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Dicen quienes saben de esto que el la embarcación de K-4 es algo así como un matrimonio bien avenido. Un engranaje afinado. Un reloj suizo. Tic, tac. La especialidad más técnica del piragüismo. La embarcación española liderada por el campeón olímpico Saúl Craviotto ... ha echado a andar esta mañana en las instalaciones del embalse de Trasona, la base logística del equipo. Aquí entrenarán más de seis horas diarias durante muchas jornadas.
El ganador del programa de televisión Master Chef, el timonel, el primero. Detrás, Carlos Arévalo, la incorporación que ha cubierto el hueco dejado por Cristian Toro. Y las dos últimas posiciones para Marcus Cooper y Rodrigo Germade, que no se ha subido hoy a la embarcación por un proceso gripal. No obstante, los piragüistas, aunque formen un barco de equipo, entrenan cada uno en su piragua, como ha ocurrido esta mañana. Los ajustes ya llegarán en la embarcación de cuatro.
«Los alemanes han arrasado en este ciclo olímpico, pero nosotros hemos estado ahí, peleando. Hay que devolvérsela en Tokio», afirma Saúl Craviotto, que, tal como dejó entrever el presidente del Comité Olímpico Español, será el abanderado español en Tokio 2010. «Ojalá se confirme. Yo no lo tengo al 100%. Pero será el deportista más feliz del mundo. Sería lo máximo a lo que se puede aspirar», añade.
Por delante, meses para preparar su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, con el aval del reciente subcampeonato del mundo. La respuesta ha sido buena, mejor de lo esperado. Orgullo de su entrenador, el luanquín Miguel García, el alquimista de esta fórmula de éxito que comenzó este año con dudas y mucha presión, ahora totalmente disipadas. «Necesitaban unas vacaciones, sobre todo a nivel mental, pero el resultado ha sido un éxito de todo el piragüismo español», dice el técnico.
Estos han sido días de la primera sesión, la toma de contacto, las analíticas, reconocimientos médicos… En definitiva, la puesta a punto de una máquina detenida unos pocos días. En la mente ya se agita el reto olímpico y el reto de competir en un canal cerrado en la bahía de Tokio, pero, a diferencia de lo que suele ser habitual, de agua salada. Aunque la sede será Trasona, el equipo hará una preparación de diez días este mes en Valencia para adaptarse a esas condiciones que se encontrarán en Japón. Antes, en noviembre, diciembre, enero y febrero, también habrá concentraciones en Sevilla. «Todo ello dependerá de los controles internos, de las pruebas internacionales, que pueden condicionar estas fechas, pero estas serán las bases de la preparación», explica Miguel García.
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