

El contraargumento es sencillo: si es así, ¿por qué Sergio Pérez no ha podido en estos últimos años con Max Verstappen salvo en contadas ocasiones? ¿Por qué Lewis Hamilton arrasó sin piedad a Valtteri Bottas en los tiempos de vino y rosas en Mercedes? ¿Cómo se explica que Fernando Alonso lleve dos podios en dos carreras mientras Lance Stroll (que ya conocía el equipo y que, además, es hijo del dueño) no ha estado ni cerca?

Pese a que estas críticas suelen llegar de gente acodada en una barra de bar, real o metafórica, sí hay un elemento digno de estudio en torno a la Fórmula 1: su propia complejidad técnica es, a la vez, su gran virtud y su gran vicio. El mejor ejemplo es la doble sanción que sufrió Alonso en el GP de Arabia Saudí disputado en Yeda. La primera, porque se colocó ligeramente fuera del cajón de la parrilla de salida. Era la segunda similar que se vivía en esta temporada, ya que a Esteban Ocon, su excompañero en Alpine, le castigaron por lo mismo en Baréin. La solución implementada desde este fin de semana en Australia es aumentar el tamaño de dichas cajas en 20 centímetros, de forma que los coches (más anchos) caben perfectamente dentro de los límites legales.

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El segundo castigo sufrido por Alonso fue el que generó más polémica. El ligero toque del gato hidráulico en la parte trasera del AMR23 por parte de un mecánico de Aston Martin fue entendido en primera instancia como una manera de 'trabajar' en el coche, por lo que Alonso no cumplió la penalización por aquello de la posición de parrilla de manera correcta y, por tanto, le añadieron más tiempo de castigo una vez acabada la carrera. Eso le bajó del tercer puesto inicialmente, aunque se lo devolvieron después de una impecable apelación de los responsables deportivos de Aston Martin, que demostraron que al menos en siete ocasiones algo similar no había sido objeto de castigo.

La interpretación, principal hándicap

En ambos casos, la normativa de la FIA era interpretable y ese es su principal hándicap. Lo que es sancionable para unos, es limpio para otros. No existe un colegio de comisarios fijo, una suerte de corte suprema que determine cómo y en qué situaciones debe actuar un artículo u otro de la ingente cantidad que hay en el reglamento deportivo que sirve de armazón legislativo para la competición. Con el aumento de la complejidad técnica de los monoplazas ha ido creciendo el número de folios que forma parte de esa normativa, como bien se puede ver en una de las vitrinas de la exposición de la Fórmula 1 que hay hasta julio en Madrid. En ella hay un pequeño librillo en formato cuartilla de apenas unas 20 páginas que se usaba a principios de la Fórmula 1 como base para todo el reglamento. A su lado, un 'tocho' de más de 100 hojas que compone la legislación actual.

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Para este Gran Premio de Australia no habrá dudas. A partir de ahora, si un gato hidráulico o cualquier mecánico toca un coche (aunque no trabaje sobre él) que está cumpliendo con una sanción en boxes, será castigado. El matiz se ha añadido en un apéndice extra, cuando lo más sencillo sería cambiar la normativa de nuevo. También se ha especificado que se tendrá que cumplir a rajatabla la prohibición de subirse al muro del 'pitlane' para celebrar las victorias, por lo que se acabaron las imágenes de los mecánicos festejando al paso de su piloto cuando este logre una victoria o un podio. Una prohibición que no es nueva, sino una interpretación más estricta del Apéndice H del artículo 2.3.2, una línea en la normativa a la que nadie hacía caso… y que no era un problema capital. La FIA, sus tiempos y prioridades, son todo un misterio que nadie, ni ellos mismos, saben interpretar.

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