«Nos ha sorprendido el ritmo del Aston Martin. Eran muy buenos con la degradación, es un circuito inusual, en el que el asfalto es distinto a los demás». Estas palabras, apenas unos minutos después de la finalización del primer gran premio del Mundial 2023, ... en boca de Adrian Newey, «el mejor ingeniero del mundo», tal como aseguró en su día el expiloto Eddie Irvine, halaga más que ninguna otra. Pero deja patente una realidad: el AMR23 de Fernando Alonso le ha pegado un bocado de más de un año a la hoja de ruta planificada por el multimillonario Lawrence Stroll en su intención de ascender hacia la zona noble de la tabla de la F-1.
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Enamorado de la aerodinámica, ha conseguido el Mundial de Constructores con tres escuderías distintas (Williams, McLaren y Red Bull). Adrian Newey (Reino Unido, 1958), para muchos el mayor genio de la historia de la F-1, habla muy bajito y apenas separa los labios. Este genio se pasa cuatro días a la semana en su pequeño despacho de Milton Keynes dibujando, no utiliza nunca el ordenador –no sabe dibujar con él, solo un lápiz y una hoja de papel–, y en los circuitos se le ve tranquilamente tomando notas en una libretilla cuando pasa frente a los monoplazas de sus rivales.
«La de veces que he escuchado en una reunión que ya habían entendido cómo y por qué Adrian había hecho esto o aquello, y la de veces que al intentar replicarlo el resultado era, desgraciadamente, algo distinto a lo esperado...». Son palabras de Fernando Alonso en el prólogo del libro de Adrian Newey 'Cómo hacer un coche'. Porque este ingeniero inglés siempre va un paso por delante, de forma que los demás tratan de seguirle como pueden.
En la F-1 de hoy en día hay que saber calcular con bastante exactitud dónde se hacen las apuestas porque el éxito y el hundimiento sólo están separados por un débil hilo. Sin embargo, Fernando juega seguro ya que en Aston Martin se ha instalado un rabioso deseo de revancha tras el titubeante último mundial. Lawrence Stroll ha fichado, en este sentido, a golpe de talonario, de un talón de muchos ceros, a dos piezas claves, dos hombres formados bajo la figura de Newey, hombres de su confianza y cuya marcha hizo daño, mucho, en Red Bull.
El cuerpo técnico de Aston Martin está encabezado por Dan Fallows, director técnico, jefe de aerodinámica en Red Bull desde 2006, que ha pasado toda su carrera junto al genio de Milton Keynes, del que era su mano derecha y del que se dice en el 'paddock' que ha sido una de las razones por las que Fernando Alonso aceptó dar el paso al equipo de Lawrence Stroll. Pero no es el único llegado de la escudería de las bebidas que vuelan, en su caso tras una parada en la escudería Mercedes, en la que afiló a las 'flechas de plata'. Ese segundo hombre es Eric Blandin, responsable de aerodinámica.
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Muchos giraron este fin de semana la mirada hacia el box de Aston Martin. Entre ellos, Helmut Marko, jefe ejecutivo de Red Bull. «Si comparas los dos coches, el Aston Martin es el más similar al Red Bull. Definitivamente hay razones para eso. No es solo Fallows quien se cambió a Aston Martin, sino también algunos otros empleados. Obviamente tienen buena memoria».
Esta pulla fue lanzada en dirección a Dan Fallows, exjefe de aerodinámica en Red Bull hasta 2022 y liberado en abril del año pasado a golpe de chequera de la 'cárcel' a la que lo mandó la escudería de las alas al enterarse de su incorporación a Aston Martin. Porque lo cierto es que el nuevo AMR23 reúne la solvencia y caballos del motor Mercedes, pero también un delicado y trabajado perfil aerodinámico, el punto fuerte, curiosamente, de Red Bull. Marko fue más allá en sus insinuaciones: «Lo que Fallows tiene en su cabeza no se puede borrar... ¿Pero puedes copiar todo tan detalladamente sin tener documentación de nuestro coche?».
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Fallows, británico que cumplirá 50 años en noviembre, con un máster de ingeniería en aeronáutica y astronáutica, que empezó en la F-1 con Jaguar en 2002, desde donde se trasladó después a Dallara y después a Red Bull, al que se responsabiliza de la degradación negativa que presenta el monoplaza verde –cada vuelta, más rápido– y que presume de haber cambiado el 95% de las piezas del AMR23, conoce la fórmula campeona de Red Bull: cómo diseñar un coche campeón porque ya lo hizo y cómo funcionan los flujos del aire para hacer el coche lo más competitivo posible en la pista. Y la ha replicado en Aston Martin para poner a su escudería en la cima con un AMR23 veloz, estable, sin rebotes, ligero, con tracción en curva rápida y un comportamiento decente en curva lenta. No es malo en nada.
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