Fernando Alonso no suele maquillar la realidad. No lo hizo durante los años de penurias en McLaren Honda y tampoco lo hace ahora, tras comprobar ... en apenas cuatro grandes premios que su Aston Martin está lejos de ser competitivo. La mili de entonces le enseñó a convivir con la resignación de quien sabe que el mejor resultado posible es simplemente acabar la carrera. Diez años después, Alonso vuelve a encontrarse en un escenario similar, viendo cómo prácticamente cualquier coche de la parrilla parece mejor que el suyo.
Sus declaraciones tras acabar decimoquinto en Baréin -gracias a una sanción y una descalificación ajenas- fueron demoledoras: «No veo posible puntuar con este coche». No se puede decir con más frialdad, pero también realidad. Si el Aston Martin no es el peor coche de la parrilla es porque Sauber se empeña en poner dudas en torno a esa sentencia, que ya muchos agoreros de barra de bar y palillo en boca se encargan de vociferar cada domingo de carreras.
En un campeonato donde la clasificación puede dar un vuelco de una semana a otra -véase el caso de Alpine-, el AMR25 parece más tractor que coche de carreras. Un 'Tractor Martin' real, no solo como meme. Difícil de llevar, plagado de errores absurdos -como el del volante que se salió antes de la carrera («la barra de dirección era defectuosa. Probamos las otras seis y no deberían fallar», explicaba el asturiano)- y con un problema de base que se antoja irreparable. Como medir 1,60 y soñar con hacer un mate en la NBA: por mucho que se intente, es inviable.
Un coche lento incluso en lo lento
¿Dónde está el gran problema del AMR25? Lo explicó el propio Alonso a medios anglófonos tras la carrera: «Las zonas de baja velocidad fueron nuestro punto más débil en Australia, Japón y China. Baréin es básicamente eso, y por eso ha sido nuestro fin de semana menos competitivo. Ahí es donde hay que centrarse. Creo que estamos intentando todo lo que podemos».
Es decir, el coche es doblemente lento. Porque ya no es solo que no tenga ritmo general, sino que sufre especialmente en las zonas lentas, esas donde la carga aerodinámica y la tracción marcan diferencias. En Baréin, la zona media del circuito lo puso en evidencia.
«Se hace especialmente difícil en la salida, pero también a mitad de curva. Es como si el coche se estuviera muriendo a baja velocidad», sentenció Alonso. Palabras duras, pero que no son nuevas: «Este es un problema conocido que también tuvimos el año pasado y seguimos teniendo».
Fallows, la sombra que no se disipa
En Aston Martin miran ya a 2026, no solo por el nuevo reglamento que podría abrir una ventana de esperanza con el fichaje de Adrian Newey. También porque será el momento de cerrar el ciclo de Dan Fallows de manera definitiva.
El AMR25, como antes el AMR24, es fruto directo del enfoque del ingeniero británico, y el resultado ha sido desolador. Ambos coches han dilapidado las virtudes que mostró el AMR23 y no han sabido capitalizar ninguna. Si Fallows hubiera sido chef de vanguardia, le habría echado chorizo a unas torrijas.
Alonso necesita un punto y algo más
El problema no es solo técnico. Alonso, que aún no ha puntuado esta temporada, vive su peor arranque desde 2017, el último de la ya mencionada etapa McLaren Honda. Y mientras él sigue en cero, Lance Stroll -con más fortuna que mérito- ha sumado ya 10 puntos. Un colchón valioso para reforzar su continuidad más allá de ser el hijo del jefe.
Alonso necesita sumar cuanto antes. Quizá no lo consiga este fin de semana en Yeda, pero no puede permitirse seguir compitiendo con ese cero como compañía. Lo mejor no es que esté por llegar, es que tiene que estar por llegar, porque peor es complicado que vaya, aunque no imposible. Al menos el Aston Martin es duro y puede fajarse en batallas codo a codo, como ya ha demostrado en un par de ocasiones en esta temporada. Por él, y por los miles de aficionados que aún creen que puede dar guerra si el coche lo permite.
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