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EDUARDO ALONSO
Domingo, 23 de octubre 2022, 01:49
En esas charlas informales de última hora, cuando ya los monoplazas apagan sus motores, Alain Prost, 'El Profesor', suele compartir una historia con los periodistas. Dice que, cuando Ron Dennis hipotecó la salud financiera de McLaren en un simulador para las carreras, en las demás escuderías se rieron de él porque, para ellos, era una especie de PlayStation, un juguetito. «Pero ahora, el simulador ha alcanzado una perfección asombrosa», ironiza el francés.
La F-1 siempre ha sido un mundo con predominio abrumador anglosajón, que por eso fueron los inventores del negocio. Pero los ingenieros españoles han dejado de ser algo exótico. A este 'circo' se llega a trabajar por vocación e insistencia o, en algún caso, por casualidades de la vida. A la primera especie de currantes, los que consideran la F-1 su sueño, pertenece el ingeniero jefe de desarrollo del simulador del equipo Aston Martin.
Descuelga el teléfono desde la fábrica ubicada en Silverstone, a escasos metros del histórico circuito inglés. «Buenos días», responde desde el otro lado del teléfono. Su acento inglés sobre su castellano natal delata la influencia de sus más de diez años asentado en Inglaterra -«un par de veces al año volvemos a Asturias, sigo en contacto...»-. Sus apellidos, en cambio, evidencian con claridad su origen.
Iván Fernández Colunga es uno de esos trabajadores desconocidos de la F-1. Trabajadores anónimos que se esconden detrás, en este caso, de la escudería Aston Martin. Este ingeniero industrial, formado en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón y en la Universidad Tecnológica de Clausthal (Alemania), licenciado en Ciencias Físicas por la UNED y premio al mejor expediente de la Universidad de Oviedo en 2011 -«siempre me tomé en serio mi formación académica»-, se ha abierto paso en el denominado Motorsport Valley de la F-1, cuna de la mayoría de las sedes de los equipos y cuyo epicentro es el mítico circuito de Silverstone.
Apartados de los circuitos, allí se concentran miles de ingenieros. «Aston Martin está en Silverstone, Red Bull en Milton Keynes, McLaren en Woking, Mercedes en Brackley... Y Oxford se encuentra en el centro. Desde allí llegas en media hora a todas las fábricas de las escuderías instaladas en el Reino Unido», afirma Iván Fernández. Él fue uno de los beneficiados en 2011 de las Becas Cajastur Fernando Alonso para cursar estudios de postgrado de automoción deportiva en la prestigiosa Oxford Brookes University. «Tiene buenas conexiones con el mundo del automovilismo deportivo. Fue muy útil para meterte en el mundillo», asegura.
El ingeniero ovetense no llegó entonces, en la entrega de las becas, a coincidir en persona con Fernando Alonso -«otros años sí había estado, pero en aquella ocasión, no. Ahora estoy ilusionado por coincidir con él tantos años después»-, pero no tardará en hacerlo finalmente porque «conocer el simulador será una de las primeras cosas que Alonso haga cuando llegue a Aston Martin». «Estoy muy ilusionado», reconoce.
Lejos de casa y los amigos, Iván emprendió una carrera tan vertiginosa como la de su ídolo de la F-1. La primera parada fue Cosworth. Una compañía inglesa especializada en la fabricación de motores para carreras automovilísticas, pero, explica, «también con un departamento de electrónica». Allí desempeñó la labor de ingeniero de sistemas para túneles de viento. «Ese año me permitió contactar con muchos clientes que eran equipos de F-1, grandes usuarios de los túneles en el Reino Unido».
Su siguiente salto fue ya fue a la F-1. En 2014 solicitó un puesto de ingeniero de sistemas de control en Force India, como se denominaba entonces a Aston Martin. Y le contrataron. «Se trataba de hacer el código que va en la unidad electrónica de control del coche, que gobierna todos los sistemas automáticos del vehículo». Tres años después, cambió de departamento y de tarea: «Tenía que ver con la suspensión del monoplaza y la dirección del sistema. También se trataba de optimizar el coche para explotar la aerodinámica y aspectos de rendimiento con los distintos reglajes». Pero no se quedó ahí.
Se involucró, poco a poco, en el simulador. «Con las restricciones de tests que hay, aporta mucho al desarrollo de coche. Han evolucionado muchísimo en los 15 últimos años». Hacía un poco de todo. «Desarrollarlo como herramienta y hacer sesiones con los pilotos para sacar conclusiones, optimizar ajustes...». En 2019 le ofrecieron su actual cargo como ingeniero jefe de desarrollo del simulador. «Ver algo en los datos que puede significar algo y que el piloto te transmita cómo se perciben esas sensaciones para que llegue al límite es interesante y fundamental», explica.
Y ahora llega Fernando Alonso como sucesor de Sebastian Vettel. «Se percibe aquí como una gran oportunidad. Ha producido una gran expectación. Es el candidato ideal si buscas un piloto que te lleve a tomar una dirección de desarrollo. Por eso, Lawrence Stroll ha optado por su experiencia porque sabe que puede servir de ayuda para avanzar», explica el ingeniero asturiano.
Iván es el único asturiano, que no el único español, en el equipo. Tendrá un nuevo 'juguete' cuando concluya la construcción de la nueva fábrica -«llevamos años desarrollando el nuevo simulador y estamos cerca de completarlo tras mucho trabajo»-. Los trabajadores de Aston Martin están ilusionados con el paso que se quiere dar como equipo después de una «gran inversión por parte de los propietarios». «Alonso nos pondrá en la posición de dar el salto y, paralelamente, la idea es, con todo los cambios que se están haciendo, dar un coche a Fernando que le permita competir», afirma el ovetense.
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