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D. S. DE CASTRO
Sábado, 29 de octubre 2022, 01:46
El gesto de Fernando Alonso echándose las manos a las rodillas después de la tortuosa participación en el GP de Estados Unidos (antes de saber lo que le venía encima con la polémica sanción que le sacó de los puntos y que este viernes le ... retiraron) es, a toda vista, todo un síntoma de lo que es como piloto. Tanto esfuerzo, muchas veces, para nada. Tanto nadar, para acabar en la orilla.
El asturiano se ha ganado a peso ser considerado una leyenda. No solo por sus éxitos, con dos Mundiales, 32 victorias, 98 podios., sino por mantener el hambre pese a que ha tenido que sufrir demasiadas veces. A día de hoy, Alonso es el piloto con más carreras disputadas (353), pero ni mucho menos ha acabado todas ellas. De hecho, se ha quedado fuera en dos de cada diez, que no es una anomalía ni mucho menos.
Casi todos los pilotos suelen tener unos porcentajes similares, rondando entre el 17 y el 22% de abandonos, aunque no siempre por los mismos motivos. Mientras Alonso es uno de los que menos falla en su pilotaje, otros con un número de abandonos similar no han visto muchas roturas en sus monoplazas, sino que las provocan ellos mismos con sendos accidentes o errores impropios de pilotos profesionales según los casos.
Uno de los grandes problemas que ha tenido Alonso ha sido su mal tino a la hora de elegir destino. No se puede negar: fue salir de Renault en 2006 y, por diversas circunstancias, de mal en peor. Es evidente que en este sentido su peor elección fue la de volver a McLaren en 2015, después del decepcionante paso por una Ferrari que aún hoy le tiene como uno de sus grandes, pese a no haber logrado ningún entorchado.
Aquel famoso «lo mejor está por llegar» que empleó como motivación para él y para sus propios fans cuando regresó a Woking torció los gestos de optimismo e ilusión en sonrisas sardónicas, cuando Honda le destrozó las opciones a él y al propio equipo, cuyas secuelas aún en 2022 sufren. El «motor de GP2», como calificó Alonso a aquello, resume perfectamente lo que supuso. Fue el agujero negro de su carrera deportiva del que ha costado salir.
Sin ir tan lejos, no hace falta más que mirar la propia actualidad. Alonso volvió a lo que creía que era Renault (renombrado Alpine) con la ilusión de reverdecer viejas glorias, con conocidos que aún conservaba de aquella época y sobre todo con una experiencia extra que podría haberle hecho triunfar en el proyecto. Más ha fallado Alpine que Alonso: por momentos hubo momentos que se olían aromas similares a aquellos años de pesadilla de McLaren Honda.
Uno de los grandes problemas a los que se ha enfrentado Alonso a lo largo de su extensísima carrera -los otros 19 pilotos que están en la parrilla crecieron viéndole a él correr ya, algunos incluso considerándolo un ídolo al que seguir- ha sido la gestión de las expectativas. Muchas veces ha corrido en su contra: ¿alguien se acuerda ya de 'El Plan'? Los que sí, ¿se han recuperado del batacazo?
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