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Martes, 21 de junio 2022, 02:14
D. S. DE CASTRO. El formato que tienen las competiciones automovilísticas como la Fórmula 1 guardan un cierto punto de crueldad. Un sábado puedes saborear la fugaz victoria que es un buen resultado en la clasificación, que si al día siguiente no se remata en ... la carrera no sirve absolutamente de nada. Es el caso de lo que le pasó a Fernando Alonso.
Sin dejar de lado que las circunstancias le beneficiaron, Alonso tuvo un fin de semana muy amargo al final. Ni suerte, ni fiabilidad ni mucho menos una gestión estratégica decente desde el muro. Cómo será el pésimo planteamiento de Alpine para la carrera de Canadá, que incluso Ferrari lo hizo mejor y es en este punto donde suelen fallar.
De los tres factores que fallaron, el de la suerte es el menor en términos de importancia. Alonso señalaba después de la carrera, con el gesto notablemente defraudado, que no le habían venido bien los coches de seguridad virtuales y, por tanto, no pudo entrar a boxes en el momento óptimo. Lo que se explica bastante peor es por qué Alpine no movió ficha cuando vieron que los tiempos del piloto que debía darles el mejor resultado posible se iban por el desagüe. De ir relativamente cómodo detrás del coche rojo, pasó a perder del orden de medio segundo por vuelta (no ocho décimas como dijo después) a partir de la vuelta veinte, algo que le condenó a una clasificación decepcionante. Alpine se está quedando dormido y ya son muchas las que ha tenido que soportar Alonso, que podría reflexionar sobre su futuro para la próxima campaña.
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